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Capital Humano

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Transición laboral mexicana, ¿en qué etapa vamos?

Los avances en el régimen de relaciones laborales e industriales en el país se enfrentan a un escenario complejo, pues en este proceso ha habido mucho espacio para política y arreglos desde arriba y escasa participación de la sociedad civil y los trabajadores desde abajo.

Industria aeroespacial en Querétaro, Querétaro. Foto: Especial

¿Dónde se ubica ahora la transformación –transición mejor dicho– del régimen de relaciones laborales e industriales mexicano (RRIL)? Dadas las tradiciones disciplinarias de los estudiosos del país, ha prevalecido una visión que habla del cambio en “el modelo laboral”.

Lo primero por deslindar es que tal modelo laboral es apenas una parte de un RRIL y que éste no cambia, sino que “transiciona”. Se puede cambiar una ley o una institución por otra, pero no un RRIL. La razón es que tales regímenes están compuestos de leyes, instituciones, trayectorias industriales, estructuras, mercados, consumos, sistemas educativos y de entrenamiento, culturas, ideologías, creencias, practicas, legacías, y actores (organizados y no) empresariales, laborales y del estado.

En sus interacciones, los elementos anteriores crean relaciones de empleo, costos escondidos –entendidos como inversiones e intereses en sus cotos de poder y fuentes de recursos– y mecanismos de anclaje, lo que les permite actuar como regímenes dinámicamente entrópicos y autorreproducibles. Son además trayectoria-dependientes, lo que significa que le deben mucho a su pasado, por lo que hacen cualquier cosa por protegerlo. Todo ello hace no sólo muy complicada su transformación, sino que la sitúa como una tarea de largo plazo.

De esta forma, mover todos estos conjuntos y subconjuntos de un RRIL sólo puede conseguirse mediante una transición gradual, generacional, en la que se tienen que reacomodar muchas voluntades, gobiernos, luchas y entendimientos, y se deben fracturar otros tantos grupos, instituciones, rituales e intereses. Más aún, se deben mudar cientos de prácticas, significados y valores (el habitus Bourdeano, pues). Cuestión aún más difícil.

Visto así, la pregunta persiste: ¿Dónde va la transición mexicana? Trabajando sobre un esquema multinivel de modelos conceptuales de equilibrio puntuado, trayectorias-dependientes y transiciones sociotécnicas, (Covarrubias 2022-23) he notado que se pueden distinguir cinco grandes estadios en la transición de un RRIL: De emergencia y protesta; de expansión del conocimiento público; de debates y resistencias políticas; de desborde de la gobernanza existente y cambio de leyes. Y uno último de disrupción y cambio de régimen.

A mayor detalle. En el primer estadio los problemas son denunciados por especialistas y activistas opositores, subrayando la desigualdad social, la precarización del trabajo y/o la ausencia de democracia en el trabajo. En el segundo, la persistencia y extensión de las denuncias logran anidar en la sociedad civil. En la medida en que su conocimiento crece, empiezan ecos en y desde ésta. En un tercer estadio los debates se abren paso en la esfera política, donde se hacen parte de reacomodos y luchas por el poder.

En las primeras tres etapas de este proceso hay una tensión por estructurar (significar, resignificar) los términos del debate y ganar la esfera pública. Los grupos políticos e industriales en posición de gobierno suelen negar la existencia de problemas, aminorar su magnitud o restarle importancia. En tanto, los grupos opositores bregan contracorriente dada su marginalización nutrida por su falta de organización, escasas alianzas y carencia de recursos de todo tipo.

En el cuarto estadio, mantener inalterado el statu quo se ha hecho imposible. O simplemente no es ya rentable frente a un mercado donde cambian las trayectorias de los productos y las preferencias de los consumidores. Las presiones por cambiar las leyes e instituciones del trabajo han desbordado a los grupos de poder, de forma que se procede a ajustarlas. Los cambios están llegando a la esfera política donde nuevas asociaciones toman el poder y en ellas empiezan a acomodarse los ex ante grupos marginales. Adicionalmente, la economía es otra, con nuevos competidores que le ganan terreno a los antiguos líderes del mercado.

En la quinta y última etapa cambian los valores e ideologías en favor de un nuevo RRIL. Las nuevas leyes e instituciones del trabajo ahora devienen en prácticas dominantes. Hay una nueva coalición gobernante en el poder, sancionada por una nueva narrativa hegemónica sobre el trabajo, la economía, los derechos colectivos e individuales y la distribución de la riqueza. El mercado se ha transformado también bajo una nueva trayectoria industrial, con normas de consumo, distribución y salariales ad hoc a la nueva época.

Bajo esta perspectiva, la transición laboral e industrial mexicana se sitúa en una interfase del primer a segundo estadio. Sin embargo, una particularidad es que posee elementos de las etapas tercera, con los debates políticos para ajustar leyes y prácticas laborales, y cuarta, con los cambios de facto a las leyes en 2017, 2019 y subsecuentes, así como con la presencia en el gobierno de fuerzas progresistas antes marginadas.

Esto es así porque el punto de ignición precipitando la transición ha venido de la confluencia de dos fuerzas. Una, originada fuera, basada en las denuncias contra México en la OIT por violaciones a los derechos laborales, así como en particular en las presiones de Estados Unidos y Canadá para que el país ajuste sus leyes y prácticas laborales so pena de perder el acceso al mercado preferencial del T-MEC. Otra, producto del arribo de AMLO al poder, basada en una densa coalición donde destaca la coexistencia de grupos progresistas –como los que representan la ahora Secretaria de Gobernación y la exjefa de Gobierno de la CDMX– con fuerzas ancladas en el pasado, aferradas a los viejos cacicazgos político-laborales.

Esto explica la complejidad de la transición mexicana. En ella ha habido mucha política y arreglos desde arriba, y escasa sociedad civil y movimientos de los trabajadores desde abajo. Ha habido también una cascada de iniciativas para dignificar el mundo del trabajo por parte de la STPS, sensu contrario de la resistencia de grupos empresariales que quisieran seguir medrando de un México de pobres sin descanso.

En medio de este océano de contradicciones y posibilidades la transición mexicana va. ¡De qué va, va!

*El autor coordina la Red Innovación y Trabajo en la Industria Automotriz Mexicana (RedItiam) y el Grupo Interdisciplinario de Transporte Eléctrico y Movilidades Avanzadas (TEAMs). Es miembro del TinkTank para el Transporte Eléctrico Estados Unidos-México de la Alianza MX de la Universidad de California y la SER.

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