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Cómo potenciar el futuro mexicano y su semillero de talento
“El mapa para hacer destacar a nuestros jóvenes implica la concientización de que la preparación y la cultura del esfuerzo son relevantes para la obtención de un futuro constructivo, así como facilidades desde la política pública para que se inviertan correctamente los recursos”.
La idea de construir mentes debería ser un interés conjunto, pero requiere de la voluntad individual, social y política.
Hasta ahora, México presenta un rezago importante en adquisición de conocimientos necesarios para tener una vida laboral digna. Lejos están aquellos años en que la tragedia de la guerra civil española nos hizo el gran regalo de dotarnos con intelectuales de gran nivel a nuestro país. En aquella época se fundaron y enriquecieron las escuelas públicas y privadas que existían. Le enseñaron a México a conocer que había una mejor forma de vida mediante la alfabetización y la inclusión de las mujeres en escuelas de estudios superiores.
Así se implantó una nueva visión de futuro y se conocieron las teorías más vanguardistas. El nuevo interés cultural y social dio esperanza a miles de personas de poder dejar atrás la pobreza. Un nuevo México se conformó alentando a jóvenes a perseguir ideales que dieron como resultado a muchos profesionistas o técnicos de destacado conocimiento.
Hasta que como cuenta un relato, en los años setenta dejamos de lado la escritura cursiva para empezar a leer con letra de molde debido a que los políticos en aquella época no querían que la población entendiera lo que contenían los manuscritos revolucionarios, independentistas y de conocimientos sociales, porque representaban ideas que podrían haber fraguado el derrocamiento del hasta entonces único partido.
¿Verdad o ficción? No lo sabemos, lo importante es que, a partir de aquellas fechas, dejamos de tener la habilidad de comprender la lectura y el estudio se deterioró, hasta el punto de colocarnos en la actualidad en los últimos lugares en comprensión lectora, conocimientos matemáticos y ciencias, según la aplicación de la prueba PISA de la OCDE de 2018.
Lo más preocupante es que en la actualidad se continúa con políticas de deterioro escolar al insertarse una serie de ayudas económicas que en nada han enriquecido a la formación. Otras, como la quizá bienintencionada “Jóvenes Construyendo al Futuro”, precarizaron la educación y el trabajo, dando como resultado que una parte de la estructura juvenil de empresa fuera separada de sus empleos, para “aprovechar el año en el cual el gobierno pagaba el seguro social y un salario”. La pobreza laboral fue el primer impacto que recibieron miles. Lo que les ha impedido empezar o seguir con sus estudios. Por otro lado, esta ayuda se extendió al trabajo informal en labores en la calle como en los conocidos tianguis, cuestión inaudita.
Realizar un plan para estructurar una potencia en conocimiento y trabajo de calidad requiere un compromiso ético y social, no sólo gubernamental. Pero dejemos de hablar de abstracciones.
El mapa para hacer destacar a nuestros jóvenes implica la concientización de que la preparación y la cultura del esfuerzo son relevantes para la obtención de un futuro constructivo, así como facilidades desde la política pública para que se inviertan correctamente los recursos.
El plan debe incentivar a todos los jóvenes, tanto estudiantes como quienes no lo son, para prepararse mejor mediante un sistema que adopte las capacidades por intereses. Las personas hacemos las cosas porque nos representan algo grato, de lo contrario se alienta el abandono o la mediocridad. Es importante tener en cuenta que generar puentes entre la teoría y la práctica abrirá nuevas posibilidades para el regreso del interés de los adolescentes por estudiar.
Por lo que respecta a la política pública, por ejemplo, implantar la excepción del Impuesto sobre Nómina por cada joven que sea contratado durante el periodo de tres años lograría que empresas, bachilleratos, universidades, politécnicos y tecnológicos conformaran una sola unidad, con intereses comunes en actividad laboral y académica. El compromiso de que los jóvenes puedan concluir dichas actividades de forma paralela, debe ser una prioridad.
Lo anterior hará que las empresas formen en conjunto con las escuelas al personal con habilidades necesarias para el futuro semillero de una generación útil en todos los ramos laborales, desde los básicos hasta los de alta especialidad, conformando el patrimonio intelectual mexicano.
Fomentar esto requiere que haya un escrupuloso engranaje público que involucre a la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, debido a que debe existir un sistema de pruebas de talento por parte de la primera; el seguimiento de los contratos de trabajo, por la segunda, y la vigilancia de los recursos, por la tercera, sin escatimar un peso respecto al personal del servicio público que lleve a cabo estas funciones.
Entonces, ¿qué le falta a México? Dejar de lado los intereses individuales, y pensar que si continúa el deterioró, todos seremos rehenes de éste. Me gustaría saber si a las empresas, sindicatos, sociedad civil y gobierno les gustaría empezar.