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Arte e Ideas

Lectura 3:00 min

The Watchmen

Un héroe ha muerto. Uno de sus compañeros busca al responsable y las consecuencias de su investigación cambiarán el futuro de la humanidad.

A Alan Moore le molesta mucho que Hollywood haga versiones de sus novelas gráficas. Después de ver Watchmen: los vigilantes, entendí por qué.

Me explico. La película de Zach Snyder (300 ) no es totalmente mala. Es una película de acción pasable. A ratos alcanza grandes momentos, pero a ratos es un somnífero efectivísimo.

Es un error criticar una adaptación por lo que adolece en comparación con su fuente original. Pero es imposible no hacerlo cuando el autor de la adaptación decide ser completamente fiel a su fuente sin tener el talento para transformar el ritmo literario en ritmo cinematográfico.

Snyder, y los guionistas David Hayter y Alex Tse, tomaron esa pésima decisión. Hicieron una película pensando que se trataba de reescribir la novela. El resultado es una vistosa -y pesada-ilustración de dos horas y media.

Es 1985. Mientras EU y la Unión Soviética están a punto de la guerra nuclear, un tal Edward Blake es asesinado. Blake es la identidad real de El Comediante, antiguo miembro de Los Vigilantes, un grupo de héroes enmascarados hoy desaparecido.

Rorschach, maniqueo, violento y también un exvigilante (aplausos a Jackie Earle Haley por darle entrañas a este monstruo), decide investigar el homicidio. Las consecuencias de esta investigación cambiarán el futuro de la humanidad.

Conoceremos a los demás Vigilantes: Nite Owl, bonachón y decente, Silk Spectre, obligada por su madre a continuar con su herencia heroica, Ozymandias, inteligente y ambicioso, y Dr. Manhattan, milagro de la ciencia y el arma más letal de EU en la carrera armamentista.

Todos heroicos a su modo, y todos, hasta Manhattan, esencialmente humanos.

No hay creación alguna por parte de Snyder. Se arriesga con el tono dramático y falla. La mayor parte de la historia es narrada con gran realismo, ¡pero las secuencias de acción son dignas de Rambo!, incongruentes con la vulnerabilidad de los protagonistas. (¿Y esa máscara mágica de Rorschach, cuyas manchas cambian como si tuvieran vida propia? ¡Pero se ve cool! se justificará el director. No es un filme para niños, pero se ahoga en infantilismo.)

¿Vale la pena el viaje? Exclusivamente para los recién llegados, que quedarán impresionados con esta historia desgarradora e inquietante (el mérito es de Moore: si uno fotocopia una maravilla, algo de genialidad sobrevivirá).

El soundtrack es lo mejor de la cinta. No se pierda la magnífica secuencia inicial de créditos, con The Times Are A-Changing de fondo, el único momento que derrocha creatividad fílmica.

klm

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