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Esta es la historia que la industria quería leer sobre Altán, a 3 años de la Red Compartida de México

Altán Redes ha invertido más de 1,000 millones de dólares en la Red Compartida de servicios mayoristas y ha negociado con la SEP y empresas satelitales para llevar más cobertura a zonas alejadas y escuelas. Para 2024 debe llegar al 92% de la población, pero el contexto económico e impedimentos legales como un no al subarrendamiento de espectro y la veda para vender al menudeo complican sus planes.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Han transcurrido tres años desde que Altán Redes encendió la primera antena de la Red Compartida y también pasaron tres años desde que logró su primer contrato con Islim Telco, hasta My Orange Mobile como su más reciente cliente firmado el 4 de marzo. Hoy, 54 marcas aprovechan su infraestructura para revender paquetes de telefonía e Internet móviles o servicios inalámbricos fijos y en algunos casos, soluciones de Internet de las cosas (IoT) o transportación de tráfico para el sector productivo. 

Una cobertura que empezó el 21 de marzo de 2018

La Red Compartida de Altán Redes es un infante de tres años que empieza a andar por un mercado a lado de centenarias marcas como British Telecom y en un contexto de emergencia sanitaria que en 2020 golpeó fuerte los estados financieros de América Móvil, AT&T y Telefónica, sus competidores aquí, pero que tienen un abanico más amplio de posibilidades para capotear la pandemia, porque Altán Redes además camina con un brazo atado a la espalda ante el freno legal de vender servicios directamente al consumidor, porque así lo pensó el constituyente mexicano hace casi diez años; en otro tiempo y durante la construcción de la reforma sectorial de telecomunicaciones del 2013. 

Altán empuja una red de servicios mayoristas como pudieran existir pocas en la industria de cualquier país y pelea por sobrevivir en años económicamente difíciles en los que otras compañías y proyectos naufragaron.

En tres años de vida, la Red Compartida de Altán vio el aborto de la Red Troncal con la que hubiese potenciado sus productos; conoció el desgajamiento de Axtel en distintas unidades, la partición de Telmex, la batalla de Maxcom por permanecer, la hemorragia de clientes de AT&T, la desaparición de los concesionarios que perdieron la banda de 2.5 GHz y el hartazgo de Movistar por su espectro en México. Y como pilón de radiodifusión, la reformulación de Radio Centro para no morir y el adiós de Televisa a la radio. 

La empresa Altán Redes levantó el teléfono, pero no llegó a tiempo para comentar este trabajo con una posición publicable. En su web institucional dice que cerró abril de 2021 con una cobertura garantizada para 70.46 millones de mexicanos y 75,342 localidades, entre las que se hallan las 48 plazas más relevantes del mercado celular mexicano, 79 Pueblos Mágicos, 69,036 escuelas y 4,555 centros de salud con su red celular 4.5G, una red optimizada incluso por arriba de otras redes 3G y 4G-LTE de AT&T, Telcel o Movistar por su tecnología LTE-Advanced y la banda de los 700 MHz que tiene concesionada para su explotación por veinte años. 

Altán estaba obligada por contrato a tener cubierta al 50% de la población mexicana al último día del 2020 y lo consiguió en junio, con 54.9% de su cobertura alcanzada y 61.6 millones de personas, de acuerdo con el Segundo Informe de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obradorel mismo que en los últimos días del 2019 le reescribió sus obligaciones de cobertura para empatarlos con los propios proyectos de conectividad de la 4T, del que hace emblema CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos y que después de casi dos años, recién pudo emitir sus lineamientos de operación, el viernes 30 de abril. 

Más de 1,000 millones a infraestructura física e intangible

De acuerdo con informes separados del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y del Organismo Promotor de Inversiones en Telecomunicaciones (Promtel), Altán se convirtió en el cuarto inversor de su sector en 2019 —los datos oficiales de todo el 2020 no se han conocido aún—, con 12,709 millones de pesos (628 millones de dólares) para la construcción de infraestructura y pago por uso de frecuencias.

El pasado lunes 26 de abril, Altán Redes soltó en entrevista radiofónica que su directiva hará un incremento de 70 millones de dólares a su inversión del 2021 y que buscará la posibilidad de recalendarizar pagos con acreedores, después del año 2020 de pandemia de coronavirus que afectó a toda la industria global de telecomunicaciones.

Altán Redes está interesada en mantener la confianza de Morgan Stanley y del Banco Mundial; también del Fondo China México, de CKD Infraestructura México, del Caisse de dépôt et placement du Québec, la Controladora Veta Grande; de Isla Guadalupe Investements, Megacable y Axtel, sus principales socios en la aventura de la Red Compartida de servicios mayoristas. Altán además le debe dinero al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), y este último ya le prestó 50 millones de pesos.

Entre 2017 y 2019, Altán dirigió 22,000 millones de pesos (1,087 millones de dólares) a la expansión de la Red Compartida y sólo por la explotación de la banda de los 700 MHz, ha pagado 1,816 millones de pesos (89.7 millones de dólares) de marzo de 2017 a enero de 2020; sólo en enero de ese año, pagó 504.4 millones de pesos por usar bandas, unos 25 millones de dólares.

La inversión de Altán Redes a su red para 2019 quedó lejos de los datos de América Móvil (AMX) y de Totalplay en el mismo año —arriba de los 21,000 millones de pesos— y muy cercana a la de Grupo Televisa, pero fue suficiente para superar a las inversiones de AT&T y Megacable, y para llegar a la frontera común con Estados Unidos y hacer ruido, porque allí el encendido de la Red Compartida provocó el enojo de Verizon, que también usaba bandas de 700 MHz, y entonces el IFT y la FCC tuvieron que negociar. 

La Red Compartida y México se han favorecido mutuamente

Es posible que el regulador IFT también hubiese maniobrado para contribuir al despegue de la Red Compartida, con la establecimiento de obligaciones en la subasta de bandas de 2.5 GHz, respecto a que los ganadores de frecuencias debían ofrecer cobertura en poblaciones escasamente conectadas, a través de tecnologías 3G y superiores y vía bandas de frecuencias propias o de terceros actores. Fue entonces un guiño a Altán, por la naturaleza del espectro de 700 MHz para propagar comunicaciones más rápidamente que otras bandas. 

El IFT además había trabajado en el año 2018 para disponer que los equipos que se comercialicen en México sean capaces de recibir señales de la Banda 28; es decir, de los 700 MHz que explota Altán Redes.

La banda de los 700 Megahercios (MHz) se encuentra entre los mejores espectros para ampliar coberturas —la misión de Altán Redes— por su naturaleza de alcance, pero, según ingenieros, también es excepcional en la penetración de ondas en edificios; mucho mejor, incluso, que las bandas de PCS (1900 MHz) y de AWS (1.7/2.1 GHz) que, por ejemplo, explotan AT&T y Telcel con tecnología 4G-LTE, de ahí que esos operadores, junto con Telefónica, se opusieron desde el primer día a que el Estado entregara la banda de 700 MHz al proyecto de la Red Compartida sin concursarse vía licitación. 

Ellos pegarían el grito de su historia, si el Estado modifica el entramado regulatorio para que Altán entre al mercado del menudeo, en principio porque esos operadores estarían en desventaja en cuanto los pagos de derechos por el uso de espectro, ya que el concesionario de la Red Compartida opera allí bajo otro criterio.

En materia técnica, el hecho de que la red de Altán cuente hoy con 90 MHz de frecuencias para atender 2.5 millones de consumidores —a su vez atendidos por terceras empresas operadoras—, hace que el servicio sea más eficiente por esa capacidad, aunque financieramente hablando no lo es. Como muestra, Telcel atiende a 77 millones de consumidores a través de unas 285 señales de entre todas sus bandas concesionadas. En el mismo campo, la red de Altán nació con tecnología 4.5G, en tanto que Telcel, AT&T y Movistar cuentan aún con algunas redes 3G, un criterio que da ventaja a la Red Compartida.

El problema técnico de Altán, según ingenieros, está en que las comunicaciones de voz deben cursarse por tecnología VoLTE o tecnología 3G, pero al ser la Red Compartida una red 4.5G, se necesitan aparatos más aptos para ese tipo de tecnología, que resultan, en algunos casos, ser más caros para el consumidor final. 

Aquél no es el único aprieto de Altán y su Red Compartida. Al no comercializar al público final, no cuenta con centros de atención directo al cliente; son las terceras empresas quienes disponen de ese tipo de atenciones. Cada operador móvil virtual u OMV tiene su propio equipo de atención. Pero una mala atención de ellos, queda como un mal servicio prestado por Altán, cuando ésta es sólo la red.

¿Y si Altán renta bloques nacionales de 700 a Telcel y AT&T?

El problema serio de Altán Redes está en cumplir con su deber de tener una cobertura poblacional del 92% en el año 2024. Los impactos de la pandemia, la economía que se recuperará 4.5% este año, en el mejor de los escenarios, y si no llegan nuevos contratos a los 65 existentes, se antoja difícil esa meta. ¿Es buen momento de que México replantee la Red Compartida? Su fracaso será un golpe a la reforma de telecomunicaciones y al plan de conectividad de López Obrador, cuestionan expertos.

“Con la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica de Perú nos dimos cuenta que no era una red competitiva; que el operador iba a competir con un brazo cruzado en la espalda, porque era imposible hacer una oferta atractiva. Hacía falta flexibilidad”, contó Virginia Nakagawa, experta en regulación e infraestructura de telecomunicaciones y transformación digital, sobre ese proyecto mayorista que hoy se encuentra en polémica. 

“Hicimos una adenda para poder expandir el portafolio del operador; flexibilidad tarifaria, uno de tráfico internacional… Dimos alternativas desde el punto de vista que fuera rentable la red”, dijo la exviceministra de Comunicaciones de Perú sobre la Red Dorsal. “Trasladando esto al caso mexicano, se deberían agotar todos los esfuerzos por este proyecto público-privado para hallar una salida que mejore el uso de esa red”.

En la industria ya se plantea, que a fin de apurar la rentabilidad de la Red Compartida y de que así éste operador pueda cumplir con sus compromisos de cobertura al 2024, se valore la posibilidad de que Altán entre ya al negocio minorista o que se le permita el subarrendamiento de espectro. 

“Las redes mayoristas parecen estar en problemas: Perú y México. La primera, de fibra óptica; y la segunda, de servicio móviles. Probablemente, los motivos de fondo sean muy similares (…) En el caso de Altán Redes, la restricción de prestar servicios móviles directamente y ejercer sólo un rol mayorista, quizá es la opción más concreta de modificar, ya que puede permitir mejorar su rentabilidad. Esto pese a la dificultad legal que implica realizar ese cambio”, expuso Gerardo Mantilla, analista en Artifex Consulting.

“Prestar servicios minoristas al mismo tiempo que los mayoristas a los operadores móviles virtuales, puede permitirle recuperar en menor tiempo su inversión y hacerla más atractiva para nuevos inversores o refinanciamiento de su deuda (…) Prestar servicios minoristas, llevará a Altán a un mercado objetivo mucho más grande que el de los operadores móviles virtuales, pudiendo captar un mayor número de clientes, especialmente, porque la red ya está desplegada”.

La compartición de espectro y red es una alternativa para incrementar la cobertura, dijeron los expertos, porque esto permitirá ahorrar costos y aprovechar las economías de escala ya alcanzadas para cubrir zonas sin cobertura y mantener la competencia. Además, los costos de marketing y comercialización serán menores cuando Altán apunte a otro mercado objetivo.

Altán cubre el 60% de población mexicana, 72 millones de personas y muchos de ellos con líneas móviles, pero las ventajas de la banda 700 MHz pueden permitirle ofrecer una mayor velocidad y capacidad que la competencia.

Periodista de negocios para El Economista, con especialidad en telecomunicaciones e infraestructura. Es licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM, con estudios posteriores en el ITESM Campus Ciudad de México, el ITAM y la Universidad Panamericana. Fue colaborador en Grupo Radio Centro, Televisa, El Financiero y Alto Nivel, entre otros. Ha sido moderador en los congresos internacionales de Futurecom y NexTV Latam; y también citado en el “Estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México, 2017” de la OCDE, y en distintos informes sobre espectro radioeléctrico de la GSMA y de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet).

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