Lectura 3:00 min
Muere un gigante de la diplomaciaI
El deceso de Holbrooke podría tener un profundo impacto en los esfuerzos del gobierno de EU por implementar estrategias de la guerra en Afganistán.
Washington, DC. Holbrooke, un reconocido veterano de la diplomacia estadounidense, cuyas hábiles maniobras resultaron en los Acuerdos de Paz de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia -un sonado éxito que esperaba repetir como el enviado especial del presidente Obama a Afganistán y a Pakistán-, murió a los 69 años de complicaciones cardiovasculares.
Como asesor de política exterior de cuatro presidentes demócratas, Holbrooke fue una presencia destacadísima y única que ayudó a definir la estrategia de seguridad nacional a lo largo de 40 años y tres guerras, ayudando a vincular a los políticos en Washington lo mismo con las élites neoyorquinas que con figuras influyentes en capitales de todo el mundo. Parecía vivir en los aviones y se desplazaba con la misma confianza en alguna recepción de las áreas exclusivas de Manhattan que en la Casa Blanca o en alguna barriada de Pakistán.
Obama lo alabó como un verdadero gigante de la política exterior que ha hecho de EU un país más fuerte, seguro y respetado, fue una figura verdaderamente singular, alguien que será recordado por su incansable diplomacia, el amor a su país y la búsqueda de la paz . La secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que el país había perdido a uno de sus más notables paladines de la diplomacia.
El deceso de Holbrooke podría tener un profundo impacto en los esfuerzos del gobierno por implementar diversas estrategias de la guerra en Afganistán que busca no sólo avances militares, sino ayuda para el desarrollo e iniciativas diplomáticas con los gobiernos en Kabul y en Pakistán, que habían sido uno de los principales enfoques de Holbrooke. La amplia carrera de Holbrooke se inició en Vietnam, donde se desempeñó como Oficial de campo, también laboro como Embajador ante la ONU y uno de los más jóvenes Subsecretarios de Estado en la historia.
Cuando los republicanos asumían el poder, se convertía en banquero, periodista y autor de renombre.
Su papel más prominente fue el de solucionador de problemas de la Presidencia en tiempos de guerra, un rol al que Holbrooke dedicaba una energía indeclinable, un talento especial para la improvisación diplomática y un estilo de mano dura que podía producir resultados dramáticos, pero también generar rencor aun entre sus propios colegas.
Aunque las consecuencias de su personalidad quedaron al descubierto en sus esfuerzos por estabilizar Afganistán y Pakistán, donde se registraron tensos desacuerdos con los líderes de esos países nunca desistió de sus intentos por enfocar las insurgencias que amenazan a ambos países. En el último año desarrolló una labor titánica, donde dormía sólo un par de horas viajando para enlistar el apoyo de los aliados al esfuerzo bélico y también al costoso programa de reconstrucción.