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Gignac es capaz de ganar la Liga solo

Guadalajara hizo su mejor encuentro del año, tuvo a Tigres 2-0, pero el delantero francés marcó dos goles en tres minutos y nada está decidido.

Nahuel Guzmán salió de su área eufórico, agitando los brazos, consciente de que André-Pierre Gignac evitó que se fuera al hotel de concentración como el máximo villano de la noche. Un doblete del delantero francés de Tigres en los últimos cinco minutos de la final de ida permitió que el cuadro de Nuevo León empatara 2-2 ante unas Chivas que evidenciaron que les cuesta ganar los partidos. De los últimos 10 compromisos el Rebaño ha podido ganar uno, ante Atlas, en la vuelta de los cuartos de final.

El festejo del arquero del equipo de Ricardo Ferretti fue una válvula de escape que encontró gracias a Gignac, luego de que en el primer tiempo cometiera dos graves errores que tenían 2-0 en contra a su equipo. Primero, al 22, despejó mal una pelota enviada por Néstor Calderón desde la esquina, misma que después rebotó en Luis Advíncula y Alan Pulido, un viejo conocido de la afición, puso el balón en las redes. La escena no podía ser más dolorosa para los fanáticos locales. Pero los problemas de Tigres y Nahuel no terminaron ahí, porque al 42’ Pulido volvió a aparecer, ahora con un disparo cruzado que parecía ser de rutina para el arquero argentino, futbolista que se aferró a vestirse de villano al atacar mal el esférico y dejárselo servido a Rodolfo Pizarro, quien con la puerta abierta puso el 2-0. Parecía que Guadalajara daba un paso firme hacia el título mientras el Volcán enmudecía, mirando a Guzmán, quien vivió una de sus peores noches en la Liga MX.

En el segundo tiempo Guadalajara, que sólo llegó en las acciones de los goles durante el primer lapso, apostó a contener a los de Nuevo León, y la realidad es que su plan estuvo a punto de funcionar, porque, salvo una pelota que mandó al poste Jesús Dueñas, al 77’, no sufrieron contratiempos hasta antes de que se les apareciera un demonio francés.

Gignac salió del anonimato y, al 85’, en tres minutos, firmó su tercer doblete de la Liguilla. Primero, al conectar de primera intención una pelota que envió Jürgen Damm desde la izquierda, e instantes después, al moverse al espacio, recibir la pelota, quitarse al portero y disparar a las redes para regresar a la serie a su equipo, pero, sobre todo, devolverle aunque sea un poco de moral a su guardameta.

Al final, con el 2-2, ya no sólo fue Tuca Ferretti quien se fue serio a los vestidores: a unos metros de él, Matías Almeyda se encaminó al túnel con el mismo gesto, consciente de que la ventaja que dejó ir anoche puede costarle su primer campeonato de Liga en el futbol mexicano.

Tras el empate en la ida, al menos de aquí al domingo, Gignac le devolvió la tranquilidad a Nahuel Guzmán, quien buscará ser de nueva cuenta figura en el compromiso definitivo, tal y como lo hizo en los títulos ante Pumas y América.

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