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Frente a la fuerza de un volcán, la mejor arma es la información

Entrevista con la Dra. Ana Lillian Martín del Pozzo, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Foto: EspecialEspecial

A pesar de que los poblados cercanos al Volcán de Fuego en Guatemala estaban acostumbrados a la actividad constante del mismo, la tarde de este domingo tres de junio, sucedió la erupción más fuerte del cráter desde 1974, la tragedia se vivió cuando una avalancha de lava volcánica, piedras y lodo se precipitó sobre varias comunidades, tomando desprevenidos a muchos en el lugar.

Sobre lo ocurrido la Dra. Ana Lillian Martín del Pozzo, investigadora del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México asegura que el trabajo para atender estas contingencias es en equipo, “en Guatemala los colegas sí tienen monitoreado este volcán y se sabe de su comportamiento, esto es lo primero que hay que hacer, pero no es suficiente… El problema ahí es que las poblaciones están muy cerca de la zona con esta pendiente tan grande que se hace al sur del volcán, bajando por estas barrancas hay aldeas que son frescas, con agua y suelos fértiles”. Algo muy similar a lo que pasa aquí en México en varias regiones, lo que complica el tema.

Por ello trabajar con la población que asume estos riesgos, se hace fundamental, por un lado, tener evaluados los peligros, (reconstrucción de los hechos, tipos de erupciones, áreas propensas) y después, estar siempre en coordinación con las zonas de monitoreo, autoridades a través de protección civil y la población, para que realmente hagan suya la información, conozcan los mapas de riesgo y los tipos de erupciones.

La especialista en el estudio del Popocatépetl, explicó que estas nubes ardientes también las vinos aquí en el 2001 en la zona del Popo, por lo que no estamos exentos, “las nubes se mezclaron con agua del glaciar y bajaron como corrientes de lodo y bloques (lajares) que bajaron a las poblaciones del lado noreste. Con estos fenómenos hay que tener cuidado, pero tampoco es que vivamos con preocupación todo el tiempo”.

Dijo que para ello contamos con sismógrafos, magnetómetros, y otros elementos que crean una serie de parámetros que nos ayuda a entender cómo está el comportamiento del volcán, con ello se pueden hacer recomendaciones y se trabaja en conjunto con las autoridades para saber qué áreas tienen riesgo, en cuales ya han pasado cosas y en dado caso, saber cómo movernos. Pero recalcó que también tiene que ver con los planes de protección civil y con la coordinación entre la población. “Podemos tener todo el conocimiento del mundo y un muy buen plan, pero si no tenemos un contacto estrecho entre las partes, todo lo demás no importa”.

Peligros en este tipo de fenómenos

La especialista hizo hincapié en que la actividad del volcán del Fuego en este momento ha bajado y los volcanes no están ligados, por lo que la población mexicana no debe alarmarse, el único conflicto que se monitorea es la emisión de cenizas. “Como está cambiante el viento, puede venir hacia el lado de México y si las columnas son un poco más altas (alrededor de 10 kilómetros) lo que sucede es que puede interferir en algunas de las rutas aéreas ya que no se pueden atravesar nubes de ceniza”.

Explicó que se trata de un volcán episódico, por lo que estas manifestaciones no se esperan nuevamente “este volcán no se compara con otros como el Kilauea que es más expresivo, la lava sale más fácil y fluida. Aquí lo principal fueron las nubes ardientes que bajaron por las laderas… Son como tolvaneras candentes, flotan, van calentando el aire y cuando van fluyendo son muy rápidas y arrasan, en paralelo hay mucha población que vive cercana al cráter y como el volcán también tiene la característica de estar muy empinado, con una pendiente fuerte, se fue muy rápido y llegó a las poblaciones”.

Agregó que en general en la zona tenemos volcanes explosivos, y que se encuentran en actividad Por ejemplo en México, “la erupción del volcán el Chichonal en Chiapas fue mucho mayor, se produjeron columnas mucho más altas (20 a 25 kilómetros de altura), las zonas de las nubes ardientes llegaron más lejos, con mucho más afectación. El volcán de Colima, también llamado de Fuego, no solo se parecen en el nombre, también tiene una forma muy parecida al de Guatemala y también produce nubes ardientes”.

Permanente vigilancia

La semana pasada se presentó la Monografía del mapa de peligros del Volcán Popocatépetl. Por encontrarse activo y estar rodeado de importantes concentraciones urbanas en el Estado de México, Puebla, Morelos, Ciudad de México y Tlaxcala, se deben contar con modelados y simulaciones de su actividad para evitar daños a los habitantes por lava, ceniza y bloques de material incandescente, advertían los investigadores.

En este estudio se presenta un análisis a 25 km alrededor del volcán en donde se encuentran habitando 360 mil 161 personas, de las cuales 171 mil son hombres y 188 mil son mujeres, 35 mil de ellos son adultos de la tercera edad y todos habitan 105 mil 305 viviendas, con una infraestructura pública de 131 centros de salud, 850 escuelas, 92 mercados, 61 hoteles, 57 bancos y 25 gasolineras.

Este es un riesgo indiscutible, aseguraba la también miembro de este equipo, la Dra. Martín del Pozzo, ya que “Se registra un crecimiento demográfico del 6000% en las zonas aledañas al volcán, mientras más se acerquen las personas más riesgos y problemas habrá”.

William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, también advertía: “Las exhalaciones de material volcánico y fumarolas son un recordatorio de que debemos  acostumbrarnos al fenómeno y ponerle atención, así como poner sobre la mesa los problemas pero también las soluciones. Los riesgos volcánicos siempre debemos tenerlos presentes”.

La Monografía está disponible en línea en la página del Instituto de Geofísica.

Nelly.toche@eleconomista.mx

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