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Benetton, la saga tras la opa de Abertis

La familia Benetton quiere comprar la empresa con el fin de convertirse en el líder mundial de autopistas; su fortuna supera los 12,000 mde.

Luciano Benetton sabe mucho de carreteras, casi desde niño. Cuando tenía ocho años utilizaba a diario la vía interurbana que unía el pueblo donde residía (Badoere), con su escuela, situada en Treviso. Recorría en bicicleta 32 kilómetros, entre ida y vuelta, en un terreno muy llano, el habitual en esta zona de la región del Veneto situada 30 kilómetros al norte de Venecia.

El empresario, que en ese momento soñaba con ser médico tal y como quería su padre, Leone , no imaginaba que más de 70 años después él y su familia serían los dueños de un conglomerado inversor con intereses en moda (Benetton), alimentación (Autogrill), carreteras y otras infraestructuras (Atlantia), inmobiliario (Edizione Property), explotación agrícola, banca y seguros. La fortuna de la familia supera hoy los 12,000 millones de euros.

Atlantia acaba de anunciar una oferta pública de adquisición (OPA) amistosa sobre la concesionaria española Abertis con el fin de convertirse en el líder mundial de autopistas.

Alquiler de bicicletas

Luciano Benetton nació en 1935 en Treviso en el seno de una familia de clase media venida a menos. Su padre Leone tenía un negocio de alquiler de bicicletas, el único de la ciudad. Pese a gozar del monopolio de las dos ruedas en Treviso, la economía familiar se resintió durante la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra.

Las dificultades en el hogar de los Benetton se acentuaron en 1945, al fallecer el patriarca, aquejado de malaria. Su viuda, Rosa Carniato, se quedó al frente de la familia y de los cuatro hijos del matrimonio Luciano, Guiliana, Gilberto y Carlo , todos ellos de corta edad. El primogénito, que conservaba la bicicleta con la que recorría las carreteras del Veneto, tenía entonces 10 años, ocho más que el más pequeño de los hermanos, Carlo.

Luciano salvó lo que pudo del negocio de las bicicletas y continuó un tiempo con los estudios, aunque pronto olvidó sus planes de ser médico. Su familia necesitaba dinero.

Entró a trabajar en un comercio textil, Alia Campana. Aunque él sólo fregaba suelos y ordenaba cajas, aprendió cómo funcionaba la tienda. De ahí saltó a otro establecimiento, Dellasiegas, ya como vendedor de prendas textiles.

Mientras, su hermana Giuliana trabajaba en un pequeño taller de confección y tejía prendas en su tiempo libre, desde calcetines para su familia a jerseys de lana de colores vivos. Quería dar un toque de alegría a una ciudad gris herida por la posguerra.

La experiencia detrás del mostrador de Dellasiegas le sirvió para comprobar cómo eran las tiendas de la época (demasiado rígidas en su opinión) y para pensar cómo podían mejorarse y así atraer a los más jóvenes.

Su cabeza era un hervidero de ideas. Una noche, a mitad de la década de 1950, al llegar a casa y ver a su hermana tejiendo los jerseys, le preguntó por qué no trabajaban para ellos en vez de para terceros. Dicho y hecho, alquilaron una máquina para tejer que pagaron pidiendo dinero a los familiares y vendiendo parte de sus posesiones, bicicletas familiares incluidas.

Los cuatro hermanos se repartieron las tareas en el negocio. Luciano era el responsable comercial, Giuliana diseñaba, Gilberto dirigía el área financiera y Carlo estaba al frente de la producción.

Giuliana lanzó la primera colección propia, bautizada como Très Jolie, que fue un éxito inmediato. En 1957, la tienda Dellassiega hizo el primer pedido a los Benetton, 600 jerseys de golpe.

Fue un momento clave para los Benetton, en especial para Luciano, que ya no trabajaba allí, pero que tenía una especial vinculación con la tienda. En ella, además, había conocido a su primera mujer, Teresa, una de sus clientas.

Desde Treviso, ya con fábrica incluida, dieron el salto a Venecia y a Roma. Elaboraban 20,000 jerseys al año. Benetton quería vender sus prendas directamente al consumidor, a través de tiendas que únicamente comercializasen las prendas del grupo, sin espacio para la competencia. Las tiendas inicialmente no se llamaron Benetton, sino My Market. Producían bajo demanda y vendían sus prendas a precios más bajos que la competencia.

Benetton, que como grupo nació en 1965, se lanzó al exterior en la década de 1970, cuando ya tenía más de 500 tiendas en su país.

En pocos años, sus prendas se vendían tanto en Europa, Estados Unidos, Tokio o la Unión Soviética, apoyándose en ambiciosas campañas publicitarias.

La empresa crecía a gran velocidad, igual que lo hacía la familia. Todos los fundadores tuvieron más de dos descendientes y varios se casaron en dos ocasiones, teniendo hijos en cada unión.

Salto a bolsa

Para financiar la expansión, Benetton salió a cotizar a la Bolsa de Milán en 1986, un año después de haber rebautizado las tiendas MyMarket y adoptando el nombre United Colors of Benetton. Los ingresos de la salida a Bolsa también sirvieron para iniciar una política de diversificación a partir de la década de 1990.

En esta línea, crearon el holding Ragionedi Benetton, lo que hoy es Edizione, para dedicarse a comprar empresas.

De este modo, adquirieron una empresa agrícola en Argentina, constituyen la sociedad de capital riesgo 21 y entraron en la empresa de restauración alimenticia Autogrill. En el 2000 compraron 30% de la concesionaria Austroestade, lo que hoy es Atlantia, que ha lanzado una OPA sobre Abertis. Son sus socios de control.

Diversificar es clave cuando el origen de la actividad ha llegado a puntos de no retorno y deben cambiar los modelos, los contenidos y los precios. El sector textil actual tiene un nivel de incertidumbre superior al de hace 30 años. Los Benetton han conseguido evolucionar y cambiar su participación de un solo sector a un conglomerado de inversiones bien diferenciadas , explica Ceferí Soler, profesor de Esade.

La diversificación funcionó, con algunas excepciones mínimas, y contribuyó a compensar la progresiva caída del negocio textil. De hecho, el patrimonio conjunto de los cuatro hermanos hoy supera los 12,000 millones de euros, según las estimaciones de Forbes, y el grueso procede del negocio no textil.

Profesionalización

Luciano cedió la presidencia con 77 años a uno de sus hijos Alessandro Benetton, en el 2012. Ese mismo año la familia excluyó a Benetton de Bolsa. En diciembre del 2016, Alessandro dejó la presidencia para potenciar el capital riesgo. De este modo, la familia se retira por completo de la gestión y tanto Edizione como Benetton están dirigidos por ejecutivos que no son Benetton. Ellos pilotan la nueva etapa del grupo, que quiere crecer sobre todo fuera de Italia y en áreas clave como las autopistas.

El capital sí se lo reparten las cuatro ramas de las familias. En el consejo de Edizione están representadas la primera generación (Gilberto, uno de los cuatro hermanos, que es vicepresidente) y la segunda. El presidente es externo (Fabio Cerchiai) y el consejero delegado, también (Marco Patuano). El consejo lo completan Carlo Benetton, Alessandro Benetton y Franca Bertagnin Benetton (hija de Giuliana), entre otros. Además, Edizione cuenta con un consejo asesor en el que están otros dos miembros más de la tercera generación: Christian Benetton y Sabrina Benetton.

El holding cuenta con una cartera de participadas que tiene un valor neto contable de 10,800 millones de euros al cierre del 2015.

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