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Arte e Ideas

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Ya no hay retorno al realismo, advierte González Iñárritu

“Para ilustrar la realidad, mejor leo el periódico y me deprimo yo solito”, declaró el oscarizado durante la clase magistral impartida en el marco del arranque de la edición 20 del Festival Internacional de Cine de Morelia.

El tumulto desde muy temprano comenzó a desbordar la banqueta en una de las entradas laterales del Centro Cultural Universitario de la Universidad Michoacana. Era demasiada la gente dispuesta  a entrar, a como diera lugar,  a la clase magistral que este domingo ofreció el oscarizado Alejandro González Iñárritu en el Auditorio Nicolaíta, en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Así que se decidió dividir la sesión en dos partes, de manera que pudieran ingresar dos grupos distintos a conversar con el realizador.

Iñárritu explicó las razones de ser de “Bardo”, una cinta que ha sido señalada por la crítica como “un viaje de ego”, “una búsqueda autocomplaciente” o “un trabajo pretencioso pero eléctrico''. El director dijo que se trata de una autoficción vertida en la perspectiva de una persona atrapada en un sueño, una historia sin historia, una serie de rebanadas de sensaciones.

¿El rodaje de “Bardo” modificó la relación de Iñárritu con el cine?, le preguntó Daniela Michel, directora del FICM. El realizador ofreció un sí inmediato y entró en detalles:

“Esta película no es un alucine, no está medio loca. Es una cinta que pasea por la conciencia de un personaje, como cuando soñamos y luego describimos nuestro sueño, lo ridiculizamos y lo reducimos, porque es magnífico, es indescriptible, y cuando le ponemos palabras se hace chiquito, aunque nosotros hayamos visto algo alucinante, lleno de detalles y símbolos (…) sí me cambió porque es algo que no había hecho en mi vida”.

Sobre si le entrega de “Bardo” simboliza el fin de un ciclo y el comienzo de otro, González Iñárritu asintió:

Me ayudó a reafirmar que no me interesa la realidad, me aburre profundamente y me aburre porque creo que la realidad está demasiado presente y no necesariamente es algo que disfruto en el sentido de que cuando la realidad está un poco rota, el arte sirve para poder hablar de ella. Podemos imaginar, escapar y construir una realidad imaginaria. Ahora me gusta más la reinterpretación personal. Para ilustrar la realidad, mejor leo el periódico y me deprimo yo solito. Eso no me interesa, eso es demasiado abundante”.

A lo largo de la conversación, el realizador mexicano residido en Los Ángeles señaló que vivimos en “un ciclo de nada más estar lamiéndonos las heridas y representando la violencia que nos afecta todos los días”.

En cambio, explicó que dolores tan presentes en el día a día, como las desapariciones y la guerra, “claro que los tenemos que manifestar, pero también el arte nos da otras herramientas para poder reflexionar y eso es lo que hago en esta película, abordar el tema de los desaparecidos, amputar las heridas de la conquista o de la invasión americana, pero lo traté de ver con humor. El humor nos da la posibilidad de revelar cosas que la seriedad o la solemnidad no nos dan”.

A nivel formal, añadió, “estoy agotado, por ejemplo, no volvería a filmar una película como lo hice con ‘Amores Perros’ (en términos técnicos) (…) me interesa explorar las diferentes posibilidades que hay en el lenguaje visual. Creo que ya no hay retorno a ese realismo convencional y creo que eso es parte del desarrollo de mi estado interior ahora”.

Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”

Dirección: Alejandro G. Iñárritu

Guion: Alejandro G. Iñárritu y Nicolas Giacobone

Elenco: Daniel Giménez Cacho, Griselda Siciliani, Ximena Lamadrid, Íker Sánchez Solano

Duración: 152 minutos

Estreno en cines: 27 de octubre

Más de 500 salas de todo el país proyectarán la cinta

Estreno en Netflix: 16 de diciembre

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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