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Geopolítica

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Adiós a Desmond Tutu, azote del apartheid y símbolo de los derechos humanos

El arzobispo emérito Desmond Mpilo Tutu, fallecido este domingo a la edad de 90 años, se ganó el respeto y el amor de millones de sudafricanos y del mundo entero como azote del apartheid y símbolo de los derechos humanos.

El arzobispo emérito Desmond Mpilo Tutu. Foto: Reuters.Foto: Reuters.

El arzobispo emérito Desmond Mpilo Tutu, fallecido este domingo a la edad de 90 años, se ganó el respeto y el amor de millones de sudafricanos y del mundo entero como azote del apartheid y símbolo de los derechos humanos.

Cuando los sudafricanos se despertaron la mañana del 7 de abril de 2017 para protestar contra la destitución del respetado ministro de Finanzas Pravin Gordhan por parte del entonces presidente Jacob Zuma, el arzobispo Tutu salió de su casa de retiro en Hermanus para unirse a las protestas. En ese momento tenía 86 años y su salud era frágil. Pero llevaba la protesta en la sangre. En su opinión, ningún gobierno es legítimo si no representa bien a todo su pueblo.

Todavía conservaba la agudeza de palabra cuando dijo:

Rezaremos por la caída de un gobierno que nos represente mal.

Sobre la base de los principios de integridad ética y moral había luchado valientemente contra el sistema del apartheid y se convirtió en un abierto defensor de los derechos humanos y defensor de los oprimidos.

Pero el arzobispo Tutu no dejó de luchar por los derechos humanos una vez que el apartheid llegó a su fin formal en 1994. Siguió criticando a los políticos que abusaban de su poder. También se sumó a diversas causas, como el VIH/SIDA, la pobreza, el racismo, la homofobia y la transfobia.

Su lucha por los derechos humanos no se limitó a Sudáfrica. A través de su fundación por la paz, que puso en marcha en 2015, extendió su visión de un mundo pacífico “en el que todos valoren la dignidad humana y nuestra interconexión”.

También se mostró implacable en su apoyo al Dalai Lama, al que consideraba su mejor amigo. Condenó al gobierno sudafricano por negar al líder espiritual tibetano exiliado un visado para participar en la “Conferencia Internacional de la Paz Desmond Tutu” en 2011.

Primeros años

El arzobispo Tutu tuvo unos orígenes humildes. Nació el 7 de octubre de 1931 en Klerksdorp, en la provincia del Noroeste de Sudáfrica, donde su padre, Zachariah, era director de una escuela secundaria. Su madre, Aletha Matlare, era empleada doméstica.

Una de las figuras más influyentes en sus primeros años fue el padre Trevor Huddleston, un convencido luchador contra el apartheid. Su amistad hizo que el joven Tutu fuera introducido en la Iglesia Anglicana.

Tras completar su educación, pasó una breve temporada enseñando inglés e historia en el instituto Madibane de Soweto, y luego en el instituto Krugersdorp, al oeste de Johannesburgo, donde su padre era director. Allí conoció a su futura esposa, Nomalizo Leah Shenxane.

Es interesante el hecho de que Tutu aceptara una ceremonia de boda católica, aunque él fuera anglicano. Este acto ecuménico en una etapa muy temprana de su vida nos da una pista de su compromiso con el trabajo ecuménico en años posteriores.

Dejó la enseñanza a raíz de la introducción de la “educación bantú” para los negros en 1953, una ley que marcaba que la enseñanza para la población nativa africana se limitaba a producir fuerza de trabajo no cualificada.

En 1955 entró al servicio de la iglesia como subdiácono. Se casó ese mismo año. En 1958 se matriculó en Teología y, tras completar sus estudios, fue ordenado diácono de la catedral de Santa María de Johannesburgo en 1960, y se convirtió en su primer decano negro en 1975.

En 1962 se trasladó a Londres para continuar su formación teológica con la financiación del Consejo Mundial de Iglesias. Obtuvo una maestría en teología y, tras servir en varias parroquias de Londres, regresó a Sudáfrica en 1966 para enseñar en el Seminario Teológico Federal de Alice, en el Cabo Oriental.

Uno de los hechos menos conocidos de su biografía es que tenía especial interés en el estudio del Islam. Le hubiera gustado dedicarse a ello en sus estudios de doctorado, pero finalmente no fue así.

Las actividades en las que participó a principios de la década de 1970 sentaron las bases de su lucha política contra el apartheid. Entre ellas, la enseñanza en Botsuana, Lesoto y Suazilandia y, posteriormente, un destino en Londres como Director Asociado para África en el Fondo de Educación Teológica, y su exposición a la Teología Negra. También visitó muchos países africanos a principios de la década de 1970.

Finalmente, regresó a Johannesburgo como decano y rector de la Parroquia Anglicana de St. Mary en 1976.

Activismo político

Fue en St. Mary donde Tutu se enfrentó por primera vez al entonces primer ministro del apartheid, John Vorster, al que escribió una carta en 1976 en la que denunciaba el deplorable estado en el que tenía que vivir la población negra.

El 16 de junio Soweto ardió en llamas, cuando los alumnos negros de los institutos protestaron contra el uso forzado del afrikáans como lengua de enseñanza, y fueron acribillados por la policía del apartheid.

El obispo Tutu se vio envuelto en la lucha. Pronunció uno de sus discursos más apasionados y ardientes tras la muerte en prisión del líder de la conciencia negra, Steve Biko, en 1977.

Su papel como secretario general del Consejo Sudafricano de Iglesias, y más tarde como rector de la Iglesia de San Agustín en Orlando West, en Soweto, le llevó a ser un ardiente crítico de los aspectos más atroces del apartheid. Entre ellos, la expulsión forzosa de la población negra de las zonas urbanas consideradas blancas.

Un objetivo

Con su creciente activismo político en la década de 1980, Tutú se convirtió en objetivo del gobierno del apartheid y se enfrentó a amenazas de muerte.

En marzo de 1980 se le retiró el pasaporte. Tras muchas protestas e intervenciones internacionales, dos años después se le concedió un “documento de viaje limitado” para viajar al extranjero.

Su labor fue reconocida en todo el mundo y se le concedió el Premio Nobel de la Paz en 1984 por ser un líder unificador en la campaña para acabar con el apartheid en Sudáfrica.

Siguió recibiendo más premios. Fue nombrado obispo de Johannesburgo en 1984 y arzobispo de Ciudad del Cabo en 1986. En los cuatro años siguientes, hasta la liberación de Nelson Mandela tras 27 años de prisión, el arzobispo tuvo que trabajar mucho. Se trataba de hacer campaña para que se ejerciera presión internacional sobre el apartheid mediante sanciones.

Años de democracia

Después de 1994, dirigió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Su principal objetivo era ofrecer a quienes habían cometido abusos contra los derechos humanos –a favor o en contra del apartheid– la oportunidad de confesar, ofrecer una amnistía legal a quienes lo merecieran y permitir a los perpetradores reparar a sus víctimas.

Dos grandes momentos de su vida personal llevaron su visión teológica más allá de los confines de la Iglesia. Uno de ellos fue cuando su hija Mpho declaró que era gay y la Iglesia le negó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Tutu proclamó

Si Dios, como dicen, fuera homófobo, yo no adoraría a ese Dios.

La segunda fue cuando declaró su preferencia por la muerte asistida.

Sudáfrica tiene la suerte de haber contado con un hombre tan valiente y arrojado como Desmond Tutu, que realmente simbolizó la idea del país como la “nación del Arco Iris” . Sudáfrica sentirá la pérdida de la dirección moral de este valiente soldado de Dios durante generaciones.

P. Pratap Kumar, Emeritus Professor, School of Religion, Philosophy and Classics, University of KwaZulu-Natal

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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