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Katy Perry, la fantasía perfecta
Es la idea glotona de un mundo de cerezas; es también la proyección coqueta de la perfección infantil, la zona idílica, la idea del escape.
El espectáculo en vivo de la cantante estadounidense Katy Perry representa la fantasía perfecta: el mundo de golosinas con resbaladillas de arcoiris, la compañía de un bello animalito la gatita Kitty; al final del camino un príncipe azul siempre dispuesto: un marco perfecto para una mujercita perfecta: linda, bien portada, de nobles sentimientos. Un muñecón.
El escenario: helados, caramelos y pastelitos gigantes. Dulce por todas partes. La gran mayoría del público congregado en el Palacio de los Deportes se emocionó al ver en las cinco pantallas colocadas a lo ancho del escenario el rostro de Perry, minutos antes de que la presentación en México de su show California Dreams Tour diera inicio.
La oscuridad reina en el recinto. Miles de moñitos de colores pastel, que tilitan sobre las cabezas de niñas, adolescentes y chicas de distintas edades, iluminan el foro. Hace apenas unos minutos las personas que ahora se levantan de sus asientos impacientes por recibir a la cantante hacían la tradicional "Ola" como en los buenos tiempos de los estadios de futbol, cuando la experiencia era familiar.
Ahora, estamos en un concierto familiar: hay señores, amas de casa, niñas pequeñitas, adolescentes, hombres mayores que vienen solos y que al finalizar el concierto se compraran todo tipo de afiches de la chica de ojos grandes, jóvenes parejas que vienen más por iniciativa de la chica, aunque también está el caso de jóvenes parejas de otro tipo. Parece que aquí todo mundo cabe. Y la fantasía se expande a pesar de que es solo una la propuesta por los iconos del escenario.
Perry es la fantasía glotona de un mundo de cerezas; es también la fantasía coqueta de la perfección infantil, la zona idílica; la fantasía del escape (no en vano en el fondo de este espectáculo se presenta un cortometraje en el que continuamente vemos a una inocente Katy esclava de un malvado carnicero.
Luego de probar un cupcake mágico ella es transportada a un lugar llamado "Dulcilandia" y así da inicio el concierto); es también la fantasía de la compañera perfecta (no es exactamente una fantasía sexual pero se ubica en la zona del erotismo, del juego): la que es modosa pero que es un enigma y en ello entraña su sensualidad, en ese engaño, en ese velo que hay que destapar.
"Teenage Dream" fue la canción con la cual la cantante apareció en el escenario levantando en su brazo derecho erguido una banderita de México, país sobre el cual dijo estar muy contenta de visitar en fechas cercanas a la conmemoración de su independencia. Por eso aprovechó la ocasión para gritar "¡Viva México!" a la mitad del concierto. Cayendo en clichés alabó la cocina mexicana, y si se la veía un poco panzoncita es porque, confesó, traía ocho tacos en el estómago y unos cuantos tamales.
Como el domingo era su día de descanso prometió que lo iba a aprovechar para tomar mucho tequila. Es como una niñota pero quería un novio mexicano porque se encontraba "caliente". Severas disonancias. Un escenario repleto de dulces y ella quejándose de que al buscar un novio solo ve alrededor hombres muy jovencitos.
De la inocencia al juego. La propuesta del concierto da muchos saltos que así como el espectador puede sentirse en un espectáculo versión Región 1 de Tatiana (el dulce empalaga durante los primeros cuarenta minutos del concierto), luego, de pronto, transita hacia un expectáculo multimodal y fuerte casi como de negros rapeando (lado b del escenario, oscuro y consistente por una serie de lasers que se expanden a lo largo y ancho del foro y quizá la canción más fuerte de Katy, "Supernatural"), para luego convertirse o aterrizar en un concierto de pop con su canción más importante "Firework". El momento climático, en cuanto a su conexión con el espectador, que debería ser la canción con la cual terminara el concierto.
Katy Perry es una muy buena cantante, no desafina pese a lo alto de sus notas, y no se sale del guión. Improvisa muy poco. Por eso de repente el merengue parece de cartón como en aquella "épica" presentación en los Premios MTV LA que se realizaron en México hace un par de años, cuando al final dio un brinco a un pastel de merengue rosa que parecía tan duro como una piedra y que más de un espectador ha de haber gritado "auch!" cuando Katy cayó encima. No bastando con eso, luego ella intentó levantarse, una, dos y tres veces, incluso su guitarrista vestido de charrito le quiso ayudar muerto de risa pero no podía porque el merengue la hacía resbalar cada vez que lo intentaba.
Ahora Katy no metió la pata. Cumplió e hizo felices a sus fans en México. Pero salta una duda dado que en el mapa del pop ella es quizá la competidora más fuerte de la reina Lady Gaga: seguirá dependiendo esa imagen infantil que la hace llenar estadios con niños y adolescentes o se rasgará más ese atuendo de gatita que le sienta tan bien.
Hasta la banda británica de rock Blur, liderada por Damond Albarn (Gorillaz) tuvo que crear un "género" como el britpop para tener seguidores aunque eso significara ver en sus conciertos cientos de niños de secundaria. ¿Katy estará a la altura? Por ahora es un bombonzote.
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