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Arte e Ideas

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Vivir en México es: privilegios, política y tlacoyos de requesón

Tara Buss venía por seis meses a México: ahora lleva tres años aquí y espera no marcharse nunca.

Mide 1.83 de estatura. Es un poquito más alta que su novio mexicano, al que conoció en Tinder. En otros sitios para ligar te preguntan por la estatura, pero en Tinder no. Yo le advertí al que ahora es mi novio que era alta . Pero ser alto y gringo en México es bueno: dice Tara que a ella nunca la atropellarán los carros, que al contrario, los carros se detienen para dejarla pasar.

La estatura, dice Tara Buss (Ann Arbor, Michigan, 1986), es sólo una pequeña parte del privilegio que significa ser estadounidense en México.

Yo soy gringa pero amo este país. Me asusta mucho lo que está pasando en Estados Unidos , me dice, pero ya hablaremos de ello.

Su español no es perfecto pero le basta para tener la mayor parte de esta conversación en castellano. Su increíble departamento en la Condesa, donde vive con su novio, le permite vivir dentro de una burbuja liberal en la que, dice, puede pasar días sin hablar en español.

Por lo pronto Tara me dice que su comida favorita es la que venden en los tianguis y los mercados populares. En el tianguis me cobran más caro (que a los mexicanos) pero es un pequeño precio que pago feliz. 40 pesos por comer cada día y se encoge de hombros.

Su platillo favorito: tlacoyos de requesón con chorizo y queso encima. Todos los martes va al tianguis de la Condesa por su tlacoyo. También es asidua al mercado de la calle de Medellín, donde se pueden comprar productos de varios países latinoamericanos.

Soy foodie, me encanta la cocina, y los mercados son un gran lugar para observar a la gente y aprender de ella .

Cuando llegó en el 2013 para hacer trabajo de investigación para su posgrado Tara es politóloga graduada en la Universidad de California en Berkeley; está por graduarse como doctora en ciencia política vivió en Morelia por seis meses. Sólo planeaba quedarme esos meses, ¡pero ya llevo tres años! , dice Tara, sorprendida de su propia audacia. Aunque viaja mucho entre México y California, considera la Ciudad de México su hogar. Me siento más cómoda aquí que en California .

La cultura (mexicana) ?del privilegio

Tara creció en Ann Arbor, Michigan, la ciudad en la que se asienta la Universidad de Michigan, donde sus padres son profesores. Creció bien instalada en la clase media.

A pesar de que Ann Arbor es una ciudad universitaria, la escuela de Tara era casi exclusivamente blanca. En mi prepa había como dos latinos, un chino y algunos negros. Ahora es un poco más variado pero en mi tiempo era así: puro blanco .

Tenía que tomar clases de español en la prepa y era una de sus materias menos queridas. Me preguntaba por qué tenía que aprender español. No lo entendí hasta que llegué a California .

Berkeley fue para Buss una de esas experiencias luminosas que cambian la vida. Por primera vez comenzó a compartir con mexicanos: todos sus roomies eran de México. Una vez escuché a dos de mis amigas platicar de que eran indocumentados y yo quedé sorprendidísima. Aprendí a respetarlas mucho .

Quedó tan impresionada que orientó su trabajo académico a México. Su investigación es sobre la percepción de la violencia en nuestro país. Es interesante: ha descubierto que la gente que tiende a sobreestimar la violencia en su comunidad está más dispuesta a aceptar el autoritarismo.

Pero en su investigación del día a día, la que no es académica sino personal, ha descubierto que los mexicanos en situación de privilegio son ciegos: apenas si alcanzan a percibir su buena fortuna.

Lo veo a través de mis lentes de gringa. Los amigos de mi novio me dicen que en México la discriminación es socioeconómica, no de piel, pero yo veo que sí tiene mucho que ver con la piel. Veo que la gente morena también es la que tiende a ser pobre , dice Tara, que no entiende por qué las novias de los amigos de su novio no hablan mucho en las reuniones. Yo sí hablo, y me ven así con cara de ‘ay, la gringa’. Los roles de género están muy marcados .

El choque cultural según Tara Buss.

El caudillo Trump

Miedo. Eso siente Tara cuando ve a Donald Trump. Soy blanca, con muchos años de educación, se supone que soy de la parte de la población que no debería tener miedo. Pero tengo miedo.

Mi mejor amiga de la prepa es musulmana, mi mejor amiga de la universidad es queer y tiene un apellido musulmán. ¿Qué va a pasar con ellas? Realmente me entristece que tanta gente en mi país haya puesto sus preocupaciones financieras por encima del respeto al derecho de otros .

Tara tiene que cambiar al inglés porque lo que tiene que decir como politóloga es más claro en su lengua nativa.

Trump es como un dictador latinoamericano o africano, alguien que no tiene respeto por las instituciones democráticas. Fíjate en su gabinete, no tiene nadie que le haga contrapeso. Su famoso impuesto de 20% va a destruir la economía estadounidense .

Piensa, dice Tara, en la gente de las fábricas y maquilas que votaron por Trump porque querían mantener su empleo. Pero no se preguntaron a quién le iban a vender sus productos. México es nuestro segundo socio comercial. La famosa dependencia de México va en doble sentido: somos países muy interdependientes .

Trump, el caudillo, no se da cuenta de la verdadera naturaleza de la relación entre México y EU. Desde la inversión internacional hasta el turismo, los dos países son como hermanos siameses: corta a uno y matas al otro.

Tara lloró el día que eligieron a Trump. No es que sea republicano, no es que sea de derecha, no: Trump es diferente. Y apenas lo estamos descubriendo. Creo que es horrible, pero más horrible para mi país que para México. La gente que lo eligió van a ser los grandes perdedores .

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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