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Geopolítica

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Escritor fantasma de Petraeus no estaba enterado del affair

Yo nunca anticipé la relación extramarital entre David Petraeus y Paula Broadwell, la mujer con la que trabajé durante 16 meses en un libro sobre el año que Petraeus estuvo al mando de la guerra en Afganistán.

Mi esposa dice que soy la persona más despistada en Estados Unidos.

Yo nunca anticipé la relación extramarital entre David Petraeus y Paula Broadwell, la mujer con la que trabajé durante 16 meses en un libro sobre el año que Petraeus estuvo al mando de la guerra en Afganistán. En raras ocasiones, su buena apariencia y accesibilidad llevó a que algún colega levantara una ceja sobre su relación, pero nunca lo tomé en serio.

Desde luego, no estaba solo. La relación inusualmente estrecha entre el sujeto y su biógrafa no era ningún secreto cuando el presidente Obama nombró a Petraeus como Director de la CIA en el verano del 2011, tras su año de mandato en Kabul. El General más famoso y aclamado de EU le concedió acceso extraordinario a Broadwell para su libro, Con todo: La educación del general David Petraeus. Tampoco Broadwell ha hecho nada para ocultar dicho acceso o su gran admiración por Petraeus desde que el libro fue publicado en enero, describiéndolo en términos que son, bueno, efusivos.

Por eso, cuando se conoció la noticia el viernes pasado de que Petraeus había renunciado en desgracia a causa de una relación adúltera, quedé atónito. ¿Podría ser Paula? , mis amigos y colegas me preguntaron inmediatamente. Incluso entonces les dije que le daría el beneficio de la duda; hasta que la duda se evaporó unas horas más tarde.

Llegué de manera inocente a mi asiento de primera fila en este épico escándalo de Washington: En julio del 2010, recibí una llamada de mi agente, Moyers Scott, en Nueva York, que quería saber si estaba interesado en escribir bajo la firma un libro sobre Petraeus, quien acababa de ser nombrado comandante en Afganistán. Acababa de terminar de escribir, bajo la firma un libro de memorias de la CIA que Scott había representado.

Describió a su otro cliente, con quien yo trabajaría, como una mujer con un acceso único a Petraeus. Ella era, en palabras de Moyers, una dinamo, una graduada de West Point que había trabajado en contraterrorismo después del 11 de septiembre del 2001 y fue a hacer un doctorado en la Universidad de King en Londres. Sonaba como una oportunidad increíble.

Como corresponsal del Pentágono para The Washington Post, me había incorporado brevemente con la División Aerotransportada 101 bajo el mando de Petraeus en el norte de Irak en el otoño del 2003 y encontré al General -y lo que había logrado- impresionante e inspirador. Mosul, y gran parte de su sector en el norte, fue en su mayoría pacificado y Petraeus me concedió un acceso sin restricciones a su cuartel general de mando y a sus comandantes de batallón. Incluso corrimos juntos alrededor de un semipalacio de Sadam en Mosul, donde se acampó su mando.

Ultracompetitivos

El hecho de que yo fuera un corredor le pareció a Moyers que me hacía encajar perfectamente para el trabajo. Bromeó, cuando me presentaba a Broadwell, con que yo era el único escritor fantasma que podía correr con Petraeus y con Broadwell. Ambos eran corredores de fondo ultracompetitivos que se enorgullecían en su velocidad y ambos podrían hacer cientos de lagartijas.

Volé a Charlotte y pasé una tarde entera revisando una pila impresionante de correos electrónicos y documentos sobre la mesa del comedor de Broadwell, que ella había recopilado ya como parte de una tesis doctoral que escribía sobre Petraeus y su enfoque hacia el liderazgo, en la que él había acordado ayudarla después de que se conocieron en Harvard unos años antes.

¿Cómo era ella? Profesional, relajada y claramente emocionada por el material que tenía para mí en su enorme casa en un barrio señorial de Carolina del Norte. Ella hablaba con mucho cariño de su marido, un radiólogo quirúrgico al que había conocido en el Ejército y de sus dos hijos pequeños, a los que claramente adora.

Comenzamos nuestro trabajo mientras Petraeus asumía el mando de un vacilante esfuerzo de guerra. Broadwell comenzó a reportar basándose en amplios contactos militares, entre ellos numerosos miembros del círculo íntimo de Petraeus. Ella hizo su primero de cuatro o cinco viajes prolongados a Afganistán a finales del verano del 2010.

Como alguien que se encuentra más cerca de lo que quiere al fuego enemigo, me quedé impresionado por su energía y su compromiso con el libro. Mi papel era mucho menos dramático: me senté en mi sótano en Maryland y escribí lo que era prácticamente una narración en tiempo real modelada del torrente de correos electrónicos, documentos y transcripciones de entrevistas que Broadwell me envió.

Acceso completo

Antes del primer viaje a Afganistán de Broadwell, me preguntaba si realmente tenía el tipo de acceso necesario para entregar el libro que había prometido. Pero ella eliminó cualquier resistencia que Petraeus -que nunca estuvo de acuerdo en hacer una biografía autorizada- pudo haber tenido con el proyecto.

Para el último viaje de Broadwell a Afganistán, su acceso era exclusivo: ella voló de Kabul en el avión de Petraeus después de una emotiva ceremonia de cambio de mando y lo acompañó durante una gira que hizo por las capitales europeas en su camino de regreso a Washington.

Siempre pensé que los motivos de Broadwell eran puros y siempre me he pregunté por qué Petraeus le concedía el acceso que tenía. Los dos debieron de haber visto mucho de ellos mismos en el otro: comparten el lazo de West Point, una adicción al ejercicio físico y una actitud superoptimista ante la vida.

Broadwell claramente admiraba Petraeus como un líder y un oficial militar. Que su tesis doctoral, y en última instancia el libro, surgiera de una relación de tutoría con Petraeus es algo que todavía tomo en serio. Nunca pensé que tuvieran una aventura y todavía no tengo ni idea de cuándo comenzó realmente el asunto. Le envié a Broadwell un e-mail el lunes para comentarle que estaba escribiendo esta pieza y que estaba abierto a cualquier comentario suyo. Aún no he sabido nada de ella.

Siempre me he preguntado cómo es que Petraeus justificó su relación con ella a su personal de mando en Afganistán. Sin duda, cejas se elevaron, dado el acceso que ella recibió. Compañeras mías no eran tímidas en comentar acerca de la buena apariencia de Broadwell y su afinidad por ropa de cóctel llamativa incluso en sobrias conferencias de seguridad nacional.

¿Había algo con Petraeus? Yo siempre dije que no lo creía.

Predicando carácter

Supuse que, dado lo público de su relación semioficial, jamás se involucrarían en una conducta riesgosa. Él siempre había predicado a sus protegidos que el carácter es lo que uno hace cuando nadie observa. Y él siempre se apresuraba a añadir que siempre hay alguien observando .

No había protegido más ardiente que Broadwell.

El ver a ambos caer de forma tan trágica me llevó a recordar un comentario de Nick Carraway, el personaje de The Great Gatsby, que dice al principio de la novela:

Sentí que quería que el mundo estuviera uniformado y en una especie de atención moral para siempre, yo no quería hacer más excursiones desenfrenadas con atisbos privilegiados dentro del corazón humano .

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