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Opinión

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Confianza bancaria, como el deporte, un ejercicio cotidiano

Esperaba en el aeropuerto de Budapest la hora de abordar cuando recibí la llamada. Acababa de concluir el mundial de pentatlón en Hungría. Yo tenía 20 años y llevaba todos mis sueños de buscar la clasificación a los Juegos Olímpicos en los Panamericanos de Guadalajara 2011 en una sola maleta y una chamarra con la bandera de México y mi apellido bordados.

“Están hablando de ti en la televisión”, me dijo la voz al otro lado del teléfono. A la mala me enteré de que yo, entre otros atletas nacionales y el resto de los mexicanos en el equipo de pentatlón, habíamos resultado positivos en la prueba de antidopaje en Mayagüez por la ingesta de sustancias no legales y no reguladas en el deporte, un anabólico que se utiliza mucho en América Latina para lograr que el ganado crezca más rápido. Es una sustancia presente en casi toda la carne que consumimos (sobre todo los mexicanos) y de la cual muchos (casi me atrevería a decir que la gran mayoría) no tenemos pleno conocimiento de ingerirla: el clembuterol.

Recuerdo que mi corazón se detuvo por unos segundos y que el miedo me invadió de pies a cabeza. Cada palabra al teléfono me taladraba un agujero en el estómago. Para colmo, me esperaban 13 horas de vuelo, solo, sin mis padres, sin teléfono y sin poder hacer nada, más que sentarme, llorar desconsoladamente y esperar lo mejor.

Puedo argumentar que, en el caso de la mayoría de los atletas mexicanos afectados por esta situación, la ingesta de dicha sustancia jamás fue de manera consciente y mucho menos con el fin de hacer trampa ni de obtener una ventaja de esta.

La única pregunta en mi cabeza era: ¿Qué estaba pasando? Si no puedo confiar en los alimentos que ingería, ¿cómo iba a confiar en cualquier dieta de vitaminas, plan nutricional y rutina calórica que se me ofrecía?

Sucede lo mismo con el sistema de ahorros en México y la desconfianza en las instituciones financieras, porque la decisión de guardar su dinero o su patrimonio en un banco no es tan fácil. ¿Qué pasaría si por todo lo que han trabajado un día desapareciera? Y no estamos hablando de una clasificación a unos Olímpicos, sino del sustento de un hogar, de una familia entera, de la posibilidad de una educación, de un techo, de cobijo, de una nutrición digna.

Y es que los fraudes bancarios, como el clembuterol, son cosas que no vemos y que a cualquiera que descuide su plan de ahorro o de inversión le puede suceder. ¿Con qué certeza entonces procedemos a confiar en la digitalización bancaria, en los planes de ahorro y en las inversiones a largo plazo?

El autor es Ismael Hernández, medallista olímpico en Río de Janeiro 2016, Maestro en negocios por la Universidad de Duke y Analista de Negocios por la Universidad de Harvard. Trabaja en Mastercard, una empresa líder en servicios financieros. Su misión es apoyar a los deportistas en su transición después de su retiro.

La mayoría de los mexicanos no deposita sus ahorros en instituciones bancarias, ya sea por desconfianza, por bajos ingresos o porque la mayoría temen ser víctimas de la clonación de tarjetas o el cobro de comisiones por el uso de los servicios bancarios. Esta última, la encuentro sumamente preocupante, no es raro encontrar ejemplos de personas que poco tienen y es a los que mas se les cobra por usar un banco.

No tiene que ser así. Afortunadamente existen instituciones públicas que regulan y se encargan que los bancos de México cumplan con las medidas de seguridad de datos y ahorros para todos sus usuarios.

Sin embargo, la confianza es un trabajo de todos los días y que sea otorgada, una medalla.

Las instituciones bancarias y financieras tienen que aprender a asegurar la protección de sus usuarios, simplificar los procesos y los planes de ahorro, ofrecer información clara sobre sus productos y deshacerse de las letras chiquitas en los contratos para que los mexicanos vuelvan a confiar en los beneficios que las inversiones traen a largo plazo, para que ninguna sustancia nos deje fuera de la jugada.

La confianza es una calle de doble sentido, si queremos acabar con la mentalidad de que los servicios financieros son complejos y costosos, y que el efectivo sirve para no pagar impuestos, debemos empezar a generar “conciencia nacional” a través de la transparencia, de medallas, de oportunidades para soñar con algo grande. Y finalmente, al igual que en los entrenamientos de un deportista, que el ahorro no depende de las cantidades, sino de la constancia.

@ismaelpenta

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