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Capital Humano

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Velas y flores por las víctimas de feminicidio… y de la precariedad laboral

Las ofrendas por el Día de Muertos reciben a miles de víctimas de feminicidio. A decir de activistas de la campaña Mujeres Vivas, Mujeres Libres, detrás de este flagelo hay un contexto de empleos precarios y sin políticas de prevención, además del desempleo al que se enfrentan las madres en búsqueda de justicia.

Ofrenda en memoria de las mujeres víctimas de feminicidio en México. Foto EE: Mujeres Vivas, Mujeres Libres

En la celebración del Día de Muertos, en miles de hogares se encendieron velas por las mujeres asesinadas, por las víctimas de feminicidio. Muchas de ellas, trabajadoras de diferentes sectores, obreras, oficinistas, maestras, abogadas, comerciantes, empleadas del hogar, enfrentaron condiciones laborales precarias, lo que las dejó en una situación de mayor vulnerabilidad.

De enero a septiembre de este año, han sido registrados 625 feminicidios, según el Secretariado Ejecutivo de Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Desde que se comenzaron a contabilizar, en el año 2015, suman 6,158 asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres. 

Los datos disponibles también señalan que la violencia contra las mujeres en los centros laborales incrementó 44% en los últimos cinco años. Según la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), al menos 7.9 millones de mujeres han vivido agresiones físicas, psicológicas, económicas y sexuales en el trabajo.

El Día de Muertos en México sirve para recordar a quienes han trascendido, pero diversas organizaciones feministas han tomado esta fecha para honrar la memoria de las víctimas de feminicidio como otro espacio para exigir justicia y un alto a los asesinatos de mujeres.

Por ejemplo, el movimiento Mujeres Vivas, Mujeres Libres montó un altar en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, dedicado a “las morras que nos arrebató la violencia machista”. Permanecerá abierto hasta el 4 de noviembre y ahí estarán recibiendo los nombres de las mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres.

“Con esta ofrenda interactiva, nuevamente queremos hacer un llamado sobre las alarmantes cifras de mujeres víctimas de feminicidio”, dice en entrevista Maira Miranda, una de las voceras de esta campaña.

Feminicidios y contexto laboral

El feminicidio ha sido un flagelo persistente en muchas regiones, y su conexión con trabajos precarios ha sido una constante. Un ejemplo emblemático es Ciudad Juárez, Chihuahua, donde las maquiladoras fueron un terreno fértil para la perpetuación de la violencia de género.

Especialistas criminalistas han coincidido en la descripción del perfil de las víctimas de feminicidios en esa localidad como mujeres jóvenes, morenas, pobres y empleadas en las maquiladoras, señala la investigación Mujeres en Ciudad Juárez: Narco, maquila y feminicidios.

“Sí ha habido avances en políticas públicas, como tipificar el feminicidio”, dice Maira Miranda, responsable de acceso a políticas públicas en Derechos Sexuales y Reproductivos de Católicas por el Derecho a Decidir. Pero pensamos que con ello, las sentencias contra feminicidas se otorgarían más rápido, lamenta.

Sin embargo, apunta, en este momento sabemos que se necesita de mayor voluntad política. “En México, 10 mujeres al día son asesinadas, siete de cada 10 han experimentado violencia a lo largo de su vida en diferentes espacios, en 2022 se registraron 8,022 desapariciones de mujeres y niñas en el país”, señala.

“No sé si no se está haciendo lo suficiente o no sé qué está faltando para que no sigan sucediendo todo esto tan atroz”.

Es necesario poner atención y recursos a la prevención en todos los espacios en los que interactúan las mujeres, dice Maira Miranda. Y esos espacios incluyen los laborales.

“Desafortunadamente no todas las empresas te dan el tiempo necesario para llevar todo el proceso de un juicio, lo cual afecta mucho a las víctimas, sobre todo si son madres” y las principales o las únicas personas que aportan económicamente. “Entonces, cuando inician una denuncia por violencia, algunas toman la decisión de dejar su empleo remunerado”.

Si bien la recomendación que acompaña el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la violencia y el acoso, ya ratificado por México, establece licencias laborales, “en realidad, ¿cuántas empresas lo implementan? Es lo mismo que sucede con las políticas públicas”, lamenta.

Madres activistas y trabajadoras

“Muchas mujeres víctimas de violencia feminicida eran madres” y sostén de su familia, agrega la activista. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), hay más de 1.8 millones de trabajadoras con uno o dos hijos o hijas y que alguna vez vivieron en pareja. La mayoría, 44%, gana menos de un salario mínimo y el 33% percibe hasta dos salarios mínimos.

El estado de orfandad en que se quedan sus hijos o hijas les pueden poner en peligro de trabajo infantil. O las abuelas y abuelos son quienes tienen que asumir la responsabilidad de su educación y alimentación, por lo que necesitarán de más ingresos.

Sin embargo, en busca de justicia, muchas madres de mujeres víctimas de feminicidio se han tenido que hacer las veces de detectives, abogadas, voceras y activistas, dedicándole la mayor parte de su tiempo a la causa. Así que tienen que dejar su empleo u ocupación, lo cual “profundiza la precariedad económica y laboral de estas familias”, apunta Maira Miranda.

En el altar de las muertas, las asesinadas, las víctimas de feminicidio, hay decenas de fotografías y nombres. “Detrás de cada uno hay una historia, había un proyecto de vida y de carrera, es importante reivindicar su memoria como un acto de reconocimiento”, concluye.

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