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Ni el peso del rechazo pudo derrumbar a Valencia

El Economista charló con la primera medallista en la historia en un mundial de halterofilia.

Del otro lado del teléfono una voz pausada y casi afónica atiende emocionada. Todavía no me la creo mucho, siento que hasta este momento no he terminado de levantar . Allá en Wroclaw, Polonia, casi es medianoche y lejos está Carolina Valencia de imaginar que al otro lado del mundo, en México, su nombre luce grande en las páginas deportivas de los diarios, tras convertirse en la primera mujer en conseguir tres preseas en un mundial de halterofilia de mayores.

Revive el momento. Justo ese en el que sus hombros sostenían en lo alto más de 100 kilogramos. Fue cuando yo hacía el movimiento y vi el peso arriba. Estaba segura de que era un movimiento válido y sabía que ese peso ya no se me iba a caer en ningún momento. Disfruté al máximo estar en una tarima internacional.

Disfruté muchísimo cada levantamiento, cada momento y luego la medalla (…) , dice ahora con la voz un poco más relajada. Piensa en la carrera de obstáculos que tuvo que librar sin practicar atletismo. No fue fácil, fue un proceso después de un ciclo olímpico también complicado, en el que yo estaba en mi mejor forma deportiva, pero hubo una barrera enorme en el momento de tomar decisiones sobre quién era la mejor atleta para representar a México y me dejaron fuera .

Difícil fue levantarse de ese golpe, pues además de que la Federación Mexicana de Halterofilia cambió los lineamientos para asignar los boletos a Londres 2012, en donde la atleta elegida fue Luz Mercedes Acosta, la quintanarroense tuvo que enfrentar el retiro de apoyos por parte de las autoridades federales.

En ese momento (de quedar fuera de Londres 2012) me cortaron apoyos. Fue un momento muy difícil en mi carrera deportiva, porque me dedico a entrenar 100%. Entreno en la mañana, en la tarde y te quitan los apoyos y te quedas sin nada , explica.

Pero para quien levanta todos los días hasta tres veces su peso corporal, el peso del rechazo no fue suficiente para derrumbarla. Con su talento a cuestas y un título panamericano y centroamericano, emigró a Quintana Roo, donde a veces trabaja como entrenadora física para obtener más ingresos, aunque tiene el apoyo del gobierno e incluso un gimnasio con su nombre.

Mi estado me abrió las puertas, siempre me ha dado su apoyo. Me ayudó con un entrenador que está debutando en un campeonato mundial y viene por convenio de Cuba Deportes, para la olimpiada nacional; el estado me lo prestó. A veces, cuando no lo tengo a él, me entrena mi marido y es difícil, pero ahora vale la pena saber que se hizo historia y no sólo con una medalla sino con tres , dice mientras vuelve a emocionarse.

Y piensa en voz alta que le gustaría que cambiaran sus condiciones, que a su vuelta a México la gente la reconociera y volviera el apoyo para conseguir más metas, entre ellas refrendar sus títulos centroamericanos y panamericanos y alcanzar un día una medalla olímpica.

Quisiera que se abriera más la mente y que sepan que en este deporte existen atletas que estamos entrenando día a día y dando lo mejor de uno mismo, para poder representar al país .

También pide con mucho fervor que no se le vaya nunca el amor por su deporte y tampoco se le acaben los sueños, para que la realidad siga sorprendiéndola como hasta ahora, esta medalla salió mejor de lo que habíamos esperado. Yo venía a ganar la medalla en envión y pelear la medalla en total. Sabía que en el arranque tal vez quedaba en cuarto o quinto, pero esta vez, para mí, fue mejor , concluye.

cristina.sanchez@eleconomista.mx

rgs

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