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Opinión

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Decisiones que matan

El Partido Acción Nacional y el de la Revolución Democrática jugaron un papel muy importante en nuestra historia moderna. Ambas instituciones protagonizaron una gran cruzada para dar vigencia al sistema democrático mexicano. La crisis que atraviesan es lamentable, ya que después de sus hazañas, como la victoria en aquella primera elección, de 1997, para jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, que ganara el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas (PRD), y la histórica victoria de Vicente Fox en el año 2000 (PAN), presenciamos ahora el derrumbe de estos dos colosos.

Sus logros implicaron liderazgo, planeación, unidad, trabajo en equipo, tenacidad, diálogo y cercanía con la gente. El PAN y el PRD fueron catalizadores del cambio que anhelaba la sociedad, pero perdieron el rumbo.

Los partidos políticos son organizaciones cuyo objetivo es impulsar a sus militantes y simpatizantes a ocupar cargos de elección popular, con la finalidad de servir eficientemente a la ciudadanía. Las metas comunes al interior de un partido político son factor de unidad. En el momento en que esta fórmula se desvirtúa, algo sale mal. Al privilegiarse intereses individuales, se ocasionan fracturas que conducen a la ruina.

El PRD se escindió y de sus filas emergió Morena, la que asestó un golpe mortal. En el PAN, Ricardo Anaya, desde su llegada a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional, promovió su proyecto personal rumbo a la primera magistratura de la República Mexicana. No le importó que, en su afán, su militancia se dividiera ocasionando una lamentable diáspora que anunció su derrota.

Hoy, ambas organizaciones se ocupan en la reestructuración de sus dirigencias. Por lo que respecta al sol azteca, el senador Juan Zepeda ya ha levantado el dedo para presidirlo. Zepeda emergió repentinamente en la política del Estado de México en el año 2013, cuando el PRD lo postuló y resultó electo como presidente municipal de Nezahualcóyotl. Su buen desempeño le permitió convertirse en candidato a la gubernatura de aquella entidad. Durante su campaña sumó simpatías, pues se mostró como un hombre inteligente, ecuánime y conciliador. Sin duda es un buen cuadro para presidir a su partido y, si lo dejan, puede realizar un gran trabajo.

Sin embargo, en el PAN suceden cosas inexplicables. De entrada, en su sitio web te reciben con un video en el que aparece Ricardo Anaya, imagen de la derrota panista; también podemos ver al ahora senador Damián Zepeda. La proyección de ambos implica un tributo a su ego, avalado, desde luego, por su militancia. Este minúsculo detalle refleja que, a pesar de que llevaron al PAN a la debacle, pretenden seguir moviendo los hilos al interior de ese instituto.

Así las cosas, ahora resulta que don Héctor Larios y el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, han declinado su aspiración por la presidencia del CEN del PAN, respaldando la candidatura de Marko Cortés, quien a pesar de que ya se ha desmarcado políticamente del excandidato Ricardo Anaya, aún se le considera como uno de sus hombres cercanos.

De esta manera, Marko Cortés ya cuenta con el apoyo de varios gobernadores panistas y resulta inminente su llegada a la presidencia nacional. Ante esto, el día de ayer el exmandatario Felipe Calderón vaticinó en su cuenta de twitter el fin del PAN.

En las filas de ese partido militan grandes gladiadores vencedores de múltiples batallas.

Hoy se requiere su experiencia, pero permanecen expectantes, incapaces de salir a la defensa del legado histórico de don Manuel Gómez Morín.

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