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Atlas sostiene el mundo al ser campeón

El 2021 es el año que escribe una nueva historia para los rojinegros; por fin logró el segundo título de su historia, tras siete décadas de espera y alrededor de un siglo de existencia.

¡Rojinegros, no están soñando! No podía ser de otra manera, la herencia “a lo Atlas” los persiguió en el Estadio Jalisco hasta las últimas consecuencias: los penales, que fueron lo último que tuvo que soportar la fiel afición para acabar con 70 años sin título y escribir una nueva historia. Se concretó la transformación.

El segundo campeonato de su existencia fue atestiguado por alrededor de 47,500 fans en el estadio y seguramente el eco permeó en toda la República.

Rojinegros, el mítico titán Atlas recompensó su lealtad.

Julio Furch liquidó al León, que buscaba su novena corona de la Liga MX. Lo hizo en el último tiro de penal, después de que los Esmeraldas fallaran en dos ocasiones.

No hubo en el Jalisco gloria más grande que la noche del 12 de diciembre, religiosa para muchos mexicanos, con toda la energía de los fans brincando en las gradas, cimbrando una infraestructura de 61 años de edad. 

Tuvieron que pasar por la tensión de los tiempos extra, de perder los dos volados en lo que se definió la portería y qué equipo abriría la tanda, e incluso la falla de Aldo Rocha desde los once pasos, jugador que no merecía vestir el traje de villano, no después de aquel gol que los condujo a esta instancia.

El capitán puso el empate global 3-3 en el minuto 56, fiel recompensa a la insistencia, a estar en el lugar y momento preciso luego de un tiro machucado de Ángel Jeremy Márquez que techó al zaguero William Tesillo. Ese tanto convirtió el Jalisco en un manicomio.

Se desbordaron las lágrimas, el júbilo, el amor incondicional de los rojinegros.

La afición pasó del silencio al escándalo, de la angustia a la crónica de una victoria anunciada, porque así se sentía el ambiente desde el perímetro del estadio.

Cuando llegó la igualada 3-3, la tensión cambió de connotación, porque ahora no hubo criterios de desempate, solo un marcador global.

Después del gol, Atlas tuvo al menos dos oportunidades claras. Una de ellas, fue la de Brayan Trejo al minuto 80, a quien se le fue la emoción de la celebración cuando se dio cuenta que su disparo pegó en el travesaño y Edgar Zaldivar no pudo rescatarlo en el rebote, con un cabezazo que puso el balón en las manos del portero esmeralda. En una segunda escena, Diego Barbosa condujo el esférico para darle el pase a Zaldívar, pero Cota lo volvió a frustrar. Jugadores y fans no daban crédito, se metían los dedos en la boca, ponían  sus brazos en la nuca. Más drama.

La banca del León exhibía su desesperación. Pasaban de los 90 minutos cuando Jean Meneses no pudo más. Una conducta antideportiva obligó al silbante Marco Ortiz Nava a buscarlo hasta la banca para mostrarle tarjeta roja y sin pena, el chileno caminó hacia su butaca haciendo señas de árbitro pagado, tocándose los bolsillos.

La segunda fiera expulsada minutos después fue Emmanuel Gigliotti por un golpe con el brazo a Hugo Nervo.

El León jugó con 10 hombres todo el tiempo extra. Se adueñó del balón y nulificó al Atlas, que no hizo valer su ventaja en la cancha pese a que el técnico Diego Cocca lanzó un planteamiento más agresivo. El concepto ‘a lo Atlas’ requería una definición dramática y no hay un escenario de mayor infarto que el de los penales, instancia en la que perdieron el título en el Verano 99 pero hoy, 22 años después y comandados por un gigantesco Camilo Vargas (detuvo los disparos de Fernando Navarro y Luis Montes) y un enorme Julio Furch, por fin todos los rojinegros pudieron desahogar el grito tanto tiempo contenido: ¡Atlas campeón!

marisol.rojas@eleconomista.mx

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