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Almeyda, un ‘viejo león’, toca la gloria

Matías, hace menos de 10 años estaba en una depresión; se recuperó y el futbol lo fortaleció. Ahora como DT, reconstruyó y sacó del abismo a un club que moría...

Guadalajara. En una esquina del área técnica, Matías Jesús Almeyda medita el juego. Sufre, porque se lleva la mano izquierda a la boca, la muerde, algunas veces se levanta para dar alguna instrucción y en los momentos más eufóricos llega a levantar los brazos para motivar a los 41,000 aficionados que acudieron al estadio de las Chivas. ¿Puede un hombre deprimido puede transmitir coraje a 11 jugadores en la cancha y que esa pasión se impregne en 40 millones de aficionados?

Matías decidió que era suficiente tristeza cuando su hija, Sofía, lo dibujo como un león, viejo, sin melena, sin dientes, sin pasión. Desde entonces comenzó la reconstrucción del técnico que llevó a Guadalajara a su título número 12, luego vencer 2-0 en el partido de vuelta, global de 4-2 al todopoderoso Tigres.

Son muy pocos los momentos que tengo para disfrutar algo que me gusta , confesó el entrenador, en un análisis existencial, cuando ya había logrado superar la rutina del retiro profesional, el descenso con River Plate y la resurrección con los mismo millonarios, cuando los regresó a Primera División de Argentina y luego también de ascender a Banfield.

No sólo Matías se recuperó, hizo lo mismo con Guadalajara, el equipo que estaba desahuciado y condenado al descenso cuando llegó, hace casi dos años.

También ayudó a la recuperación emocional de jugadores del Rebaño, como Alan Pulido, autor de dos goles en la final ante Tigres.

El delantero mexicano mostró su mejor versión en la final, cuando hace nueve meses llegaba a Guadalajara con el estigma del breve paso en el futbol europeo, una experiencia fallida en el futbol europeo que terminó con la aceptación de la oferta de Chivas, luego de un pago de 10 millones de dólares.

El título de Chivas llegó de la gente que supera las negativas, que se reinventa y no claudica hasta lograr ser escuchada.

El proyecto de Matías comenzó con 15 páginas llenas de datos, análisis comparativos, reflexiones psicológicas y mucho trabajo. Víctor Palacios fue quien le metió la idea a Jorge Vergara que Almeyda era el técnico ideal para su equipo.

El dueño, que tiene un negocio valuado en 328.1 millones de dólares confió en un licenciado en ciencias políticas, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México, alma mater de los gobernantes del país.

Ahí se comenzó a diseñar el proyecto para resurgir a Chivas. Historias como las de Orbelín Pineda, originario de Coyuca de Benítez, en Guerrero, la llamada tierra caliente del estado sureño, agregaron el sentimiento de superación necesario para vencer los obstáculos.

Orbelín escogió la música y no la terapia psicoanalítica que experimento Almeyda para motivar a una población azotada por la violencia.

Sin olvidar sus raíces, la gente que los apoyó. Sus vecinos y familiares, el barrio que lo crió , es la estrofa de inicio de Nadie será como yo, el rap que escribió Rafael Navarro Fuentes, mejor conocido como MC Daner, y cuya inspiración fue el Maguito, como ahora le dicen a Orbelín.

Jugadores como Jesús Sánchez, Carlos Fierro, Miguel Ponce y hasta el veterano Carlos Salcido recuperar el furor con el discurso emotivo de Matías, aquel que les hace reflexionar que los futbolistas hacen muy feliz a sus familias cuando hacen con pasión y entrega su profesión.

Fierro, campeón mundial infantil con México en 2011 tuvo que salir de Guadalajara luego de los proyectos fallidos y las experiencias de inactividad, inconsistencia y poca fe. En Querétaro conoció a Orbelín y en Chivas explotaron para acabar con casi 11 años de ausencia de títulos de Guadalajara.

La noche donde Guadalajara alcanzó la cima de títulos en el futbol mexicano, fue la misma donde el técnico deprimido motivo a sus jugadores, aquel león sin dientes, con poca motivación, fue el motor que encendió el valor de los 11 jugadores de Chivas, aquellos que perdieron la oportunidad de jugar en Europa, quienes provienen de zonas de alto riesgo y violencia, o los que fueron expulsado por el club, pero regresaron a levantar el título.

El hombre que tomo pastillas contra la depresión, el que enfrentó el alcoholismo después de su retiro, fue quien hizo felices a 40 millones de aficionados en el país.

eduardo.hernandez@eleconomista.mx

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