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De montañas de basura a oportunidad de negocio
En la "montaña" o "shopping",como es conocida la enorme pila de basura que dejan los camiones recolectores, muchas personas descubrieron que desechos como vidrio, papel, cartón y metal se podían reciclar, compactar y vender, algo que les permitía generar trabajo digno y, además, cuidar el medio ambiente.
A diario se generan toneladas de basura en el mundo, de la cual mucha puede reciclarse y darle una segunda vida productiva. Ejemplo de ello son los habitantes de Argentina, quienes de los desperdicios que pasan por la cinta mecánica, separan restos de frutas, verduras y otros residuos orgánicos de materiales para reciclar, compactar y vender.
A unos metros de distancia, en una planta de reciclaje del Ceamse, el ente estatal que gestiona los desechos de Buenos Aires y sus alrededores, Lorena Pastoriza se emociona al ver la imagen que forma parte del documental "Nueva Mente" y muestra la tarea que realizan diariamente unas 100 personas en la cooperativa que dirige para reciclar toneladas de basura.
Desconocidos para la mayoría de los habitantes de Buenos Aires, los trabajadores de algunos de los barrios más pobres del cordón urbano que rodea la capital argentina encontraron una salida laboral mediante el reciclaje de 1,000 toneladas de residuos por día, un trabajo con un importante impacto ambiental, pero también social y económico.
"Siempre decimos que nos parió el hambre. Entonces, como nos parió el hambre, teníamos la necesidad de organizarnos para sobrevivir en un territorio, para comer del mismo y para criar a nuestros pibes", dijo a Reuters Pastoriza, de 45 años, presidenta de Bella Flor, una de las 11 cooperativas del llamado Reciparque del Ceamse, donde trabajan unas 1,000 personas de los alrededores.
"Mirarse siempre es difícil. Por un lado, está esa cosa de dolor, de todo lo que tuvimos que transitar y todavía todo lo que nos falta, pero también de emoción, de que hicimos mucho", agregó Pastoriza, tras la proyección del documental del director Ulises de la Orden, que se estrena el jueves en Buenos Aires.
El filme cuenta la historia de la cooperativa Bella Flor que, además de dar trabajo a los llamados recuperadores urbanos, organiza talleres de teatro, brinda educación, comida, atiende problemas de salud derivados de convivir con el basural, de violencia doméstica y de adicciones, un flagelo que acecha sobre todo a los jóvenes de los barrios cercanos.
Nuevamente
La película muestra el surgimiento de la cooperativa a partir de la crisis económica y social de 2001, cuando miles de personas subían a la montaña de basura en busca de restos de comida y ropa que les permitiera sobrevivir en José León Suárez, un barrio marginal del Gran Buenos Aires donde está el Ceamse.
El país sudamericano enfrenta actualmente una nueva crisis económica, que empujó a una tercera parte de la población a vivir por debajo de la línea de pobreza.
Muchos de quienes salieron a buscar basura en 2001 luego pasaron a vender papel y cartón y crearon el llamado tren blanco, que trasladaba a los "cartoneros" que recorrían la ciudad en busca de material.
En la "montaña" o "shopping", como ellos llaman a la enorme pila de basura que dejan los camiones recolectores, muchos descubrieron que desechos como vidrio, papel, cartón y metal se podían reciclar, compactar y vender, algo que les permitía generar trabajo digno y, además, cuidar el medio ambiente.
Las plantas sociales de reciclaje fueron creciendo y hoy cuentan con asistencia técnica de las universidades de Buenos Aires y de San Martín en temas sociales y de higiene.
"Hay un servicio ambiental que ellos brindan (...) Estas plantas pueden ofrecer mucho más trabajo digno, concreto, real, que es beneficioso por donde lo mires. Hay una solución social, una solución ambiental y una solución económica", dijo a Reuters De la Orden en el galpón donde funciona Bella Flor.
"Acá reciclan gente también y esta gente vive en la basura, trabaja con la basura y encuentra en la basura un futuro posible, superador, mejor que el que ofrece cualquier otro barrio de emergencia", agregó el director, quien trabajó en grandes producciones como "Evita", de Alan Parker, y "Siete años en el Tibet", de Jean Jaques Annaud, pero desde hace años se dedica a filmar documentales.
Injusticia ambiental
La película se pregunta quién se ocupa de los residuos, qué rol cumple el Estado, qué negocio hay detrás de la basura y qué labor realizan los trabajadores. Las cooperativas proporcionan una solución digna al problema del reciclado, pero harían falta más, afirma el filme.
A pesar de que los gobiernos de la ciudad de Buenos Aires y de algunos municipios del enorme cordón urbano que lo rodea disponen contenedores verdes que invitan a reciclar, aún faltan políticas públicas más profundas y mayor conciencia social en el tema del reciclado, según los especialistas.
"Los barrios más pudientes de la ciudad de Buenos Aires llevan sus residuos a las periferias y los recibe la población de las periferias. Esa es una situación de injusticia ambiental, que se da también en muchas otras temáticas ambientales", dijo a Reuters Francisco Suárez, un antropólogo especialista en temas ambientales, que es entrevistado en la película.
Suárez sostiene que la solución actual de enterrar los residuos es económica, pero crea un problema para el futuro puesto que la tierra se va a agotar en algún momento.
"Las políticas públicas son muy erráticas y por momentos se comprometen y por momentos abandonan. Estamos muy atravesados por ciclos políticos electorales (...) Creo que falta una maduración política de entender esto y luego siempre hay intereses cruzados que aletargan el compromiso", agregó.
Entre otras cosas, los trabajadores, que ganan unos 12,500 pesos argentinos mensuales (291 dólares) por su trabajo, reclaman que los residuos vengan separados, que el Estado reconozca su tarea y que se les provea más tecnología para seguir creciendo y vender productos con valor agregado, un proyecto en ciernes.
"Si tuviésemos tecnología e inversión, estaríamos casi en 50% (de material recuperado). Sin embargo, estamos en el 17 % y19%", dijo a Reuters Ernesto "Lalo" Paret, uno de los fundadores de Bella Flor que empezó trabajando como "ciruja" y hoy coordina un programa social en la Universidad de San Martín.