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La dictadura italiana ?que conquistó a Rusia

La severidad de su padre marcó su manera de entender la vida y el trabajo. Capello se inspira en las obras de Vasili Kandininski para formar su idea de juego y ha hecho soñar a los rusos.

Botón Mundial Brasil 2014

Olvídate de las tandas de penales, de los errores y las lamentables lesiones. Olvídate de que los alemanes siempre ganan, de las distracciones, de las condiciones de juego difíciles. Olvídate de las decisiones arbitrales dudosas, las manos de Dios, de los fueras de juego. En esta copa del mundo no habrá excusas.

No, al menos para Fabio Capello y sus rusos, quienes se han acostumbrado, desde aquel 2012 en el que llegó a dirigirlos, que su palabra es ley y se han metido en la cabeza este discurso. El estratega italiano (1946, San Canzian d’Isonzo), el mismo que se inspira en las obras del ruso Vasili Kandinski para imaginar y delinear sus jugadas, no está acostumbrado a los pretextos.

Y eso es lo que le ha transmitido a sus jugadores: disciplina, disciplina y disciplina. No en vano le llaman Sargento. No en vano su mano dura y su personalidad estricta han regresado a Rusia a un Mundial luego de 12 años de su última participación.

La culpa es toda de Guerrino Capello, un maestro de primaria de la posguerra, padre de Fabio, quien desde que el estratega era un niño le mostró, quizá de manera poco ortodoxa, su manera de ver la vida.

Un día, cuando el pequeño apenas tenía cuatro años, Guerrino lo llevó a un balneario y lo obligó a aventarse de un trampolín de 10 metros. Es la manera de forjar su carácter , dijo.

Su padre era muy severo y marcó a Fabio , recuerda su ex compañero Giovanni Zorvetti. Esa herencia la reflejó Capello ya como futbolista.

Quienes lo conocieron entonces aseguran que era muy comprometido: si se tenía que correr determinada distancia, él corría cinco o seis kilómetros más. Si había que entrenar cierto tiempo, él seguía entrenando 30 minutos más. Era simplemente un modo de vida.

Una forma de entender el día a día y el futbol, visión que se intensificó al convertirse en entrenador. Si algo caracteriza a sus equipos es justamente la disciplina, la entrega y el compromiso. Creer, obedecer y combatir , es el lema mussoliniano que Capello ha hecho suyo.

Porque a Fabio le gusta controlar todo: que sus jugadores se atengan al plan que, como buen geómetra, ha trazado y que lo ejecuten a la perfección sin correr riesgos. También controla la comida, las salidas nocturnas, las concentraciones, el buen vestir de cada uno de los de su plantilla.

Si quieres crear un equipo único necesitas reglas y respeto, no estrellas mimadas que precisen un tratamiento especial , declaró en su momento el italiano, de quien dicen sus maneras de decir las cosas no son las mejores.

Y esa filosofía ha llevado a que elementos como el portero Gianlugi Buffon, quien estuvo bajo sus órdenes en Juventus, lo calificara como un dictador, porque demuestra en cada entrenamiento una especie de autoritarismo para con sus jugadores con el fin de inculcarles un compromiso firme y de competencia. En el trabajo soy terrible. Cuando hay que trabajar hay que trabajar , ha dicho el italiano.

Pero es justamente esa dictadura la que lo hace tener un palmarés envidiable para muchos: siete títulos de Liga en España e Italia como entrenador, cuatro súper copas nacionales en Italia, una súper copa europea, una Champions League, estas últimas en el banquillo de Milán.

Es esa dictadura la que le da ilusiones a Rusia de retar a la historia, la misma nación que está enamorada del profesionalismo del italiano, y que incluso no dudó en extender los lazos con el estratega hasta el 2018, año en que Fabio ha anticipado que su monarquía en el banquillo concluirá al concretar entonces su retiro.

Edad:

67 años

Fecha de nacimiento:

18/junio/1946

Lugar de nacimiento:

San Canzian d’Isonzo, Italia

Equipos dirigidos:

Milán, Real Madrid, Roma, Juventus, Inglaterra y Rusia.

títulos:

Campeón de Liga en Italia 1991, 1992, 1993, 1995; Campeón de Liga España 1996 y 2006; Campeón Liga Roma, 2000.

cristina.sanchez@eleconomista.mx

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