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Softbol femenil en México: el costo de un sueño olímpico

En seis años, la selección nacional pasó del 24 al quinto lugar del ranking mundial y clasificó a sus primeros Juegos Olímpicos. Pese al apoyo de CONADE, aún no cuentan con patrocinios.

Hace una década, cada que la selección mexicana femenil de softbol jugaba un torneo, sus rivales le cantaban una canción: “ese equipo no gana, ni ahora ni mañana”. Y no eran rivales de peso, explica Cruz Guerrero, actual presidente de la federación nacional de dicho deporte: “me frustraba mucho cuando jugábamos contra Guatemala, Cuba o Brasil, nos ganaban y nos cantaban eso”.

De ese entonces a la fecha, el softbol femenil mexicano ha vivido una catarsis. No solo dejaron de escuchar esa canción en el diamante, sino que pasaron de ser el lugar 24 del ranking mundial al quinto y en verano de 2019 consiguieron su primera clasificación a unos Juegos Olímpicos con serias aspiraciones de pelearle una medalla a potencias como Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia.

La pandemia ha puesto en duda la cita olímpica de Tokio y esta selección no es la excepción. Durante el confinamiento, cuatro de sus 20 jugadoras han dado positivo a contagios de Covid-19 y tienen estimado gastar alrededor de 21,000 dólares en protocolos de salud durante sus tres torneos de preparación en Estados Unidos antes de las Olimpiadas (una prueba PCR les cuesta 175 dólares a las jugadoras mexicoamericanas que tienen seguro médico en EU, pero si no, el valor aumenta a 600 dólares).

En entrevista con El Economista, Cruz Guerrero señala que esos gastos más los de transportación, alimentación y hospedaje han corrido a cargo “al 100% por CONADE”, aunque no siempre fue así: “Anteriormente sí batallamos mucho. Con la administración pasada, todo el camino fue muy difícil económicamente”.

Hoy, las chicas y el cuerpo técnico pueden comer en restaurantes y alojarse en habitaciones individuales de hoteles de 130 dólares, pero antes, era un lujo: “comíamos en las mismas habitaciones y llegábamos a hotelitos de 89 dólares”, recuerda el presidente de la federación, y agrega que para operar, del 2018 hacia atrás, obtenían ingresos de las inscripciones de las jugadoras, de las ventas de entradas a los partidos, de venta de souvenirs y hasta de rifas de coches.

Una temporada de la selección mayor de softbol femenil cuesta alrededor de seis millones de pesos. Guerrero narra que en 2018 las autoridades gubernamentales les dieron 1.8 millones, “que no nos alcanzaba más que para un torneo y nosotros íbamos a cuatro o cinco en el año”.

Mientras ellos como federación lograban juntar un millón de pesos entre ventas y rifas, CONADE los apoyaba con un alrededor de entre dos y tres millones más en aquel entonces: “era complicado”.

No obstante, la selección respondió en la cancha: en 2015, la sub 19 ganó por primera vez un quinto lugar de un mundial y un año más tarde la selección mayor consiguió el mismo mérito. En 2018 ganaron la primera medalla de Juegos Centroamericanos y del Caribe y en 2019 fueron la primera selección del continente americano en asegurar su plaza en los Juegos Olímpicos.

“Estoy muy convencido de que vamos a estar peleando una medalla. Las muchachas están muy motivadas, muy contentas, les han estado dando apoyo de 240,000 pesos de parte de CONADE (estímulos de única vez). Muchas son estudiantes, otras trabajan, pero siempre que tenemos concentración, asisten”.

—¿Cómo afectaría a la selección un nuevo aplazamiento de los Juegos Olímpicos?

“Sería algo fatal para nosotros, aunque considero un hecho que sí se harán. No habrá aplazamiento: o se hacen o se cancelan. Sabemos que tenemos que esperar y lo único que les digo (a las autoridades) es que consideren a los poquitos atletas olímpicos que tenemos en México. Ahorita hay 88 clasificados, México cuando mucho va a llevar 150, y esa cantidad de vacunas no va a afectar a la población en general”.

El rendimiento no solo trajo resultados en la cancha. En los últimos cinco años, es decir, desde el quinto lugar mundial sub 19, seis jugadoras han recibido becas del 100% para continuar sus estudios en universidades de Estados Unidos, donde el softbol tiene ligas profesionales y donde además tendrán la posibilidad de forjarse en una profesión, un factor a destacar dado que el softbol no es un deporte del que se pueda vivir en México: “El softbol no es tan redituable como otros deportes. Se llama profesional porque las jugadoras reciben una pequeña remuneración y ya”, menciona Cruz Guerrero.

Ante esa carencia, el presidente de la federación narra a este diario que ha tocado varias puertas en busca de patrocinadores, incluyendo al empresario Carlos Bremer, director general del grupo financiero Valúe, pero no ha recibido respuesta. Nike es la única marca que se ha acercado al softbol mexicano apostando por patrocinar uniformes, aunque no podrían ser utilizados en los Juegos Olímpicos, ya que para este evento México utiliza a la marca china Li-Ning.

Guerrero asegura que en la actualidad no sale dinero de su bolsa para los gastos de la selección olímpica, ya que ha recibido total apoyo de parte de Ana Gabriela Guevara, presidenta de CONADE, y de Carlos Padilla, presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM). En contraste, señala que “seguimos trabajando con rifas para las ramas juveniles”.

Hasta 2021, hay entre 20 y 21,000 jugadoras registradas ante la Federación Mexicana de Softbol de entre 12 y 22 años de edad, además de trabajo con categorías de entre seis y 12 años. El impacto del softbol en las niñas mexicanas ha sido positivo de cara al futuro, pues mientras en la categoría mayor actual (la que competirá en Tokio) hay 15 mexicoamericanas y cinco mexicanas, en la selección juvenil sub 18 el balance es al revés: “La meta es sembrar el semillero, hoy vemos que llegan hasta 150 niñas a unos try-outs en lugares como Sinaloa, mientras que antes no iban más de 30”.

—¿Cuáles son los objetivos principales del softbol femenil en México?

“Ganar una medalla panamericana y buscar la olímpica. Mi objetivo es hacer historia, que el softbol femenil se desarrolle y se juegue a mejores niveles. Mi meta es lograr convencer a las autoridades y a los colegios de tener mejores torneos, porque ahorita todos los nacionales los pagan los institutos o los papás. Tratar de dejar un mecanismo que camine solo, que el que esté al frente de este mecanismo funcione y que seamos bien representados. Queremos que no nos menosprecien, estamos teniendo triunfos con el softbol”.

fredi.figueroa@eleconomista.mx

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