Biden da manotazo en la relación con AMLO

Es probable que el 15 de septiembre se viva todos los días desde hoy hasta el 1 de octubre.

El embajador de Estados Unidos en México Ken Salazar ejecutó ayer un giro de 180 grados respecto al contenido de sus palabras que le escuché mencionar el mes pasado en su residencia.

En el discurso de ayer mencionó dos ideas clave: democracia y relaciones comerciales.

En efecto, el mensaje de Washington fue claro: la reforma judicial que desea el presidente López Obrador representaría el desmantelamiento de la democracia mexicana y pone en riesgo el seguro de vida que le queda al país: el T-MEC.

En pocas semanas México podría dar un paso importante en la ruta de Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel. La herencia que AMLO dejaría a la presidenta electa Claudia Sheinbaum sería una crisis mayúscula reflejada en el tipo de cambio y en la caída de la inversión.

Sin leyes, no hay confianza. Sin democracia, no hay futuro. Sin leyes ni democracia no hay libertad.

Las advertencias del embajador Ken Salazar representan una potente caja de resonancia no solo porque vienen desde Washington, principal socio comercial de México, sino por el extremo debilitamiento de la oposición mexicana en voces de Alejandro Moreno (PRI) y Marko Cortés (PAN). Sin oposición, no hay democracia.

AMLO aprovechó a lo largo de su sexenio el tema migratorio para negociar con Estados Unidos. El punto de arranque fue el 15 de noviembre de 2018 cuando Marcelo Ebrard, sin cargo alguno, le ofreció a Mike Pompeo convertir a México en albergue de inmigrantes. Ebrard no le quiso llamar acuerdo de Tercer País Seguro, pero en los hechos, sí lo fue.

AMLO tuvo suerte de que Donald Trump ganara la presidencia; a un outsider desinstitucionalizado le bastó con poner su bota en el cuello de AMLO para hacerle sacar a la Guardia Nacional a la frontera con Guatemala.

El quid pro quo fue claro: a México lo convierto en albergue de inmigrantes (pese a que no tiene las condiciones de seguridad) y tú, Trump, no obstaculizas mi ruta de la 4T.

La llegada de Biden a la Casa Blanca fue crítica por las crisis del covid-19 y económica. El demócrata fue continuista en materia migratoria.

Pero llegó el momento de las definiciones. Biden, desesperado por no conseguir la tregua en Medio Oriente, le brota el problema de seguridad en México acentuado por la crisis democrática que heredará AMLO a Claudia Sheinbaum.

¿Es Sheinbaum enemiga de AMLO? No, pero así parece si analizamos la herencia que AMLO le desea dejar.

El dogmatismo tiene una línea roja: la irracionalidad. En las sectas no la perciben. El movimiento de AMLO mezcla la idolatría con la irracionalidad.

Para el presidente Biden quedó cancelado el quid pro quo. A AMLO le ayudó en prácticamente todo el sexenio. Estados Unidos se hartó del presidente mexicano desde el caso de la entrega del Mayo Zambada. 

El de ayer fue el segundo aviso. 

Ken Salazar, hasta hace un mes, emprendió una estrategia colaborativa con AMLO. 

Es claro que el mensaje que leyó fue redactado desde Washington.

AMLO y su equipo de publicistas entrarán en la vorágine del 15 de septiembre.

Una acepción de vorágine es: pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos muy intensos. AMLO dirá la frase con la que justificó el aniquilamiento de su política exterior: no injerencia, no intervención y autodeterminación de los pueblos.

¡Viva México!

Septiembre de 2024 será similar al diciembre de 1993: ¡No al TLC!, decía la izquierda del PRD.

Dos días atrás reapareció el subcomandante Marcos.

Un déjà vu de nacionalismo ramplón se asentará en Palacio Nacional. ¡Mueran los gachupines y los gringos!

¡Viva Maduro! ¡Viva Ortega! ¡Viva Díaz-Canel!

@faustopretelin