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Opinión

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Dos mitotes geniales

Un mito genial que parece resistir todo análisis es la sabiduría folclórica de que el crecimiento del sector externo depende de una paridad competitiva .

La economía parece estar condenada a los mitos y a ser un eterno laboratorio para el dirigismo económico, la vanidad de planear, conducir o coordinar la actividad cotidiana en la economía real.

Un mito genial que parece resistir todo el análisis, toda la crítica, es la sabiduría folclórica de que el crecimiento del sector externo depende de una paridad competitiva .

Esta versión del mito se repite, en este momento, bajo la tesis oficial(ista) de que el lado bueno de la crisis es que ahora, gracias a la pérdida de valor del peso frente al dólar, somos más competitivos.

Inocencia sonante, equiparable al argumento terminal de los doctores (¿en economía?) que le informan al paciente diabético, pasado de peso, que no esté triste; es cierto, tuvieron que amputarle las piernas, pero ahora está mejor porque está menos gordito, con un cuerpo más competitivo.

Ya veremos, por contra, cuando se agilice la recuperación, haya más inversión y entonces se empiece a apreciar el tipo de cambio, saldrán los doctores a recomendar que mejor paremos la mejoría, para ser más competitivos. Pero parecería ser un truismo sencillo, que si algo vale más, es porque se revalúa, no devalúa.

Así lo avalan los hechos: las potencias exportadoras del mundo han vivido un proceso sistemático de apreciación.

En las palabras del Donald Brash, arquitecto de la política de estabilidad de Nueva Zelanda, que además está en nuestro país en estos momentos: Si se quiere fortalecer el salario real, la implicación es que exportadores podrán seguir compitiendo en el exterior al tipo de cambio actual, y que podrán hacerlo, a pesar de aumentos salariales. Si desean una depreciación del tipo de cambio, por implicación están diciendo que desean reducir los salarios reales. No pueden afirmar que pretenden ambos, un tipo de cambio depreciado y mejores salarios o, por lo menos, no lo pueden afirmar con seriedad .

El mismo Brash se pregunta, con seriedad: ¿para qué necesitamos reservas si lo que queremos mostrar es que ya libramos los efectos del alcoholismo cambiario? O ¿si las divisas se pueden adquirir en un instante en el mercado internacional? Si usamos las reservas, surge incertidumbre, hasta pánico, porque disminuyeron. La expectativa es otro mito genial: debemos acumular reservas, pero no las podemos utilizar. ¿No sería mejor, entonces, ahorrarle al causante el enorme costo (contratar deuda a tasa de pesos para invertirla a tasa de dólar) de la insoportable acumulación de reservas?

rsalinas@eleconomista.com.mx

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