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Arte e Ideas

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“La innovación no proviene de la ciencia”

Para el Nobel de Ciencias Económicas 2006 los verdaderos innovadores son los hombres de negocios que gozan de libertad y afrontan riesgos.

A sus 81 años, Edmund Phelps, premio Nobel de Ciencias Económicas 2006, se considera a sí mismo un disidente . Y ciertamente es alguien que nada a contracorriente.

De hecho, Phelps nada contra varias corrientes, la primera de las cuales es él mismo, lo que le permitió llevar a la quinta edición del Lindau Nobel Laureate Meeting on Economic Sciences no sólo un libro recién impreso, sino todo un tratado que ofrece una visión nueva y revolucionaria sobre la innovación y su radical importancia en las economías mundiales.

Phelps recibió el Nobel en el 2006 por sus aportaciones en el análisis de los intercambios en política macroeconómica por su trabajo de mediados de los 60 y 70. En los 90 inició otra línea de investigación: los sistemas económicos.

Pero Mass Flourishing: How Grassroots Innovation Created Jobs, Challenge, and Change (Florecimiento en masa: Cómo la innovación de arraigo creó trabajo, retos y cambio) es más bien un análisis de historia económica y una propuesta que va de lo nacional a lo personal y que está claramente dirigido al público, no a sus colegas académicos.

En este libro, Phelps va contra otra corriente (mundial) y contradice lo que en general se piensa sobre el tema de la innovación (tan en boga ahora en México).

CONTRA SCHUMPETER

¿Qué sucedió en el siglo XIX que causó que la gente en algunos países tuviera -por primera vez en la historia de la humanidad- un crecimiento desatado en sus salarios, en la expansión del empleo y una generalizada satisfacción con su trabajo? , es la pregunta con la que empieza el libro.

Y a lo largo de las páginas, el Nobel en Ciencias Económicas (quien, por cierto, no contrata escritores fantasma para que redacten sus ideas), con una elocuencia, claridad y estilo notables que quizá por el cansancio del viaje estuvieron un tanto ausentes de su ponencia y su charla con los medios en Lindau, explica qué es lo que sucedió, que sí, es la innovación, pero de una forma diferente a como la definiera, sobre todo, Joseph Schumpeter.

Para Schumpeter, explica Phelps, la innovación es externa, es decir, está basada en los descubrimientos científicos o de exploradores.

Para Phelps la innovación que importa, la que realmente produce crecimiento y equidad, es la indígena , es decir la que se hace local y libremente por los pobladores de un país y como parte del proceso económico; la innovación que hacen los emprendedores, no los científicos.

Esto -sigue Phelps- explica por qué en el siglo XIX Inglaterra, Estados Unidos y un poco más tarde Alemania y Francia experimentaron un crecimiento económico como no se había visto desde el nacimiento de la ciencia, unos 250 años antes (digamos con Galileo Galilei) ni durante la entonces ya centenaria revolución industrial, gran proceso innovador que no trajo sino penurias a la incipiente clase trabajadora.

Más allá de que no toda innovación tiene base científica y tecnológica (puede ser cultural, administrativa, comercial...), la nueva innovación del XIX fue llevada a cabo por emprendedores con pocos conocimientos de ciencia, a la que en algunos casos hasta antecedió (la máquina de vapor se creó antes que la termodinámica, es el ejemplo más dramático).

Pero, sobre todo, fue democrática: La prosperidad a escala nacional -el florecimiento masivo- proviene de la amplia incorporación de la gente al proceso de innovación: la concepción, el desarrollo y la diseminación de métodos y productos -la innovación indígena profundamente arraigada , escribió Phelps.

Se trató de mucha gente de negocios que tuvo grandes ideas para impulsar sus propios negocios , dijo en Lindau.

Y es justamente esa característica democrática la que está en peligro ahora.

EL PELIGRO DE LA SEGURIDAD

Para Phelps los grandes inhibidores de la innovación indígena son el corporativismo, el tradicionalismo y el proteccionismo, los cuales, ejercidos por los Estados y las grandes corporaciones, ahora están inhibiendo la innovación indígena en los mismos países en que se daba.

Quienes lo practican deberían saberlo: la creatividad nace de viajar hacia lo desconocido , explicó en Lindau. Y ese viaje hacia lo desconocido no se emprende si uno sólo quiere estabilidad y seguridad.

En ese sentido, lo peor es que los Estados están protegiendo a las grandes compañías , explica, y éstas adquieren valores corporativos y tradicionales, ahogan a sus empleados y a las pequeñas compañías donde se podría dar la innovación indígena.

Para colmo, las escuelas están preparando a los estudiantes para que sean seguidores, no líderes, para que desempeñen roles preestablecidos, puestos en compañías. Eso tiene que existir, claro [...] (pero) las universidades están desapareciendo la aventura , exclama enfático.

Para Phelps el espíritu de aventura, que busca la emoción en lugar de la seguridad, es muy importante y no sólo para la prosperidad de la nación. Es la buena vida , dice, y lo que le gustaría es que la mayor cantidad de gente la disfrute.

Así, a los gobiernos les recomienda apoyar la innovación sin prefijar direcciones o caminos, que atiendan a las inquietudes personales y no a valores tradicionales, nacionales o corporativos.

Y para enseñar y motivar el espíritu de aventura en las escuelas, dice que no hay nada mejor que el canon cultural de occidente: Homero, Cervantes, Shakespeare, Nietzsche, Isaiah Berlin...

manuel.lino@eleconomista.mx

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