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Geopolítica

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Trump desmantela un caso de éxito en migración

El Salvador ha visto descender el número de migrantes que viajan hacia Estados Unidos, en parte gracias a los programas de la USAID.

Foto: Reuters

Hasta la semana pasada, funcionarios estadounidenses sostenían que El Salvador era una prueba de que la ayuda extranjera podía frenar la migración. Los vínculos entre Estados Unidos y El Salvador eran elogiados por diplomáticos, congresistas e incluso por el principal funcionario encargado del control de fronteras de Estados Unidos.

Luego llegó la polémica decisión del presidente Trump, el retiro de la ayuda financiera al país centroamericano, y también a Honduras y Guatemala. “No han hecho nada por nosotros”, dijo el presidente el viernes pasado.

La medida presidencial desconcertó a funcionarios de organismos de desarrollo y a los propios salvadoreños. Ambos sabían que la cooperación en materias de seguridad, sociedad civil y desarrollo económico estaba llena de historias de éxito, en la medida en que se lograba el objetivo de la administración Trump: frenar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos.

Durante los últimos tres años se ha visto que la tasa de homicidios y los flujos migratorios de El Salvador han disminuido rotundamente. En el año 2016, más de 72,000 salvadoreños fueron detenidos cruzando la frontera de Estados Unidos. Para el 2018, el número se había reducido en algo más de 50%; 32,000 personas fueron detenidas.

“La decisión de recortar fondos va en contra de los resultados de lo que hemos logrado juntos”, comentó Raúl López, viceministro de Justicia del gobierno salvadoreño. “El hecho es que la migración de El Salvador está disminuyendo gracias a nuestro trabajo”.

Estados Unidos ha invertido cientos de millones de dólares durante los últimos años en programas enfocados a llevar estabilidad a uno de los países más peligrosos del mundo. Se ha gastado dinero en capacitación de policías, financiamiento de programas para apoyar a jóvenes que buscan trabajo y para mejorar la gobernabilidad del país.

Modelo de cooperación

Funcionarios estadounidenses aplauden los resultados. “Lo que (El Salvador) está haciendo es trabajar, lo mismo en el área de seguridad como en el desarrollo de oportunidades económicas”, dijo el comisionado de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos, Kevin McAleenan, el pasado mes de julio.

Trump afirmó que cortaba ayuda porque los tres países no hacían nada. Paradójicamente varios analistas señalan que podría provocar un aumento de la migración. Aseguran que el caso de El Salvador, un país de 6.5 millones de habitantes, es aún más desconcertante.

La migración de Guatemala y Honduras ha aumentado en los últimos dos años, pero cancelar la ayuda a El Salvador representa un castigo a un gobierno que ha trabajado para reducir de manera drástica el flujo migratorio.

El año pasado, Kevin McAleenan opinó durante un evento en el Centro de Políticas Bipartidistas, que El Salvador es un modelo “con el que queremos lograr los mismos éxitos en Honduras y Guatemala”.

Los analistas no sólo atribuyen el descenso de la migración únicamente a la ayuda estadounidense. Sostienen que es un resultado multifactorial, y algunas de las razones están fuera del control de los gobiernos.

Michael Clemens, coordinador de Migración en el Centro para el Desarrollo Global en Washington, comentó que “no se ha analizado de manera seria la relación entre desarrollo y migración a través de la historia. De lo contrario, se podría demostrar que el desarrollo conduce de manera súbita a un descenso en la migración”. Clemens enfatizó que “la fortaleza demográfica es mucho más sólida”.

Durante la última década, la población salvadoreña envejeció, ya que jóvenes entre 15 y 29 años son los que más emigran.

Guatemala y Honduras se encuentran con más problemas que El Salvador en materia de envejecimiento de la población.

Pandillas

La migración de las tres naciones del Triángulo del Norte aumentó rápidamente entre el 2012 y el 2016. Muchos de los que salían de sus países lo hicieron por la violencia de pandillas.

Según el Centro para el Desarrollo Global, más de 8% de los jóvenes salvadoreños, guatemaltecos y hondureños con 17 años de edad llegó a la frontera con Estados Unidos entre el 2011 y el 2016. Un estudio concluye que por cada 10 asesinatos en esos tres países, seis niños emigran hacia los Estados Unidos.

En el 2015, El Salvador registró 103 homicidios por cada 100,000 habitantes, más de 20 veces la tasa que tiene Estados Unidos.

En respuesta a la violencia y al incremento de menores de edad indocumentados, el gobierno de Obama lanzó un paquete de ayuda para los tres países en el 2015, conocido como Alianza para la Prosperidad.

Los programas de ayuda en El Salvador se tangibilizan en la capacitación del personal de seguridad, la creación de puestos de trabajo para jóvenes con potencial de riesgo y mayor recaudación de impuestos, entre otros resultados. Muchos de los programas fueron diseñados específicamente para disminuir la migración. Por ejemplo, uno de ellos tiene como objetivo ayudar a los deportados para que no vuelvan a intentar cruzar la frontera. “La verdad que estamos agradecidos con este tipo de programas”, comentó López, el funcionario de justicia salvadoreña, “han tenido un gran impacto”.

El funcionario preguntó: “¿Por qué razón se deja de hacer lo que está funcionando muy bien?”

El Salvador es el país más pequeño del Triángulo del Norte. Funcionarios estadounidenses aseguran que su tamaño en relación con Honduras y Guatemala y la fortaleza de su gobierno lo hacen ser un lugar más fácil en la implementación de programas de desarrollo.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), lo mismo en discursos como en comunicados de prensa, expresó que entre el 2015 y el 2017 “El Salvador tuvo una reducción de 61% (en homicidios) en los municipios que operan los programas de la USAID, frente a 42% en el resto del país”.

Marcela Escobari fue administradora asistente de USAID para América Latina y el Caribe durante los gobiernos de Obama. Comentó que “los programas de desarrollo de Estados Unidos nunca eliminarán por completo los flujos migratorios.

Pero cuando han existido incrementos repentinos debido a la inseguridad, hemos podido implementar programas contra la violencia, cuyos resultados exitosos han quedado demostrados”.

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