Lectura 4:00 min
Volver a lo básico: efectivo y, lo mejor, es gratis
La primera medida disruptiva de la FIFA luego del reacomodo obligado tras los escándalos de corrupción fue un fracaso.
El uso de la tecnología en la Copa América para validar acciones dudosas y darle mayor espectacularidad al juego más popular y con las reglas menos innovadoras en el mundo, fue tan promisorio como efímero tras un estrepitoso fracaso en la Copa América.
Aplicarlo por pimera vez en Estados Unidos, la cuna del beisbol - que le saca años de ventaja al balompié en el uso de video para disipar dudas- hizo creer que la herramienta serviría naturalmente, como en cualquier jugada en los diamantes de las Ligas Mayores. Fue una ilusión que duró hasta que llegó el momento de la primera decisión.
La conveniencia de mantener, mejorar o suprimir esa herramienta tecnológica en el futbol parece ser ya una decisión tomada y lo que podría haber marcado el inicio de una nueva era en el futbol permanecerá sin cambios, con la ya casi secular tripleta arbitral como autoridad irrebatible en el césped rectangular.
Pero, me pregunto, si después de haberlo probado -aunque el regusto que dejó fue amargo- los genuinos aficionados van a aceptar que todo se quede igual.
En tales circunstancias, algo tendría que cambiar en la Liga MX. Si por ahora la modernidad que se veía venir de afuera para mejorar el espectáculo de cada fin de semana -con frecuencia lamentable- sería plausible usar la inventiva mexicana para ofrecer una alternativa.
Si la FIFA en el fondo no quiere cambiar o no sabe por dónde irse para innovar, es oportuno rescatar una idea, que no es propia ni es nueva, pero que tampoco ha perdido vigencia y, lo mejor, garantizaría un mayor nivel del espectáculo y, como consecuencia, la rentabilidad del negocio.
En algún momento cuando tenía mayor influencia en el futbol, Miguel Mejía Barón propuso algunas de estas medidas. Si le hicieron caso, fue por gentileza con el entonces DT de la selección, a contracorriente y sólo durante una o dos jornadas, como sucede con lo que no trae la divisa de la federación.
Sin erogar un centavo, la Federación podría hacer valer las siguientes acciones:
Que en los tiros de castigo directos el árbitro mida lo mejor posible los 9.15 metros para ubicar la barrera y, más aún, que haga respetar la distancia hasta la ejecución. La autoridad que pretende imponer con una línea se disipa con la misma rapidez que el spray que usa. Con la tecnología actual de los balones, ese es un factor que eleva la probabilidad de convertir un gol.
Garantizar que el portero permanezca sobre la línea de gol hasta que el tirador patee el balón (u, ortodoxamente, hasta que haya girado por completo su circunferencia). No hay portero que lo intente, porque sabe que su falta queda impune siempre.
Por el contrario, repetir tiros penales cuando compañeros del tirador entren al área antes de que el balón de una vuelta completa.
Una medida que daría máxima espectacularidad al futbol mexicano es sancionar los jalones, abrazos, tacleadas y otras faltas cometidas dentro del área, particularmente en los tiros de esquina.
En cuestiones de apreciación, un castigo ejemplar a quienes finjan faltas en busca de penaltis, o finjan lesiones con la clara intención de consumir tiempo, haría más ágil el juego, verdaderamente empoderaría a los árbitros y daría mayor credibilidad a los encuentros, porque hoy por hoy muchos jugadores se apropiaron de alguna frase de Manuel Lapuente y construyeron una paráfrasis conductual, la cual plantea que si la gente no va al circo, ellos llevan el circo al estadio.
Seguramente cada aficionado descubrirá que se puede mejorar el espectáculo y el futbol de muchas maneras. Yo dejaría que los técnicos se desplazaran con libertad, siempre fuera de la cancha y responsables de su banca de asistentes y suplentes. Con eso, hasta se ahorran la pintura con la que les hacen su corral.