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Geopolítica

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Obama, ¿mesías o estadista?

El país está a la expectativa por saber si Barack podrá cumplir sus promesas deteniendo el declive económico y los problemas heredados por Bush.

Su tono tranquilo, su retórica y la promesa de nuevas ideas fueron factores que contribuyeron al ascenso de Barack Obama a la presidencia estadounidense, mientras los ciudadanos depositaban la confianza en su capacidad para rescatar a la economía de la peor crisis en décadas.

Ahora, el público y los mercados financieros quieren ver si Obama podrá cumplir.

Cuando asuma el 20 de enero, el nuevo presidente heredará una recesión que se profundiza, un sistema financiero fracturado, el derrumbe del mercado de las casas y largas proyecciones de déficit fiscales de 1 billón de dólares.

Consciente de que la tarea de detener el declive económico es la primera prioridad de sus 100 primeros días en el puesto, Obama se ha lanzado a responder ese desafío.

Cuando falta menos de una semana para que suceda al presidente George W. Bush, Obama trabaja con los legisladores para armar un paquete de estímulo fiscal por 825,000 millones de dólares, y ha tenido éxito cuando impulsó la liberación del segundo tramo de 350,000 millones de dólares de un rescate financiero.

  • Los desafíos

El presidente electo ha prometido tomar rápidas medidas para reformar a un sistema regulatorio de Wall Street disfuncional al que se ha culpado por el derrumbe de las hipotecas subprime y una catarata de problemas que llevaron al colapso de firmas de inversión alguna vez venerables como Lehman Brothers.

Un desafío más inmediato es asegurar la confirmación para su nominado a dirigir el Departamento del Tesoro, Timothy Geithner, cuya selección enfrenta problemas por errores en sus impuestos personales y dudas sobre la situación migratoria de una ama de llaves.

Pero otra tarea importante que enfrenta Obama es manejar las enormes expectativas que ha cifrado el público en él.

"Las expectativas para la administración Obama son indescriptibles. El es visto como un salvador potencial del país en varias maneras", dijo William Keylor, un profesor de historia de Boston University. "Cualquier cosa que él logre, estará debajo de las extraordinarias expectativas que tiene la gente en él", afirmó.

Ross Baker, un politólogo de Rutgers University, dijo que incluso si el plan de estímulo fuera aprobado rápidamente, sus efectos no se verán al menos por varios meses.

"La economía no responde a la desfibrilación", dijo Baker. "La gente tiene esta idea de que uno puede revivirla así, pero eso es muy poco realista".

  • Manejar las expectativas

Obama está tratando de moderar las expectativas.

En un reciente discurso pidiendo acción urgente sobre el estímulo, Obama pintó un cuadro lúgubre, advirtiendo sobre un desempleo de dos dígitos y diciendo a los estadounidenses que la crisis económica es "distinta de todas las que vimos en nuestras vidas", al tiempo que enfatizó que los problemas no se podían arreglar de un día para el otro.

Elevando aún más las esperanzas sobre Obama están las comparaciones entre él y el presidente Franklin Delano Roosevelt, quien asumió cuando la Gran Depresión estaba en su peor fase y creó toda una mística en torno a los "primeros 100 días".

Roosevelt impulsó 15 leyes importantes en el Congreso en sus 100 primeros días, como parte del "New Deal", que creó gran parte de la red de seguridad social moderna de Estados Unidos.

Como Roosevelt, Obama tiene una mayoría demócrata en el Congreso y un mandato popular que favorecerán el impulso de su agenda. Pero Keylor y otros historiadores dijeron que las comparaciones con Roosevelt han sido exageradas.

Leo Ribuffo, profesor de historia de George Washington University, notó que cuando Roosevelt asumió en 1933, la Depresión ya había empezado hacía 3 años y medio y la tasa de desempleo era de 25%, mucho mayor que el actual 7.2%, o incluso el 10% que algunos temen que podría tocar.

Los declives económicos de fines de las décadas de 1970 y 1980 son más comparables con la turbulencia actual que la Gran Depersión, dijo Ribuffo, aunque los demócratas podrían considerar que políticamente les conviene alentar tácitamente las comparaciones con los años de 1930 para reforzar el apoyo de la agenda económica de Obama.

RDS

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