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Capital Humano

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Acceso de trabajadoras del hogar al IMSS avanza a paso lento y beneficia sólo al 2.4%

Pese a los enormes esfuerzos de las empleadas y su organización colectiva, todavía 98% de las personas trabajadoras del hogar está fuera de la seguridad social y el 70% tiene ingresos de apenas un salario mínimo mensual.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Hace cuatro años el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) lanzó un programa piloto para afiliar a las trabajadoras del hogar. En 2022 se aprobó su obligatoriedad, pero todavía 9 de cada 10 trabajadores —casi todas mujeres— de este grupo están en la informalidad.

En México hay 2.4 millones de trabajadores del hogar, de los cuales casi 2.2 millones son mujeres y 200,000 son hombres, de acuerdo con la última actualización de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

La mayoría de las mujeres que trabajan remuneradamente en hogares realizan actividades de limpieza, organización y cuidados. Los hombres, tareas de jardinería, plomería o son choferes privados.

Pero en este universo de trabajadoras hay muchas realidades y la que más se comparte es la de vulnerabilidad laboral. Pese a los enormes esfuerzos de las trabajadoras del hogar y su organización colectiva, todavía 98% están fuera de la seguridad social y el 70% tiene ingresos de apenas un salario mínimo mensual. Aunque la afiliación y la profesionalización avanzan, lo hacen a ritmo lento.

La implementación del programa piloto en dos fases y otras políticas públicas complementarias no han logrado detonar su inscripción al IMSS. Además, la diversidad de situaciones y condiciones que enfrentan complejizan el panorama.

“A mí sí me dijo Estefi —su empleadora— que sí quería me ponía en el IMSS. Me explicó todo bien y revisamos juntas que tenía que pagar una cuota ella y una cuota yo, le pregunté si mejor podía darme eso de aumento, porque ya cumplía tres años con ella y nunca me había subido el sueldo”, afirma Gabriela Pérez, de 43 años, residente del municipio Valle de Chalco en el Estado de México.

Gabriela dice en entrevista que muchas de sus vecinas, que conoce de su barrio y también son trabajadoras del hogar, han optado por buscar esta alternativa. “Lo de tener el seguro está bien para el médico, pero en mi casa lo que necesitamos más es el dinerito, porque vamos al día y un poquito más hace la diferencia”.

Carmen, por su parte, tiene una perspectiva totalmente distinta, su esposo enfermó hace un tiempo y quedó desempleado perdiendo su afiliación al IMSS. Con sus ahorros familiares y su trabajo en distintos hogares pudieron costear los primeros meses de médicos y medicinas, pero con el tiempo se complicó.

"Yo desconocía por completo que una se podía afiliar al Seguro, nunca me lo ofrecieron. Sin dudar hubiera aceptado para asegurar a mi esposo y a lo mejor estaríamos en otra situación ahora", cuenta Carmen. Su esposo falleció hace dos meses; ella apenas pidió a sus empleadores iniciar el trámite de afiliación y está convencida que la aportación que tendrá que hacer vale la pena porque ella y su hija menor tendrán acceso a servicios de salud.

Carmen vive cerca de la salida a la carretera México-Cuernavaca, al sur de la Ciudad de México, demora casi dos horas para llegar a su lugar de trabajo en la colonias Roma y Del Valle Centro. Y más o menos lo mismo de regreso. Asegura que ahora que está en medio del trámite ha encontrado más complejidades.

"Yo, por ejemplo, trabajo en cuatro casas diferentes y con Rodrigo y Gaby —dos de sus empleadores— está siendo más difícil, porque tampoco sabían nada del trámite, me preguntan si es un contrato para todos, o uno para cada patrón y cómo tienen que hacer el trámite y cómo se pagan las cuotas, y la verdad que yo tampoco lo sé. Lo bueno que una de las chicas con las que trabajo aceptó hablar con ellos para explicarles, porque si no, ahí hubiera quedado lo del seguro", detalla.

En México, algunas organizaciones como el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) y el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho) han hecho una labor enorme para visibilizar el trabajo de hogar y conquistar derechos de quienes se ocupan en estas actividades. Pese a ello, los retos todavía son grandes, no sólo en el acceso a la información de las propias trabajadoras, sino también de sus empleadores.

Complejidades múltiples para la afiliación

Además de la diversidad entre las trabajadoras del hogar, otras barreras en el proceso de afiliación a la seguridad social son el contexto cultural, las leyes y las políticas públicas. Pero, sobre todo, la forma en la que entendemos el trabajo del hogar.

“No podemos analizar la discriminación, la desigualdad y las violencias que sufren las trabajadoras del hogar sin entender el fondo, que no sólo es el capitalismo, sino también los sistemas de género”, expresó Marta Clara Ferreyra Beltrán, directora general de la Política Nacional de Igualdad y Derechos de las Mujeres en el Inmujeres.

Muchos de los hombres que se dedican al trabajo del hogar están en mejores condiciones que sus pares mujeres, porque por su propio factor de género negocian mejor sus salarios, sus horarios y sus límites, porque están de alguna forma más fortalecidos en el sistema, asegura en entrevista.

Y esto lo demuestran las cifras del IMSS y de la ENOE. En el trabajo del hogar remunerado una de cada 10 personas es hombre, pero en el grupo de afiliados al Seguro Social bajo esta modalidad tres de cada 10 son hombres.

También son los hombres quienes ganan más en el trabajo del hogar. En promedio, ambos sexos perciben 3,829 pesos mensuales. Pero el ingreso promedio de los hombres es de 4,399 pesos por mes, 632 pesos más que las mujeres ocupadas en el sector, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Lo que ganan las mujeres está por debajo del promedio general, pues ellas perciben 3,767 pesos mensuales, según la información que emitió el Inegi a propósito del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. “Lo anterior se relaciona con que las ocupaciones en las que hay más participación de hombres que de mujeres —como la jardinería, vigilancia, choferes y cuidados de personas— tienen, en promedio, mayores ingresos mensuales”.

Desde la perspectiva de Marta Clara Ferreyra Beltrán, para detonar la afiliación de las trabajadoras del hogar al IMSS “debe existir un salto cultural enorme de entendernos como ciudadanos, y de entender que el vínculo que existe entre las personas trabajadoras del hogar y quien las emplea es laboral; hay que pensar en los hogares como microcentros de trabajo”.

Integrar a las trabajadoras del hogar a la seguridad social no debería ser una opción o una alternativa “que convenga”, sino una acción que nos convierte en sociedad y que fomenta la colectividad laboral. “Hay que reconocer el esfuerzo del IMSS en términos de subsidios a las cuotas, pero todavía quedan retos para entender la afiliación como un derecho y obligación ciudadana, más que en términos de conveniencia o incentivos”, puntualizó.

“El piloto sirvió para entender y ajustar muchas situaciones, aunque el reto sigue siendo grande, es importante visibilizar los pasos que ya se han dado en materia de derechos laborales de las personas trabajadoras”, agregó.

¿Cuántas personas empleadoras cumplen?

Como se mencionó con anterioridad, de un universo de más de 2.4 millones de personas trabajadoras del hogar, sólo el 2.4% ha sido inscrita al IMSS. Es decir, las personas empleadoras —hombres, en su gran mayoría— incumplen su obligación con casi el 98% de las empleadas.

Por ello, la semana pasada, el IMSS anunció que “pondrá en marcha una campaña masiva de difusión, acompañamiento y sensibilización dirigida a los empleadores”.

Hasta febrero, se tenía registro de la afiliación de 56,092 hombres y mujeres dedicadas al trabajo del hogar y de cuidados remunerado. Ese universo de personas beneficiarias “está asociado a 49,307 empleadores”, de acuerdo con información que el IMSS proporcionó a El Economista.

El 69% de las personas que contratan este trabajo es hombre y el 31% es mujer, según el reporte Perfil de los empleadores de las trabajadoras del hogar en México, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Desde noviembre de 2022, la Ley del Seguro Social (LSS) establece que las personas empleadoras de trabajadoras del hogar tienen la obligación de inscribirlas al IMSS. La Ley Federal del Trabajo (LFT) señala ese deber desde 2019.

Si la trabajadora contratada labora con otras familias, cada hogar empleador puede afiliarla por su cuenta. No es necesario que se dividan las cuotas o el gasto, cada uno pagará la cuota que le corresponde de acuerdo con el número de días que la empleada acuda a su domicilio.  

Organizaciones de trabajadoras del hogar y aliadas en defensa de sus derechos habían pedido al organismo crear campañas para las personas empleadoras. La capacidad de negociación de las empleadas es menor todavía. Por ello, la información, concientización y la lucha por el derecho a la seguridad social no puede recaer en ellas.

Además, hay muchas personas que emplean a trabajadoras y trabajadores en este rubro y no saben cómo realizar el trámite, piensan que deben pagar demasiado o no conocen los beneficios de inscribir a su personal al instituto. 

En tanto, el IMSS indicó que junto con la campaña masiva dirigida a las personas empleadoras en todo el país, el micrositio institucional para el registro de las trabajadoras del hogar facilitará su inscripción.

En una reunión de trabajo del Consejo Técnico del IMSS realizada la semana pasada, Zoé Robledo, director del instituto, reconoció que tras el programa piloto de afiliación, “falta un esfuerzo de difusión masiva sobre la responsabilidad que tienen los empleadores del trabajo del hogar”.

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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