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“Persiste un prejuicio exótico” de Europa hacia América Latina

En los libros europeos de historia contemporánea, América Latina ocupa espacios mínimos, lastimosamente, señala el historiador italiano Massimo de Giuseppe, y aboga por la revaloración de una región que ha sido, dice, “uno de los grandes laboratorios del mundo”.

Tenemos que ver cómo se construyen los nuevos modelos políticos en un sistema donde las democracias están fragilizada también en Europa. Entonces, el tipo de democracias que se van a construir no es sólo un tema latinoamericano sino global. Estamos ante varias incógnitas”.

Massimo de Giuseppe, historiador.

A lo largo de América Latina los gobiernos, feminismos, movimientos disidentes y desde la academia se abren los debates sobre el replanteamiento de nuestra historia, se da paso a términos como la descolonización y la desverticalización del planteamiento histórico. De sur a norte se cuestiona la función contemporánea de los monumentos coloniales y masculinos, y en algunos casos desde la vox populi se decreta y se procede a su desmantelamiento.

En México, por ejemplo, el monumento del explorador, presuntamente genovés, Cristóbal Colón, ubicado en la glorieta del mismo nombre en la zona centro del Paseo de la Reforma, fue desplazado en 2021 por un antimonumento impuesto por colectivas feministas, de madres de personas desaparecidas y mujeres indígenas. La conversación sobre cómo debemos asimilar la historia que nos cuenta el espacio público se vuelve abierta y horizontal en una región que aún padece los estragos de un proceso colonizador y eurocentrista iniciado hace cinco siglos.

—Pero, ¿qué sucede en Europa? ¿Con qué mirada se estudia la historia de América Latina y qué lugar ocupa la región en la vox populi y la academia al otro lado del Atlántico?

La historia reciente de la región latinoamericana

El Economista conversa vía Zoom hasta Milán con el historiador italiano Massimo de Giuseppe, especialista en historia contemporánea mexicana y de Centroamérica y miembro corresponsal en Milán de la Academia Mexicana de la Historia.

“En los últimos 30 o 40 años se dio un proceso de comparación entre historias nacionales en América Latina que produjo el intercambio de perspectivas y México tiene una posición muy peculiar porque es uno de los países que más tiempo y espacio ha dedicado a la revisión de la historia para legitimar su identidad. Esto es algo que siempre me ha impresionado y fascinado del país”, introduce De Giuseppe.

El doctor en Historia e investigador por la Universidad Libre de Lengua y Comunicación de Milán acaba de presentar la versión al español del libro Historia contemporánea de América Latina, editado por Turner y escrito a cuatro manos junto con el también historiador Gianni La Bella, después de haberlo publicado en italiano en 2019.

En este trabajo, ambos especialistas en la historia de nuestra región proponen tópicos tan diversos que imbrican el tejido latinoamericano, como los populismos, el impacto de la Guerra Fría en la región, el poder religioso, la relación violenta entre nuestras clases políticas con los pueblos originarios y afrodescendientes, los nacionalismos y hasta el origen mismo de la categorización de América Latina. A propósito del ejemplar, se le pregunta:

¿Cuál es la visión europea de América Latina?

En los estudios de la historia latinoamericana en Europa, quizás con algunas excepciones desde España, señala, “todavía persiste un prejuicio exótico, de alguna manera. Es algo lejano, raro, más antropológico que histórico (...) también hay una distracción general no tanto desde la academia sino sobre todo por los medios de comunicación. Hoy están centrados en la guerra en Ucrania, pero dos meses atrás si uno compraba un periódico italiano, América Latina aparecía de vez en cuando, si acaso por algo relacionado con la Venezuela de Maduro o el narcotráfico, pero por lo demás ha estado fuera del debate”.

No obstante, considera necesario reintroducir a nivel global ese debate sobre los tópico latinoamericanos, toda vez que, dice, “ha sido uno de los grandes laboratorios del mundo” que permite comprender otras fenomenologías globales, desde la urbanización hasta el cambio climático, pasando por “los experimentos políticos”.

En España misma, si bien hay más estudiosos de la historia de nuestra región, los hay muy pocos de la contemporánea, plañe el historiador, mientras que abunda el interés por la historia colonial y los movimientos independentistas.

La presencia de EU

Algo de la Doctrina Monroe, aquella decretada en 1823 por el entonces presidente estadounidense James Monroe como una condena ante cualquier intento de intervención europea en América (en la concepción integral de continente), que fue sintetizada en la frase “América para los americanos” y también criticada como una excusa para el “intervencionismo gringo”, aún sobrevive al día de hoy, evalúa De Giuseppe.

“Pero tengo la sensación de que estamos en una etapa muy peculiar, vivimos sin darnos cuenta algo muy parecido a lo que vivía el mundo en los años 70, una transición parecida que no sé a dónde nos llevará. Pero ya no se trata solamente de la relación entre países productores de materia y los transformadores sino una mucho más compleja, que tiene que ver con las redes financieras transversales, el control de los nudos del comercio y la logística del planeta. Y dentro de todo esto, creo que América Latina, a pesar del silencio mediático, con salida a dos océanos y una diversidad natural y de recursos, es el centro de las grandes partidas que se están abriendo. Y vamos a ver qué permanece de la Doctrina Monroe después de esa etapa de transición, porque América Latina es una categoría flexible que va más allá de las fronteras clásicas”.

Historia contemporánea de América Latina

  • Autores: Massimo de Giuseppe y Gianni La Bella
  • Edita: Turner
  • Año: 2022 (al español)
  • Páginas: 440

Rastros del nombre América Latina

Hay diversas versiones sobre el origen del término América Latina, aunque la gran mayoría coincide en que comenzó a emplearse a la mitad del siglo XIX en ambos extremos del Atlántico, aún como un proceso remanente de colonización. Varias versiones aducen que la Iglesia católica fue la primera en usar el término en documentos institucionales y no solamente en panfletos, aunque otras versiones adjudican el topónimo al régimen de Napoleón III ante el interés por sentar base en la región y desplazar la estela española en una región que aún se conocía como Hispanoamérica.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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