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Arte e Ideas

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Las mujeres, esperanza de la Humanidad

Sea que se estudie a los querendones bonobos, a los viles mandriles o a los... humanos, la violencia no tiene explicación genética y sí parece tener remedio.

Las comparaciones entre la conducta de los primates (humanos, chimpancés, gorilas, etcétera) en busca de explicaciones para nuestra propia conducta tienen no sólo largo tiempo sino que además han tenido un tema fundamental: la violencia.

En la Ciudad de las Ideas, llevada a cabo los días 10, 11 y 12 de noviembre en Puebla, se presentaron tres ponencias que dan muestra clara de ello, la de Isabel Behncke, quien recorre las selvas de Congo con los amistosos y juguetones bonobos, la de Robert Sapolzky, quien estudia a los monos más desagradables, violentos y antipáticos que hay, y la de David Livingstone Smith, quien trata de comprendernos a nosotros los humanos, que podemos ser los más simpáticos pero también los más agresivos de todos los primates.

Bonobos: ellos sí hacen el amor y no la guerra

Congo es un país complicado y con una historia aterradora, como nos reveló hace unos meses el Nobel Vargas Llosa en El sueño del celta; resulta paradójico que justo en ese país que ha conocido las peores atrocidades humanas se encuentren, como dice la etóloga chilena Isabel Behncke, nuestros primos más amables , que de hecho, si hablamos de primates, son junto con los chimpancés nuestro primos más cercanos.

Se calcula que las ramas evolutivas de bonobos, chimpancés y humanos compartieron un ancestro hace unos 6 millones de años. Suena a mucho, pero no es tanto.

Si hiciéramos que nuestra madre, le diera la mano a nuestra abuela y ésta a la bisabuela y así hasta llegar a ese ancestro haríamos una cadena que llegaría de aquí, de Puebla, a Acapulco. Es mucho, pero no es tanto , dijo Isabel en su ponencia.

Y les quiero platicar de los bonobos –agregó- porque se ha hablado mucho de las razones evolutivas para la violencia y de que ésta es una necesidad de las sociedades primates, pero no lo es para los bonobos.

Así, mientras muchos primates resuelven sus problemas de poder con violencia o con sexo y sus problemas sexuales con más violencia, estos animales resuelven unos con juegos y los otros juegos sexuales .

La similitud genética entre humanos, chimpancés y bonobos es inmensa, pero no parece ser la causa de la violencia.

Mandriles: violentos, traidores, despreciables pero didácticos

A Robert Sapolzky parecen faltarle los calificativos para vilipendiar a los mandriles, sus objetos de estudio: Son desagradables, violentos, viles, traicioneros, abusivos…

No son muy trabajadores; no tienen que serlo. Viven en un ambiente muy amable y dedican unas tres horas al día a conseguir alimentos. Las otras ocho o nueve horas de luz solar los dedican a incordiarse y agredirse unos a otros , explicó. Esas agresiones pueden causar desde simples molestias hasta severas heridas, pues estos animales tienen enormes y filosos colmillos.

Para dar un ejemplo claro de la vileza del mandril macho, Sapolzky muestra imágenes de cuatro de ellos. Forman grupos, son dos contra dos durante las amenazas y bravatas, pero cuando empiezan las mordidas uno de ellos traiciona a su compañero, huye y deja que el otro grupo lo ataque con ventaja.

La hipótesis es que estos seres repugnantes son hereditariamente violentos pero Sapolzky tiene datos que dicen lo contrario. Son de un grupo, al que llamaremos A, de unos 60 individuos que vive cerca de otro grupo, B, que a su vez se ubica muy cerca de un centro turístico que genera bastante basura.

Todos los días llega un camión lleno de basura a vertirla en una fosa, que como se imaginarán está rodeada de macacos del grupo que vive cerca, los cuales dedican aún menos tiempo a alimentarse.

No pasó mucho tiempo para que llegaran algunos miembros de mi grupo, parecían ir más a pelear que a comer […] pero unos meses después les dio tuberculosis y se murieron todos. El grupo quedó con hembras, infantes y los machos que no iban a pelear por la basura, que eran los más ‘lindos’ o menos agresivos .

Sapolzky, dejó de ver al grupo durante 10 años y cuando lo visité otra vez, los números de hembras y machos ya eran más o menos parejos y resultó ser el grupo de mandriles más civilizado y menos agresivo del mundo .

Podría pensarse que la explicación está en la genética, el grupo estaba formado por los descendientes de los machos lindos , pero Sapolzky se apresura a añadir que eso no es todo, que también hay machos que provienen de otros grupos, que son muy agresivos pero que son domesticados por las hembras.

Un recién llegado tarda unos cuantos meses en adaptarse y son las hembras las que lo educan. ‘Eso no se permite aquí’, parecen decirle cada vez que se muestra agresivo .

El hombre, el lobo del Hombre; la mujer podría ser su salvación

David Livingstone Smith es un filósofo interesado en la biología del comportamiento y habló de cómo es posible que los seres humanos pueden llegar a ser tan crueles unos con otros.

Livingstone Smith parte de la base de que para poder ser fratricidas o genocidas y seguir aparentando ser seres racionales, se lleva a cabo un proceso de deshumanización pero no de los agresores sino de las víctimas, a quienes se les pinta como inhumanas, capaces de comerse a sus hijos o cosas peores y que, por tanto, merecen ser exterminadas .

Cuando el filósofo se enfrenta a preguntas claves como ¿por qué sucede esto? o ¿cómo evitar que la gente deshumanice a otros? contesta con un sincero: No sé . Entonces, quizá valga más la pena recurrir si no a un economista, porque Nicholas Kristof es periodista, al menos sí a los datos económicos que ofreció este columnista del New York Times y dos veces ganador del Pulitzer.

Kristof es un magnífico periodista que se dedica a denunciar las horrendas injusticias de este mundo y no puede evitar involucrarse con las víctimas de las mismas. Así, se las ha arreglado para, por ejemplo, conseguir una importante donación de dinero para una escuela en un poblado chino con el fin de que las niñas no se vean obligadas a dejar sus estudios.

Kristof, quien cree que el gran problema a resolver durante el siglo XXI es la iniquidad entre hombres y mujeres (como en el XIX fue la esclavitud y en el XX los totalitarismos) tiene datos muy claros: cuando el gasto de una casa de bajos ingresos lo maneja un hombre, 2% en promedio se destina a la educación y 20% a comprar cerveza, ropa y ciertos lujos. Si lo maneja una mujer, las cifras prácticamente se invierten.

Así que resulta que entre los humanos como entre los macacos, el sexo femenino es el civilizatorio.

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