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Disciplina y resiliencia, la fórmula de éxito de Ángeles Ortiz

Recibir el sobrenombre de ‘leona’ no fue de a gratis para María de los Ángeles Ortiz Hernández (Comalcalco, Tabasco; 18 de febrero de 1973).

Recibir el sobrenombre de ‘leona’ no fue de a gratis para María de los Ángeles Ortiz Hernández (Comalcalco, Tabasco; 18 de febrero de 1973). Sobrevivió a un accidente provocado por un automovilista ebrio, a cinco operaciones contra cáncer y a estereotipos, barreras y deficiencias estructurales que México aún tiene en contra de las personas con alguna discapacidad.

“La manera de agradecer a Dios por la oportunidad de seguir aquí ha sido trabajando con amor, fe, disciplina, constancia pero también contendiendo como una fiera, como la leona de México”, le dice la multicampeona de lanzamiento de bala a El Economista.

Angie, como también se le conoce, ha participado en cuatro Juegos Paralímpicos desde 2008 y en ellos ha ganado tres medallas (dos oros entre 2012 y 2016 y una plata en 2008).

Así se ha convertido en la mujer que más preseas le ha dado a México en esta disciplina y la segunda en general solo detrás de las cinco que ganó Mauro Máximo entre 1996 y 2012.

Pero la carrera de Ortiz Hernández se remonta mucho más atrás. Ella empezó en el lanzamiento de bala hace 40 años, aún como deportista convencional, hasta que en 2004, mientras estudiaba su licenciatura en Comercio Internacional en Veracruz, fue arrollada por un sujeto en estado de ebriedad, que era familiar del entonces subprocurador de justicia de dicha entidad.

“La justicia legal nunca llegó. Parecía que yo había sido quien incurrió en delito, me hicieron ir a la delegación en muletas hasta cinco veces (…) En el peritaje de alcohol se descubrió que el joven iba completamente borracho. Aun así, con todas las pruebas disponibles, no se pudo hacer nada”, contó la atleta a la revista Proceso.

En el deporte, la escuela y en su familia, Angie encontró una forma de dar la vuelta al asunto. Aunque perdió su pierna izquierda y solo recibió una indemnización de 30,000 pesos, continuó en el lanzamiento de bala paralímpico hasta convertirse en la más grande referente del país; además, estudia una Maestría en Educación y Docencia y ha obtenido dos Doctorados Honoris Causa.

“El balance que hago hasta este momento, desde que Dios me dio la oportunidad de vivir como convencional y después de 2004 como una persona con discapacidad, es todo lo aprendido, porque toda la lección de vida sirve de experiencia y definitivamente la resiliencia que ha habido en mí me sorprende. Hoy estoy segura que todos los seres humanos somos capaces de resurgir como el ave fénix”, cuenta a este diario.

Con 48 años de edad, un Premio Nacional del Deporte en 2011 y todo su historial deportivo, agrega su faceta como docente de licenciatura, algo en lo que también quiere dejar un legado: “Yo ya era la maestra Angie en una universidad antes de empezar en el deporte y ya tenía la discapacidad. Soy muy luchona, necia, comprometida, me gusta prepararme fuerte cada día para continuar evolucionando y no nada más en el deporte, porque sigo pensando en qué va a haber después del deporte y quiero ser una persona integral en todos los ámbitos. La educación no para y hay que prepararnos más cognoscitiva y académicamente”.

Después de cuatro ciclos olímpicos, extiende su voz autorizada para hablar de la estructura del deporte adaptado en México: “En este país ser atleta paralímpica no es nada fácil. No es tanto como una oportunidad para desarrollarte como tal porque cuando inicias tienes que iniciar y empezar con tus propios medios”.

“Estamos en pañales, todavía hay muchas personas con discapacidad haciendo nada, encerrados y deprimidos que no saben que existe el deporte adaptado. No existe un engranaje que incluya, paso 1, la detección (de atletas discapacitados) en hospitales y en las clínicas de rehabilitación; paso 2, llevarlos a rehabilitación; paso 3, detectar, de acuerdo al somatotipo y tipo de discapacidad, hacia qué disciplina pueden entrar; paso 4, inscribirlos a un club o asociación; paso 5, federarlos; y paso 6, empezar a desarrollarlos. No hay ese sistema como tal en México”.

Ángeles planea retomar su carrera como catedrática universitaria cuando concluya su maestría y, claro, su participación en Tokio 2020. Aún no habla de retiro, sino más bien explica los beneficios que le ha traído el deporte a lo largo de cuatro décadas.

“Te enseña muchas cosas: superar obstáculos, trabajar en equipo, tener metas y objetivos claros y palpables, porque si hoy no llegas lo harás mañana. Siempre puedes lograr más, no existen límites, el deporte refleja los valores universales con nuestros compañeros y naciones participantes, lleva un mensaje hermoso que te hace más fuerte física, mental y psicológicamente”.

Exige a las autoridades mexicanas “que se pongan a trabajar” para abrir más oportunidades laborales y académicas a las personas con discapacidades, pero deja un mensaje más general para toda la sociedad: “Aportar para observar y mirar desde otra perspectiva, lente, óptica, la forma de ver a las personas con discapacidad”.

Después de todo, esa óptica diferente, aunada a su resiliencia y disciplina, la han llevado a ser reconocida a nivel internacional como la ‘leona de México’, un papel que ha sabido desempeñar aún cuando no carga una bala de cuatro kilogramos, sino también cuando da clases en un aula o cuando da talleres y conferencias ante adolescentes. Su rugido es fuerte gracias a su deseo de trascender integralmente.

María de los Ángeles Ortiz Hernández

  • 48 años; Comalcalco, Tabasco
  • Eventos: Lanzamiento de bala, categoría F57
  • 4 participaciones en Juegos Paralímpicos (2008, 2012, 2016 y 2021)
  • 3 medallas paralímpicas (2 oros entre 2012 y 2016 y una plata en 2008)
  • 2 medallas parapanamericanas (1 oro y 1 plata en 2011)
  • Premio Nacional del Deporte en 2011

fredi.figuera@eleconomista.mx

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