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Benítez y aquel “mi dulce esposa”

Romántico, vanidoso y salsero son algunas de las características que pintaron a Christian Benítez.

Christian Benítez siempre se refería a Liseth como mi dulce esposa . Era un hombre romántico: le gustaba la salsa de Michel El Buenón, soñaba con envejecer al lado de su mujer y todavía lloraba cuando fallaba un gol. Chucho, como le apodaban, también era devoto de la Virgen de Guadalupe y hace unas semanas había asegurado el futuro de su familia con un contrato en Qatar.

En su brazo derecho tiene tatuada la fecha de su matrimonio con Liseth, se casaron cuando ella tenía 17 y él 19, tiene dos hijos, Emily y Cristiano, y una de sus más grandes vanidades es un cuadro que tiene en su casa de Ecuador donde destaca en diferentes acciones con sus equipos y una foto al centro, donde él es el fan y Pelé, la estrella.

El chico que llegó a México por medio millón de dólares a Santos generó en dos transacciones más de 25 millones de dólares, la última de 15 millones, la venta más alta que jamás haya hecho un equipo del futbol mexicano al extranjero. América le vendió al futbol de Qatar.

Sus círculos más cercanos reconocen que Benítez jamás aprendió a cocinar y que de los ratos más felices era cuando podía comer el encocado de pescado, un plato tradicional que le preparaba su madre, quien vive en Italia.

Entre la normalidad, Chucho se divertía con los gustos de cualquier chico que tiene entre los 25 y 30 años: era fanático de la salsa, jugaba horas Play Station, era bromista con sus compañeros de equipo.

Su tono de voz era muy suave y bajo. Charlar con él no era sencillo. Posterior al hat-trick que marcó ante Cruz Azul el pasado 2 de marzo, declaró en una entrevista exclusiva a Televisa, que en aquel momento era dueña de su pase: Estoy aquí porque me obligan , luego rió tímidamente tras delatarse.

A Benítez también le gustaba vestir y calzar muy bien. Gastó hasta 800 dólares por unos zapatos Dolce & Gabbana y tenía más de 20 jeans en el clóset: Hugo Boss, Armani. Su esposa Liseth también comparte la afición de Christian y presume bolsas de Louis Vuitton. En ocasiones tenía actitudes excéntricas, como cuando apostó con Walter Ayoví un auto en la final del 2010 entre Monterrey y Santos.

La canción que más le gustaba a Chucho era Maldito el tiempo , de Michel El Buenón, sobre todo la estrofa que dice: Besar esa boca es toda una aventura… besar esa boca no tiene clemencia…por eso comprendes que te necesito… . Benítez debió partir ayer con una serie de recuerdos y un reclamo de Liseth vía Twitter: ¿por qué me abandonas así Chucho? .

ivan.perez@eleconomista.mx

rgs

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