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¿Qué hacer cuando tu jefe se va en un momento clave de tu carrera?
Hay un gran proyecto en marcha y tú estás participando en él. Se acerca el momento esperado de tu ascenso. Encadenaste varios éxitos dentro de la organización. Y de repente, tu jefe se va. ¿Significa el fin?
Algunos pasan toda su carrera laboral deseando que sus jefes desaparezcan de sus vidas, aunque ese consuelo nunca llega. Pero también hay quien sufre la marcha del que le dirige, y esa ausencia deja un vacío difícil de superar, sobre todo en momentos clave que suponen hitos en la trayectoria profesional.
Entonces, sólo entonces, se puede añorar al jefe, e incluso desear acompañarle en su nuevo destino. En realidad, puedes extrañar a un superior por distintos motivos:
Porque impulsa tu talento; porque confía en ti y lo demuestra; porque te pone retos y ayuda a desarrollarte profesionalmente; porque es un excelente gestor de capital humano; porque no solo se preocupa por tu desempeño, sino también te motiva o porque influye pero no manda.
Si tu jefe te deja solo mientras estás en un momento crucial que te aconseja permanecer en la compañía, caben algunas posibilidades de reacción cuando llegue el nuevo mando:
Mostrar resultados
Lo más sensato es actuar con profesionalidad, tratar de brillar y mostrar resultados. Un jefe recién llegado necesita gente en quien confiar.
Es bueno tomar la iniciativa. No esperes a que te hagan un encargo concreto. Sé proactivo y demuestra que eres competente. Además de la necesidad de confiar en la gente, el nuevo mando buscará desde el principio a los más eficaces.
Resulta imposible demostrar competencia en todas las áreas, de modo que lo más recomendable es mostrar que eres competente en un área determinada que tu jefe valora especialmente.
Es posible que desde el principio detectes una falta de sintonía con el nuevo superior. En este caso hay varias formas de reaccionar y se pueden usar estrategias diferentes en función de cada profesional: puedes fingir y utilizar una estrategia basada en la falsedad, haciendo básicamente lo que al nuevo mando le gusta.
Resignarte mientras encuentras otro empleo
También cabe la opción de resignarte, sobreviviendo en la compañía mientras encuentras otro trabajo, quizá cerca del anterior jefe que ya se ha ido. Quien opta por marcharse suele hacerlo al comprobar que su talento queda desaprovechado.
Algunos encuentran una motivación extra, o incluso una reinvención profesional, en el trato con un jefe cuya relación resulta complicada. Ese superior que aparentemente es tóxico y nos perjudica puede dar pie a la automotivación; incluso facilita que nos autorregulemos y tomemos distancia emocional, para que esa situación no nos afecte.
En determinados casos, la solución más inteligente es hablar con el superior recién llegado. Debe ser una conversación franca en la que se diseñe una nueva relación que sirva para solucionar los problemas.
Meritocracia
Lo tendrás especialmente difícil si tu empresa es de aquellas organizaciones donde se valora más pertenecer al grupo del jefe antes que ser un verdadero profesional y por encima de otras consideraciones que tienen que ver con la meritocracia.
Si hasta ahora has sido amigo de quien manda, deberás reaccionar al hecho de haber perdido ciertas ventajas que se refieren a tu posición, recompensas, o posibilidades de ascenso y futuro profesional.
Aunque quizá no sea un consuelo, ten en cuenta que, al menos al principio, no tendrás que seguir a tu jefe incluso fuera del trabajo o más allá del horario laboral.
Debes tener en cuenta que, sobre todo en los primeros años de carrera, hemos podido seguir a un líder que nos ayuda a encajar en un equipo.
Lo que se debe evitar es llegar a un momento en el que un exceso de fidelidad (mal entendida), y un apoyo incondicional exagerado se conviertan en la imposibilidad de ser auténtico o de tener criterio propio.
Un nuevo jefe que es más joven que tú
El problema llega cuando resulta imposible discrepar y ya te has vendido. No hay inconveniente en formar parte de la camarilla del jefe si esto es voluntario, si permite ser libre y tener criterio propio, o ser una persona fiable. Contar con la confianza del superior es positivo, pero desde la libertad, sin necesidad de estar siempre de acuerdo con él.
Puedes llegar a pensar que el jefe que se ha ido es mejor que el nuevo. Puede ocurrir cuando el que manda es más joven. Si esto te molesta, no te queda más remedio que aceptarlo. Esta situación es cada vez más común en las organizaciones que piensan que la edad no es un elemento que defina la jerarquía organizativa, y la experiencia medida en años ya no es el criterio único.
Un exceso de arrogancia al juzgar a un nuevo superior puede alejarte de la realidad y llevarte a construir otra paralela en la que el resto está por debajo.
Para empezar, pensar que eres mejor implica cierta soberbia. Así, cuando piensas que eres mejor que aquél que nos manda y que ha sustituido al jefe que se ha marchado, conviene revisar tu opinión y comprobar si está fundamentada en criterios y elementos de medida precisos.
Plantea en positivo la situación a tu jefe y dile que quieres desarrollar nuevos proyectos, poniendo en valor sus ideas. Y pídele que te apoye.
¿Le seguirías a tu jefe a otra empresa?
Si tu jefe ha decidido marcharse, quizá se te ocurra acompañarle en su nueva aventura profesional.
En realidad, siempre resulta más seguro seguir un proyecto y a una empresa que a una persona determinada, pero puede ser que la relación con quien manda haga recomendable que tu también te vayas.
En todo caso, antes de tomar la decisión de seguir los pasos de tu jefe conviene que te plantees qué puede ocurrir si éste cae en desgracia en la nueva organización. O si te despiden.
Además, hay otros factores que debes tener en cuenta si decides irte con el que ha sido tu superior hasta ahora:
- Procura que el cambio no se produzca sólo por tu jefe. Es necesario valorar la compañía a la que llegas y qué condiciones vas a encontrar.
- Acompañar a quien te manda constituye una muestra de fidelidad. Y la recompensa a esto puede darse a corto y medio plazo, pero no durará toda la vida. Si en un momento dado se deteriora la relación con tu jefe en la nueva empresa podrías dejar de estar en el grupo de favoritos.
- Analiza qué grado de confianza tienes con el superior al que podría acompañar. Debe plantearse si éste se lleva a un equipo de gente porque sin él no es nadie, o porque hay posibilidades reales de que aquellos que le siguen pueden progresar a nivel profesional en la nueva organización.
- Reflexiona acerca de lo que dejas atrás. Compara tu situación actual -incluso sin tu superior- con la que te vas a encontrar en la nueva empresa.
- También debes tener en cuenta que, desde el punto de vista de su jefe, podrías convertirte en un lastre en la nueva organización. Debes saber que si a tu superior le va mal en la compañía nueva, él es responsable y cargará con esa responsabilidad.