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Música ocular, sin palabras
Se promociona como la primera película para sordos; pero es mucho más que eso al fusionar imágenes surrealistas con la realidad de estos jóvenes y sus sueños.
Un grupo de jóvenes sordos de la costa de Oaxaca fueron invitados para hacer una película a partir de sus sueños, es la premisa de Música Ocular, experimento cinematográfico que llegará a los cines el próximo fin de semana.
Los sordos tienen gran capacidad para representar visualmente las emociones, tal vez porque no tienen una sobrecarga auditiva, como los oyentes , explicó su director José Antonio Cordero en conferencia de prensa.
La idea de tan peculiar proyecto llegó al director después de que él mismo no pudo comunicarse con un sordo.
Después de del impacto de esa experiencia de incomunicación, decidí aprender lengua de señas y hacer la película para mostrársela a la gente , agregó.
Música Ocular revela el mundo de los sordos de una manera ágil y hasta onírica mediante imágenes que se mezclan entre la realidad y los sueños del grupo de chavos oaxaqueños que viven en el silencio.
Es una reflexión sobre el carácter ensoñador del cine silente y su entrecruzamiento con otro lenguaje 100% visual: la lengua de señas, la percepción y la cultura de sordos , señaló.
Las historias son muy diversas, por ejemplo, Erik sueña con su padre muerto y en un romance gay; por su parte, Elizabeth reflexiona sobre las dificultades que tienen los sordos para estudiar en Oaxaca.
Para el director, los sordos tienen la capacidad de expresar incluso lo abstracto y de una manera muy interesante para, por ejemplo, contar sus sueños, pesadillas o miedos .
Música Ocular es surrealista y apuesta por la belleza de las imágenes que, efectivamente dicen más que mil palabras, en una historia poco lineal que juega con diferentes elementos para introducir al espectador en el enigmático mundo de los sordos y su forma de comunicarse y de ver al mundo.
La película tendrá su estreno el fin de semana en la Cineteca Nacional, Cinemanía Plaza Loreto, Casa del Cine y Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario.
vgutierrez@eleconomista.mx