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Cambridge Analytica ya no existe pero sus métodos persisten en las campañas de Biden y Trump
"Lo que estamos viendo es casi más potente que en 2016", dice el profesor de la Universidad de Texas, Samuel Woolley, que está a cargo de un departamento de investigación de la propaganda.
Cambridge Analytica ya no existe pero sus métodos persisten en la carrera a la Casa Blanca. "Su voto anticipado no ha sido registrado", dice un texto con un enlace a más información. Otros mensajes avisan a los votantes que no están registrados u ofrecen información no verificada sobre un oponente político.
Mensajes como esos llaman la atención a medida que las campañas políticas aumentan la recopilación de datos y la focalización de potenciales votantes usando su propia tecnología para evitar las restricciones impuestas por las redes sociales tras el escándalo de la consultora británica Cambridge Analytica.
Facebook bloqueó aplicaciones que recolectaban datos de sus usuarios y sus contactos luego de las revelaciones sobre la ahora difunta Cambridge Analytica. Pero ahora, la campaña del presidente Donald Trump y grupos de activistas usan sus propios métodos.
"Lo que estamos viendo es casi más potente que en 2016", dice el profesor de la Universidad de Texas, Samuel Woolley, que está a cargo de un departamento de investigación de la propaganda.
Su equipo examinó mensajes y encontró que la aplicación de Trump, y en menor medida la de su rival demócrata, Joe Biden, y otros grupos políticos, recogen datos para personificar la comunicación vía SMS, correo electrónico o redes sociales.
Algunas aplicaciones no solo toman información del usuario, sino también de sus contactos y rastrean su ubicación y actividades, como compras o asistencias a iglesias.
Las campañas pueden combinarse con terceros, desde comerciantes de datos o registros públicos, para dirigir mensajes muy precisos a personas o grupos específicos.
"En 2016 había más dependencia de Facebook y otras plataformas sociales, pero ahora las campañas emplean sus propias herramientas para la recolección de datos", dijo Woolley, para quien la aplicación de Trump es una "herramienta de vigilancia".
Sin consentimiento
Docenas de textos no solicitados, muchos con mensajes a favor de Trump, sorprendieron a Thomas, un administrador de software en Boston.
Uno decía: "Saqueos. Disturbios. Ciudades ardiendo. Esas son realidades de los Estados Unidos de Biden".
"Mi reacción fue inicialmente de confusión", dijo Thomas, de 32 años, quien pidió no revelar su identidad completa. "No tengo la costumbre de adherirme a entidades de sesgo conservador", dijo.
Muchos receptores de mensajes no descargaron una aplicación política ni pidieron notificaciones, según los investigadores.
"Si se reciben mensajes que siembran confusión, es una presión sobre los votantes", dijo Jacob Gursky, un investigador del equipo de Woolley.
"No se necesita consentimiento para enviar esos mensajes", dijo y señaló que algunas campaña "pueden enviar masivamente mensajes de texto anónimos".
Algunos mensajes son efectivamente propaganda electoral pero carecen de la requerida difusión en las redes sociales y otros medios.
El FBI lanzó un proyecto denominado "voces protegidas" para investigar potenciales delitos con esos mensajes.
"Engañar intencionadamente a votantes específicos para evitar que voten, es una represión del voto y eso es un crimen federal", dijo el FBI en septiembre en una nota.
Ni el campo de Trump ni el de Biden respondieron a preguntas sobre sus políticas de privacidad o de protección de datos.
Límites de las plataformas
Bridget Barret, investigadora del centro de información, tecnología y vida pública de la Universidad de Carolina del Norte, dijo que los cambios hechos por Google y Facebook para limitar los destinatarios de los anuncios políticos y el endurecimiento de las reglas de Facebook con otras aplicaciones pueden limitar las conductas de la campaña de 2016.
"No estamos permitiendo que Rusia compre con rublos anuncios políticos, de manera que estamos mejorando", dijo Barrett.
No obstante, Facebook aún permite que anunciantes comerciales y políticos, cotejen listas de personas para conseguir más información para los anuncios, dijo.
"No tenemos ningún marco de reglas sobre datos privados, de manera que hay una idea de que se puede recolectar cualquier dato sin importar cuan engañoso sea", dijo.
"Todo el ecosistema digital es preocupante desde el punto de vista de que las personas son dueñas de sus datos o tienen derecho a ser informadas sobre cómo se usan sus datos", agregó.
Microfocalización
La "microfocalización" o dirigir mensajes a individuos o grupos muy específicos generó inquietud en la elección de 2016, pero es una práctica que persiste "y no se irá rápidamente", dijo Costas Panagopoulos, jefe de ciencia política de la Universidad Northeastern.
Advirtió que las campañas pueden conseguir o comprar "masivas cantidades de información" sobre votantes, lo cual facilita diseminar desinformación o disuadir el voto por un candidato.
"Sabemos que el propósito de muchos de esos mensajes es el de quitarle a los votantes el derecho a votar" a alguien, afirmó.
"Pero finalmente, los votantes tienen la obligación y responsabilidad de informarse por sí mismos sobre lo que necesitan para que su voto cuente y no sucumba ante la desinformación que apunta a reprimir o disuadir votantes", dijo.