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Arte e Ideas

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Para el diván

Dice Stephen King en Joyland: Piensas: está bien, entiendo: estoy preparado para lo peor. Pero guardas esa pequeña esperanza, y eso es lo que te jode. Eso es lo que te mata .

México calificó al mundial después de una de las peores rondas de calificación: CONCACAF tan fuera de nuestro alcance como la UEFA. La ronda final implicó cancelar el proceso de continuidad al que se había comprometido la Federación Mexicana de Futbol.

Después, el sacrificio inútil de uno de los técnicos reverenciados del país. El Piojo llega a la mexicana: a última hora, con su alambrito e innegable carisma. Un poco como Aguirre antes de Corea Japón. Heroico timonel a sacar a flote el barco hundido donde ya hasta los músicos abordaban los botes salvavidas.

México calificó de panzazo. Eliminó a Nueva Zelanda vistiendo de verde al América para conseguir su lugar en Brasil. La era Herrera empezó con un bomberazo, contratado por dos partidos.

Nadie creía en esta selección. No se malentienda. Todos podíamos desear que ganara e hiciera un papel digno, incluso que llegara al elusivo quinto partido (y por qué no, diosito mediante, saliera campeón); pero nadie creía en ella.

Si México hubiera empatado a cero con Camerún, perdido 4-1 con Brasil y 1-0 con Croacia, no hubiera sido sorpresa. Ni siquiera para aquellos que rematan vida y fortuna para viajar cada cuatro años a gritarle puto a los porteros rivales.

Pero no fue así.

Como hijos mal queridos pasamos de la mirada aviesa y la desconfianza, al amor y devoción incondicional. De la autoestima subterránea, a asegurar que somos los mejores del mundo.

En su excepcional ensayo sobre la derrota, Charles Simic aborda la frustración que sienten los seguidores frente a la eliminación de su equipo. La explicación simple de que un equipo mejor ganó, nunca será suficiente para los millones decepcionados. Para ellos, siempre será una de las siguientes cuatro razones (la quinta es mía):

  1. Todo fue culpa del árbitro. Sea por incompetente o corrupto, vendido a la FIFA y sus intereses.
  2. Nuestro entrenador es un imbécil. Dejó a los mejores en casa o la banca. Ordenó al equipo atacar cuando debía defender, ser precavido cuando se necesitaba audacia.
  3. Nuestros jugadores son estrellitas sobrepagadas, incapaces de concentrarse por estar pensando en sus novias, casas de lujo y los millones en sus cuentas bancarias.
  4. La decadencia del país es la causa principal. Los extranjeros quitan lugares a los nuestros.
  5. Los rivales juegan sucio, manipulan al árbitro, se pasan el fair play por el arco del triunfo.

Fragmentos de la verdad: los árbitros cometen errores, el entrenador suele leer mal algún partido, cambio o la estrategia del rival. Hay jugadores vedettes, el futbol nacional está siempre en crisis y los rivales merecen nuestro odio más recóndito. Las explicaciones aplican para cualquier equipo eliminado.

La derrota frente a Holanda es afrenta total si hacemos caso a lo que se dice en TV o redes sociales: culpa del árbitro que marca penaltis dudosos en el último minuto en lugar de otros más claros a medio partido. Del Piojo porque no atacó cuando iba arriba. De los jugadores por confiarse y entregar 80 minutos y no 90; protegiendo con avaricia el 1-0. Del futbol mexicano que nunca tiene consistencia y no genera delanteros goleadores. Y por supuesto de Robben, por tirarse un clavado descarado y engañar al árbitro.

De la TV a cada hogar prolifera la desilusión y desencanto. Tan cerca y tan lejos. Dos minutos para el quinto y nos pasa eso. Un amigo relata con cierta culpa que le dijo a su hija: ya ves porque no vale la pena emocionarse con estos. Siempre es lo mismo . La frase más repetida: jugamos como nunca, perdimos como siempre .

No basta estar en los 16 mejores del mundo. Necesitamos más para sentir que valió la pena el esfuerzo emocional. Poco importa si el nivel real de nuestro futbol está por ahí del 13 o 14. Cuando la FIFA saca su ranking, lo miramos con escepticismo generalizado.

Vox Populi de lunes: Robben es un tramposo y cínico. Como si nunca hubiéramos visto un clavado en el área. Como si cualquier partido del Guadalajara, Real Madrid o River no tuviera jugadores rodando por el césped aferrándose la rodilla con aullidos de dolor como si les hubieran dado un balazo a quemarropa. La marrullería es tan futbolera como los tiros de esquina.

México vence a Croacia. Mientras nuestra porra hace amigos gritando puto, las redes se llenan de memes ingeniosos: Les dimos en la Mödric , A exprimir naranja , Échame a los croatas sin calzones y demás. Después de la derrota, la aerolínea holandesa KLM envía por Twitter un Adiós amigos y una foto del letrero aeroportuario de salidas, icono de charro incluido. Le llueven mentadas de madre. Los más mesurados los llaman racistas (?), el resto se suma con virulencia. KLM retira el tuit y se disculpa. Ya no aplica eso de: el que se lleva se aguanta: nos volvimos tan malos perdedores como malos ganadores.

La disyuntiva no es aspirar al campeonato o resignarse subir siete puntos en el escalafón mundial. Tampoco es el odio o el amor como definición de la auténtica pasión, sino la falta de espacios intermedios. ?Es la misma que lleva a romper los procesos, cambiar criticas inmerecidas por elogios injustificados. Convertir una decente y digna participación en un fracaso o una desilusión.

Es la idea de que sin importar los jugadores o el rival, todos son iguales, todos son intercambiables, todos pierden.

Twitter: @rgarciamainou

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