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La promesa del metaverso: “conectar el mundo virtual con la realidad física”

Andrea Cortés, consultora de Llorente y Cuenca, explica los retos que traerá un nuevo modelo de consumo que supone pasar del Internet de las Cosas al Internet de los Sentidos.

El metaverso estará anclado en experiencias reales, no sustituye a la realidad, sino que representa la evolución de esa realidad (...)  hay que verlo como una oportunidad, al final del día se trata de conectar el mundo virtual con la realidad física”.

Andrea Cortés, directora de influencia digital en LLYC México.

Los gurús de la tecnología y la inteligencia artificial prevén que en 2030 la mayoría de los internautas pasarán entre 3 y 5 horas del día sumergidos en el metaverso, más o menos el tiempo que hoy muchos adolescentes, y algunos no tanto, pasan en las redes sociales y sobre todo en TikTok.

Ello supondrá un “salto cuántico” en los usos de la internet y una verdadera revolución en la manera en que interactuamos socialmente y en nuestros hábitos de consumo.

La palabra metaverso fue creada por Neal Stephenson en su novela de ciencia ficción de 1992 Snow Crash, como el sucedáneo de internet basado en la realidad virtual, donde las personas usan avatares digitales de sí mismas para explorar el mundo en línea.

Recientemente la consultora española Llorente y Cuenca (LLYC) presentó su informe La promesa del metaverso, en el que delinea algunas características y retos de este advenimiento (que ya está aquí pero no acaba de llegar) y que define como “un hype o una nueva realidad que cambiará nuestras vidas para siempre”.

El informe asegura que “vivimos un Big Bang Tech”, ya que “en los últimos 20 años se han desarrollado tecnologías y experiencias que convergen en este momento y cuya implementación en el mercado se ha acelerado exponencialmente debido a la pandemia” que confinó al mundo durante dos años, lapso que nos ha permitido avanzar lo que habríamos logrado en una década.

Actualmente, gracias al Internet de las Cosas (IoT) podemos hacer muchas operaciones digitales en línea, pero el siguiente paso será hacia el Internet de los Sentidos (IoS), hacia un universo donde virtualmente nuestro avatar pueda ver y hojear un libro, oler un perfume, probar un vino, apreciar una obra maestra en algún museo del mundo desde el sofá de su casa, y sentir el sonido y la brisa del mar como si estuviera realmente presente allí, en una exposición o en una playa.

El Economista conversó sobre este informe con Andrea Cortés, directora de influencia digital en LLYC México, quien advierte que, aunque se aprecia una aceleración tecnológica constante que detonará este boom en 2030, en nuestro país y en otros de la región latinoamericana, sin embargo, la realidad del metaverso será paulatina y tendrá que ver con la conectividad y la infraestructura que seamos capaces de alcanzar, es decir la red 5G, además de la accesibilidad a los productos y la competitividad en los precios, “eso será decisivo”, asegura  Cortés. “El metaverso no será uniforme, se concretará de maneras distintas, y de acuerdo con los avances en conectividad e infraestructura de cada país”, sostiene.

¿Dónde está México?

Para darnos una idea de dónde estamos parados, en Estados Unidos hacen uso cotidiano de internet 302.2 millones de personas (90% de un total de 333 millones de habitantes, en 2021), mientras que los usuarios de internet en México se estiman en 88.6 millones, 76.5% de la población mayor de 6 años, según la ENDUTIH 2021. Un estudio de consumo publicado por Kantar y Iab México revela que los internautas en el país tienen en promedio 4.83 dispositivos electrónicos y se conectan a la red a través 3.86 aparatos (smartphone, 96%, computadora 33.7%, TV o pantalla 22.2%, datos del Inegi de 2020).

Este mismo estudio de consumo refleja que tras la pandemia la intención de compra en línea entre los internautas mexicanos se elevó 7 puntos porcentuales en 2021, para ubicarse en 73 por ciento.

Andrea Cortés señala que “gracias a la pandemia logramos romper la barrera de la desconfianza para comprar en línea, pero todavía produce inseguridad y vértigo en muchas personas, y esto hace que el reto aún no esté resuelto, por el temor de dejar los datos personales, la huella digital, etcétera, ahí es donde las marcas tendrán que impulsar este cambio para que sus consumidores puedan acceder de manera segura al metaverso, que plantea un nuevo modelo de venta y de consumo.

Los retos para las marcas

De acuerdo con el documento de LLYC, el metaverso es una promesa que cambiará la ecuación en el consumo y el comercio digital y se estima que el Mercado Total Accesible (TAM) de la economía del metaverso podría ser de entre 8 y 13 billones de dólares en 2030, con hasta 5,000 millones de usuarios, y aportar 2.8 % al PIB mundial, si evoluciona al ritmo de la tecnología móvil.

Eso significa que las marca tendrán que hacer reingeniería de cara a sus consumidores. “Las marcas que más van a prosperar serán las que están entendiendo quién es su consumidor, y que están apostando por un nuevo modelo de venta para hacer vivir la experiencia de marca en el metaverso; las que realmente traen una visión de 360° para conectar con la nueva generación.  Marcas que se atrevan a probar y a equivocarse”, dice Andrea.

Añade que desarrollar una filosofía de innovación, que ponga en el centro a las personas, será clave en esta transición hacia el nuevo modelo que “abre una nueva manera de consumo con un nuevo consumidor”.

“Ya nada es como lo conocimos —dice— hay que entrar en el chip nuevo de innovar y de adaptarse a los cambios (…) Las marcas tendrán que acompañar a las personas en este proceso. El cambio será gradual, no dejaremos las redes sociales para entrar de repente al metaverso, la clave está en cómo me voy adaptando con lo que hoy tengo para llegar al metaverso mucho más segura, y con una comunidad que me acompañe”.

Otro gran reto será adaptar el modelo de negocio.  “No podemos seguir pretendiendo vender igual como estamos vendiendo hoy, pensando que el consumidor y el medio de consumo es igual. Las marcas tendrán que combinar modelos híbridos de venta física con venta virtual para ir llevando a las personas a este nuevo ecosistema”.

Evolución de la realidad

¿Seremos capaces de sumergirnos en el metaverso sin el síndrome FOMO inverso (Fear Of Missing Out, en inglés), por desconectarnos de la realidad?

Andrea Cortés opina que “hay experiencias que el metaverso no va a poder sustituir del todo, simplemente abrirá nuevas posibilidades; necesariamente el metaverso estará anclado en experiencias reales, no sustituye a la realidad, sino que representa la evolución de esa realidad”.

“Tenemos a nuestro favor que las nuevas generaciones están muy informadas, investigan mucho antes de comprar, se decantan por marcas que son afines a sus principios o convicciones, si impactan en el medio ambiente, si tienen ambientes laborales dignos, etcétera; es una generación mucho más consciente de la salud mental, y hoy tenemos también la ventaja de que los lineamientos éticos en el metaverso ya están pensados de antemano y eso las marcas deberán tomarlo  en cuenta, para transmitir confianza a sus consumidores, cuidando más a las personas y al entorno social que a las propias marcas.

“Al metaverso hay que verlo como una oportunidad, al final se trata de conectar el mundo virtual con la realidad física”, concluye.

Definición de Óscar Peña, 2022

El metaverso una “representación tridimensional, inmersiva y conectada de Internet. Un universo virtual persistente (seguirá existiendo estemos o no en él), social (podemos relacionarnos e interactuar con otros) y descentralizado (no están en manos de una única entidad o plataforma) en el que los consumidores son capaces de saltar entre diferentes experiencias virtuales, o entre la representación virtual y real del mundo físico”.

Las proyecciones estiman que el Mercado Total Accesible de la economía del metaverso podría ser de entre 8 y 13 billones de dólares en 2030, con hasta 5,000 millones de usuarios

francisco.deanda@eleconomista.mx

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Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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