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Morábito y Glantz: la vida con uno mismo
Los dos escritores se embarcan en proyectos que hablan de sus vidas y recuerdos.
Dos escritores, dos plumas diferentes y dos formas de contar una vida: Margo Glantz con sus recuerdos, mientras que Fabio Morábito confiesa su amor a las letras mediante sus recuerdos.
Es injusto compararlos, pero es que los dos libros llegaron a mis ojos casi al mismo tiempo y, aunque diferentes, yo por lo menos les encontré cosas en común.
CON ELLA ENTRE RECUERDOS
Empezaré por Margo Glantz y su traviesa biografía Yo también me acuerdo (Sexto piso, 2014), un proyecto que inició, a petición de la editorial, basada en el artista visual Joe Brainard, quien en 1970 publicó I Remember (Me acuerdo, Sexto piso). Encontró en esa frase el pretexto para hacer un viaje de 384 páginas por sus recuerdos, pensamientos y caprichos que, como sus amados colibríes, le revolotean por la cabeza.
Se puede leer por frases, de atrás para adelante y sin orden, es un juego de Glantz que va tirando dardos con sus recuerdos: de Nueva York a su jardín, de París a México, la princesa Diana, Peña Nieto y Twitter.
Todo cabe en un libro que bien se puede leer al azar, subrayar o simplemente, como galleta china, abrir y apreciar la sabiduría de una mujer que arranca el libro con un Me acuerdo que hasta los treinta años creí que era fea y tonta .
Las frases saltan a la vista: Me acuerdo que el corazón es un músculo , o Me acuerdo que a lo mejor este libro puede hacer de oficio obituario . Así, a sus 80 años, la querida Margo provoca, se divierte y, lo mejor de todo, nos lleva con ella entre sus recuerdos.
MORÁBITO Y SU PERFECCIÓN
En cambio, Fabio Morábito con El idioma materno recopila pequeños cuentos y ensayos sobre por qué decidió ser escritor y qué tienen que ver con la vida misma.
Con elegancia y la envidiable técnica de Morábito, las letras brincan con sus recuerdos, motivaciones, amores y su visión de la vida y la literatura.
Todo comenzó cuando Morábito fue invitado por El Clarín a escribir una columna de 2,000 caracteres. La primera se llamó El libro en llamas y de ahí, iniciaron sus reflexiones que espera despierten al lector , me dijo en una entrevista que por desgracia se perdió.
Morábito, quien nació en Alejandría, vivió en Milán, luego en el Distrito Federal y acabó entre cuentos, ensayos y poesía, va tirando sus dardos con textos en apariencia sencillos pero perfectamente escritos y complejos; parafraseando a José Saramago, escribe tan bien, que dan ganas de darle un puñetazo en la cara .
El idioma materno se compone de 84 pequeños relatos, episodios que van de lo que en apariencia es insignificante al azar y a la lucha del poeta y sus obstáculos. Están tan bien armados que, sospecho, algunos han de ser falsos o armados a placer para llegar de forma directa al corazón y mente del lector.
Tal vez sea una locura decir que los libros de Glantz y Morábito tienen mucho en común, pero son dos formas de contar la vida con uno mismo; dos libros capaces de ayudar al lector a sobrellevar la vida consigo mismo. Al menos es lo que me sucedió a mí.