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Capital Humano

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Tener el mejor talento no basta

Al hacer un breve análisis de los dos últimos campeones de la Copa Mundial de Fútbol podemos identificar que no es suficiente tener al mejor capital humano si no lo puedes hacer trabajar en equipo para lograr los resultados deseados.

Tener el mejor talento no basta. Esta simple afirmación representa un tema muy relevante y muy discutido en las organizaciones hoy en día, ya que contar con el mejor capital humano no es garantía de tener los mejores resultados o lograr los objetivos establecidos. Hagamos una reflexión en términos futbolísticos, terreno en el que podemos identificar claramente a los dos jugadores que han dominado los últimos 10 años de este deporte: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, sin lugar a dudas los jugadores más talentosos en la época moderna.

Tan sólo entre estos dos jugadores han anotado en conjunto más de 1,200 goles en las competencias que han participado, lo que representa más de toda la producción goleadora de ocho de los equipos más importantes del fútbol europeo en el torneo de la Champions League. Pero considerando que son los mejores, debemos cuestionarnos por qué no han ganado el torneo de fútbol más importante a nivel selecciones nacionales que es la Copa del Mundo.

Al hacer un breve análisis de los dos últimos campeones de esta competición, podemos identificar que no es suficiente con tener al mejor talento si no los puedes hacer trabajar en equipo para lograr los resultados deseados. En Brasil 2014, el ejemplo más claro de la coordinación y colaboración en equipo fue la selección de Alemania, que si bien no tenía un ícono como Ronaldo o Messi, sí tenía un equipo equilibrado en todas sus líneas, donde la estrella era el equipo por sí mismo, todos aportaban en sus tareas y, a pesar de no tener un referente de gol, tenían un jugador que anotaba en los momentos importantes, además de tener líderes que permitían que cualquier jugador hiciera el gol. El ejemplo de esto es el gol de Mario Gotze, jugador que salió de la banca y que con tan sólo 22 años anotó el gol del campeonato.

El mismo ejemplo es el de la selección de Francia, equipo caracterizado por su diversidad cultural al estar conformado por jugadores que provienen de siete diferentes raíces culturales, incluyendo de países africanos y árabes. Esta selección ganó la Copa del Mundo de Rusia 2018 y ahí nos demostró que tener talento diverso e inclusivo en la cultura de trabajo puede ayudar a que un equipo sea mejor, porque complementa las habilidades de cada uno. El entrenador Didier Deschamps creo una cultura de trabajo que permitió resaltar las cualidades de cada jugador para que el equipo en su conjunto fuera mejor y no sólo destacara un jugador.

Pero la diversidad no es la única característica destacable de este equipo, también llama la atención las diferencias generacionales. El claro ejemplo es que su capitán era el portero H. Lloris, de 31 años de edad; su delantero más talentoso, K. Mbappe, tenía 19 años; su mediocampista clave, B. Matuidi, no era estrella del Real Madrid o el Barcelona y tenía ya 31 años; por último, el líder en la defensa, R. Varane, sólo tenía 25 años.

Esta reflexión también aplica en el mundo de los negocios, ya que en ocasiones buscamos contratar al mejor talento para el logro de los resultados planteados. Pero cuando contratamos en teoría al que es mejor y no obtenemos los resultados esperados, solemos preguntarnos: ¿debí haber invertido más recursos para contratar al candidato que consideraba que estaba sobrecalificado para el puesto? o ¿debí haber promovido a quien estaba debajo y que no lo consideré preparado para el trabajo? En vez de analizar si lo que busqué en el momento de crear mi equipo de trabajo era lo que necesitaba para poder lograr los resultados esperados.

Debemos entender que cuando se tiene un jugador muy valioso o que brilla con los proyectos que entrega o que siempre excede el resultado, pero en lo colectivo no tenemos cumplida la expectativa como equipo, puede ser porque no se ha propiciado un ambiente de trabajo adecuado o porque simplemente este jugador no se ha adaptado a la cultura organizacional.

La respuesta a este dilema implica definir cómo puedo hacer que las fortalezas de cada uno de los integrantes de mi equipo permitan tener un mejor resultado colectivo y que no sólo sea a través del trabajo de una sola persona que uno pueda entregar sin contar con las habilidades de los demás. Sin duda siempre tendremos estrellas en los equipos, pero lo importante es aprovecharlo para el logro conjunto.

Por último, debemos reflexionar que nuestro rol como líderes es identificar esas fortalezas, así como las áreas de oportunidad de cada uno de los integrantes del equipo, con la firme idea de crear el ambiente propicio para que cada uno pueda conectar con sus compañeros de trabajo. Tener un ambiente de colaboración hace que sea más sencillo el logro de los resultados. Si el ambiente de trabajo es mejor, cada uno podrá desarrollarse al conectar con las fortalezas de sus colegas para aprender algo nuevo y, al mismo tiempo, desarrollar a sus compañeros con sus conocimientos. Esta tarea, aunque suena fácil, es la clave para que los jefes dejen de ser un simple jefe y se conviertan en un líder.

Por eso regreso a la afirmación inicial: no basta con tener al mejor talento.

Especialista en Recursos Humanos con más de 15 años de experiencia y con un enfoque en el desarrollo del valor estratégico de la función para el negocio. Ha liderado la transformación de Capital Humano en industrias de los sectores automotriz, energético, financiero y de tecnología. Apasionado de la gente y del deporte.

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