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Capital Humano

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La cultura de “ponerse la camiseta” con jornadas extensas, el desafío de la reforma de explotación laboral

La competencia por ser el trabajador más comprometido se ha traducido en extensiones por voluntad propia de las jornadas laborales, pero esta cultura organizacional sólo deja una fuerza de trabajo agotada.

“Ponerse la camiseta”, “Dar el 110%”, “Ser el primero en llegar y el último en irse”, son sólo algunas de las frases que hablan de la cultura del esfuerzo que aún se promueve en algunas empresas, tan repetitiva que ha permeado en el inconsciente del trabajador al grado de que en ocasiones, es éste quien extiende su jornada laboral por decisión propia.

Con la reforma de la Ley de Trata de Personas que tipificó como delito de explotación laboral los horarios superiores a lo establecido en la Ley Federal del Trabajo (LFT), una duda común es, ¿qué pasa cuando las horas de trabajo son extendidas por el propio trabajador?

Más allá de temas legales, la cultura de “dar el extra” está muy arraigada entre las empresas y colaboradores, esa que considera que más horas están directamente relacionadas con mayor productividad, pero no necesariamente es así.

El mundo actual es cambiante, y el mundo laboral también está virando hacia la búsqueda de un balance vida-trabajo, sobre todo impulsado por la generación centennial.

Y es que gran parte del legado de ponerse la camiseta es el agotamiento o el burnout, que parece ser el enemigo número uno a vencer, cuando la pandemia del siglo XXI se llama estrés laboral.

Pero más allá de las implicaciones legales y sanciones para las empresas que incumplan éstas, es la cultura organizacional es la que debe cambiar, transformarse y buscar hacer más con menos en la era digital.

Medir la productividad de manera distinta

Daniela Blank, CEO de la consultora Grow, afirma que durante muchos años trabajar demasiadas horas y premiar a los trabajadores por hacerlo, ha sido la constante en las culturas organizacionales. Sin embargo, dice, hoy es algo que se está tratando de reformar en los espacios de trabajo.

Pero ¿cómo hacerlo? La especialista en transformación cultural, opina que lo primero que debe suceder es “darse cuenta de que, a veces más es menos. Que las personas que se saben que se van a quedar más tiempo desperdician muchas horas del día haciendo cosas improductivas, y trabajando más en la tarde-noche, en lugar de tener horas efectivas de trabajo”.

En ese sentido, Daniela Blank advierte que este tipo de situaciones son los principales detonantes del agotamiento, el deterioro de la salud mental.

La recomendación de la especialista, es que en las organizaciones se hable sobre cómo afecta el exceso de trabajo, así como la necesidad de descansar, de dormir lo suficiente y con calidad, al igual que la disposición de horas libres para hacer actividades con la familia o amigos.

“Se debe saber medir la productividad de otra manera que no sea las horas calentando el asiento, sino realmente ser efectivos en las horas destinadas para el trabajo. Incluso si es necesario reconfigurar los espacios de trabajo para quienes tienen dificultades para concentrarse”, refiere.

Las empresas son las que deben analizar cuáles son los mensajes que se les están enviando a los colaboradores, qué se está incentivando, se debe alinear a la idea de ser productivos en las horas que tiene la jornada laboral, ni más ni menos, señala Daniela Blank.

La competencia por ganar el título de el “trabajador del año”

Erika Villavicencio-Ayub, especialista en gestión estratégica de Recursos Humanos de la UNAM, refiere que las compañías no están mandando el mensaje adecuado al promover, por un lado, la desconexión digital de los trabajadores, y por el otro, premiando o exaltando a los colaboradores que contestan, “no importa la hora” o que siempre están a disposición.

La cultura laboral genera muchas situaciones de estrés, por ser el mejor, por aportar más, por sobresalir, aún a costa de la salud física o mental, dice la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Colgar esa “medalla” a los trabajadores que dejan el alma y el cuerpo por el trabajo, es una señal equivocada que sólo genera una competencia insana dentro de las organizaciones, pero que desde las mismas empresas se promueve.

“¿Quién es mejor trabajador, el que contesta primero el correo que se envía, aunque sea a deshoras o el que se espera a que sean los horarios de trabajo?, ¿quién es más responsable el que contesta a un mensaje en el chat, aunque ya sea noche, o el que se espera a las horas de oficina?”, cuestiona Erika Villavicencio-Ayub.

Y es que, aunque no existan “reglas claras sobre cuáles son los límites para esas horas extras”, ante la ausencia de límites, se volverá una lucha que sólo traerá más estrés entre los colaboradores, desarrollando el famoso agotamiento.

El compromiso y la lealtad hacia una empresa no debería enfermar a su capital humano, el mensaje de las organizaciones debe ser de fomentar la creatividad y la innovación para lograr buenos resultados, sin necesidad de destinar más tiempo para hacerlo.

Periodista especializada en temas financieros y económicos; hoy también escribe sobre empleo, carrera, políticas laborales, salud mental en el trabajo, desarrollo profesional, marca personal.

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