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Arte e Ideas

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Símbolo del optimismo

Es casi imposible imaginar que el de la foto fue uno de los más grandes comediantes de su tiempo. Porfirio Díaz le aplaudió a rabiar en aquellos tiempos aristocráticos del siglo XIX mexicano.

Miren a este tipo. El cliché del payaso llorón le queda corto. Es tan deprimente como un limón exprimido y tirado en la banqueta. Alguna vez ese limón fue vida y alegría, acompañó las jícamas con chile de algún niño o de un oficinista con ganas de ser saludable.

John Wayne Gacy era más feliz que este payaso, más sereno. Imaginen a Gacy mientras descuartizaba cuerpos en su sótano y se sentirán más edificados que viendo a este tipo.

Su monstruosidad es ejemplar, de una tristeza que es una obra de arte. No vemos sus manos, pero se puede imaginar que en alguna lleva una pistola: un suicida al momento de llevar el caño a la sien.

Pienso en aquella frase que le atribuyen a Arthur Schopenhauer, el filósofo de la voluntad, esa que afirma que el suicidio es una forma del optimismo. El suicida cree que la muerte será un alivio a la pesada carga de la vida. Una ilusión, diría Schopenhauer, una mentira para hacer menos pesada nuestra condición de derrotados eternos.

Así entonces este payaso triste es en realidad un símbolo del optimismo.

Es casi imposible imaginar que el de la foto fue uno de los más grandes comediantes de su tiempo. Porfirio Díaz le aplaudió a rabiar en aquellos tiempos aristocráticos del siglo XIX mexicano. Su nombre, el del payaso, era Richard Bell, estrella de un circo hoy olvidado.

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