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El pizarrón le da la espalda al Vasco

Después de 16 fechas, la estrategia no le da para más al entrenador Javier Aguirre, el Zaragoza vive el descenso y el crédito llega a su fin. Lo más natural sería el cese.

La estrategia ya no alcanza. El discurso luce gastado, los resultados no llegan, la afición exige su salida luego de nueve partidos sin conocer la victoria (dos empates y siete derrotas), la peor racha de Javier Aguirre en el futbol español.

El Vasco parece tener contadas las horas en Zaragoza, club por el cual fue contratado para eludir el descenso. Dicha misión luce, por lo menos ahora, más que inalcanzable: la escuadra cuenta con 10 puntos de 48 posibles y se halla en el fondo de la tabla, cayendo semana a semana en cualquier cancha donde se pare.

Los ojos hundidos, el rictus de coraje, tristeza e incredulidad es lo menos que puede reflejar un estratega que no festeja una victoria desde el 16 de septiembre, día en el que su equipo se impuso 2-0 a Real Sociedad.

De ahí en adelante todo ha sido amargura, desconfianza, reproches de su afición, una marca negativa que se supera con cada jornada que pasa.

Y es que con la derrota ante Athletic, Aguirre ligó nueve partidos sin ganar, dejando muy lejana la que había sido su peor racha: cinco compromisos sin conocer la victoria, en dos ocasiones, una con Osasuna en el 2003 y otra con su actual equipo, hace unos meses, aunque con la gran diferencia de que en aquella oportunidad obtuvo tres empates.

Al técnico mexicano le alcanza para asegurar que, a pesar de que están jodidos, aún hay Liga . Pero El Vasco ha perdido la confianza de su afición, quizá hasta de sus jugadores, que parecen moverse sin rumbo ni estrategia en la cancha.

El principal responsable es Aguirre, que no ha sabido aglutinar ni cuatro argumentos para hacer equipo. Que alguien lo saque de aquí a toda velocidad, para que deje de enroscar mentiras , son apenas algunas de las críticas que recibe el entrenador por parte de la afición por medio de pancartas en el estadio.

Mientras, Aguirre buscará convencer a su presidente, Agapito Iglesias, que hace una semana aún lo respaldaba: Vamos a arropar al técnico y a los jugadores porque no podemos hacer otra cosa , dijo.

Pero tras 16 mediocres semanas, a Javier sólo le resta esperar, confiar en la paciencia de Iglesias y buscar el milagro en la segunda vuelta, porque, por lo menos tras nueve semanas de pesadilla, el mexicano no piensa moverse de su cargo.

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