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Arte e Ideas

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Halló en los archivos familiares un tesoro del cine universal

Revisando los rollos de película que sus abuelos filmaron durante seis décadas, el realizador mexicano Andrés Kaiser no sólo encontró un asomo a la memoria familiar sino una invaluable colección de filmes de ficción y no ficción que condensó en su reciente documental “Teorema de tiempo”, que se estrena este jueves.

El cine es espejo, un punto de condensación, una oportunidad de reivindicación de la memoria: la preserva, la ilustra, la sonoriza, intenta atrapar y preservar sus destellos. El cine es más que una industria. En todo caso, la industria es sencillamente una parte del vastísimo arte cinematográfico. 

Dice el célebre cineasta alemán Werner Herzog que “siempre se debe de tener cuidado de no dejar que el arte se convierta en una mera copia de la realidad; debe tener su propia verdad interna”. 

Después de casi dos años de recorrer festivales y muestras especiales, este jueves, el cineasta mexicano Andrés Kaiser estrena en cines del país uno de esos destellos de “verdad interna” que menciona Herzog: su trabajo documental “Teorema de tiempo”, ganador del Premio Ariel a Mejor Largometraje Documental en 2023 y también premiado en los festivales internacionales de cine de Guanajuato y Morelia. 

¿Cuántos tesoros fílmicos esperan ocultos en un celuloide, inéditos, esperando a ser encontrados, vistos, digitalizados, puestos sobre la pantalla para su interpretación? El que presenta Kaiser en este trabajo es uno de ellos. 

Cineastas por cuenta propia

Anita Schlittler y Arnoldo Kaiser fueron dos inmigrantes suizos establecidos en San Luis Potosí en la primera mitad del siglo XX. En la capital potosina echaron a andar una imprenta y fábrica de libros que a la postre se fue transformando en mucho más que eso. 

Anita y Arnoldo se hicieron de una novedosísima cámara de 16 milímetros y sin trastabillar comenzaron a filmar todo lo posible. Anita comenzó a capturar bellas escenas citadinas, paisajes, la vida cotidiana a través de las ventanas, mientras que Arnoldo encontró una fascinación en filmarse a sí mismo. Se filmaba sentado, fumando, conversando, y en esas escenas cotidianas encontró casi de inmediato la oportunidad de asumir un personaje y actuar frente a la cámara. 

Muy temprano, ambos encontraron en esta pasión la posibilidad de desarrollar ficciones, disfrazarse, construir pequeños arcos dramáticos y contar historias de las que hicieron partícipes a sus empleados en la fábrica, a quienes en una ocasión Arnoldo convenció de interpretar a los músicos de una orquesta. 

Eso que empezó como una curiosidad se convirtió en un hábito, uno que duró seis décadas que condensaron en un archivo fílmico que Kaiser se dio a la tarea de catalogar y digitalizar. Fue en este proceso que el realizador nacido en San Luis Potosí en 1984 encontró un tesoro valiosísimo, una colección de historias y pasión cinematográfica múltiple, tanto así que este archivo, para Kaiser, dejó de ser únicamente familiar y exigía convertirse en un acervo universal. 

En él no sólo encontró pedazos de la memoria genealógica sino una serie de montajes de ficción que no merecían permanecer enlatados. Así se gestó el documental en cuestión, con una evidente cualidad polisémica: “habla del cine en sí mismo y también de la familia y de sus heridas, de la identidad, del paso del tiempo y de cómo las relaciones naturalmente se complican. El público se va a sentir muy identificado por esa variedad temática”. 

Los linderos entre dos géneros 

Teorema de tiempo es la historia del cine mismo, porque esta pareja de cineastas “secretos” vivió la transición de las distintas evoluciones de la manera de hacer cine durante su época y lo registró todo. La primera película sonora de la pareja lleva por nombre “El violinista”, en ella, Arnoldo Kaiser aparece en primer plano diciendo: “el cine hablado ha llegado”. 

El director señala: “Mi abuela Anita tenía un ojo mucho más documentalista, el de ir caminando por la calle y si veía una boda, la filmaba, o los paisajes que le gustaban, mientras que mi abuelo Arnoldo estaba más interesado en estar frente a cámara y en tener el protagonismo actoral. Por eso la película, de cierta manera, es un microsistema en el que está representada la historia del cine mismo, de cómo pasó de ser mudo a tener sonido y luego color, y después la dualidad del cine documental frente al de ficción”. 

La cinta por estrenar es una muestra de cómo es factible e incluso plausible explorar y diluir los límites entre la ficción y la no ficción

“Al hacer la película, nunca nos tomamos tan en serio que estábamos haciendo un documental, hablando en los términos más puristas. Al contrario, siempre estábamos pensando en contar una buena historia. Era como un proceso de ficción, pero con las piezas limitadas, es decir, teníamos el material y no debíamos salirnos de él, pero claro que podíamos hacer procesos ficcionados, como sucede en cualquier documental. Y es que, a través del corte, del montaje, vas sugiriendo, llevas la narración en una dirección específica y pones el foco en un personaje y el otro. En ese sentido, creo que las diferencias entre documental y ficción son muchas menos de lo que pensamos. La idea de que el documental marca una realidad total tampoco es así, porque también parte de un imaginario. El documental puede imaginar, escenificar, se vale de múltiples herramientas dramáticas”, concluye. 

Con el paso del tiempo, la memoria de Arnoldo Kaiser se fue deteriorando y los archivos dan cuenta de ello. Y aunque de él y gran parte de su vida prevalece en las cintas, gracias al ojo de Anita Schlittler, esta memoria física también es susceptible de arruinarse y desaparecer. Ahí yace la importancia de la preservación de los archivos como una manera de trascendencia. 

Al rescate de filmes caseros 

El director está emprendiendo un proyecto de rescate de archivos fílmicos caseros para digitalizarlos y ponerlos a disposición en línea. Visita mercados de segunda mano a la caza de colecciones fílmicas caseras que, desarraigadas de su núcleo familiar, han perdido parte de su valor emocional. Kaiser desarrolló un sistema de escáner que captura los filmes cuadro por cuadro y los digitaliza. Después hace una corrección de color y produce un máster en resolución 4K. 

“Teorema de tiempo”

  • Director: Andrés Kaiser 
  • Cinematografía: Anita Schlittler y Arnoldo Kaiser 
  • Duración: 90 minutos 
  • En cines a partir del 11 de julio 

Palmarés del filme

  • Ariel al Mejor Largometraje Documental 2023 
  • GIFF 2022: Premio al Mejor Documental y Premio de la Prensa 
  • FIC Monterrey 2022: Mejor Largometraje Documental Mexicano 
  • FIC Morelia 2022: Mención Honorífica 

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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