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Opinión

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El SNI y la investigación como “privilegio” I

La austeridad a ultranza impuesta por el gobierno federal ha provocado ya daños de corto y mediano plazo a sectores diversos, como las mujeres trabajadoras que se han quedado sin estancias infantiles o las personas de escasos recursos sin Seguro Popular. El afán de obtener “ahorros” inmediatos sin medir las consecuencias ha alcanzado también al Sistema Nacional de Investigadores que, a partir de noviembre, dejará de pagar los estímulos correspondientes según su nivel a quienes trabajen en universidades privadas. El carácter discriminatorio de esta medida arbitraria, ya señalado en cartas públicas y artículos de opinión, evidencia la imposición de criterios ideológicos y un gran desconocimiento de la vida académica en las instituciones privadas, cuyos sueldos y exigencias lejos están de dar a sus profesores la vida regalada que imagina el Conacyt.

Como explica el investigador Héctor Vera en Nexos (14 de octubre), este recorte afecta  directamente a 1500 investigadores/as que sólo recibirán la “estima simbólica” del nombramiento. El prestigio no sobra pero no basta para dedicarse a la investigación. Como explican siete investigadores, hombres y mujeres del ITAM, el sistema Ibero, el ITESM y el Claustro de Sor Juana,  entrevistados para esta columna, los estímulos de 15,000 , 18,000 o 31,000 pesos que corresponden a los niveles I, II, y III les han permitido desarrollar proyectos de investigación con los que contribuyen a la producción de conocimiento y a la formación de nuevos investigadores. Sin este recurso adicional que, para la mayoría representa entre 20% y 35% de su ingreso total, y hasta el 50% en un caso, algunos disminuirán o dejarán la investigación, o incluso la academia.  ¿Por qué?

La investigación exige concentración y tiempo. Aun en ciencias sociales y humanidades, requiere de materiales, implica contratar asistentes y asistir a congresos, hacer trabajo de campo, colaborar con otras instituciones... Las personas entrevistadas han destinado sus estímulos a la compra de libros, revistas y software; a viajes a congresos nacionales e internacionales y membresías de asociaciones profesionales; a la contratación de asistentes, en general estudiantes en formación, para proyectos individuales y colectivos, que pueden incluir trabajo de campo, es decir viajes y viáticos.  Para algunas mujeres, solteras o con hogar monoparental, el estímulo representa la posibilidad de cubrir las necesidades de su familia sin tener que desperdigarse en otras actividades remuneradas, pues sólo así pueden pagar a quien cuide de sus hijos o la hipoteca, el médico, la escuela u otros gastos fijos. Si ya la pandemia ha puesto presión excesiva en las mujeres, este recorte repercutirá aún más en las investigadoras afectadas.

Esta medida, con que  el SNI ahorrará muy poco, incide entonces en las condiciones de trabajo y de vida de personas que merecen el mismo reconocimiento concreto que sus pares en universidades publicas. También impactará en la vida académica que se enriquece con múltiples actividades no remuneradas, como el dictamen de artículos, las discusiones en comités editoriales y académicos, las conferencias y debates con organismos públicos, y la evaluación de tesis de otras universidades, en que las y los académicos participan sin pago. Afectará así mismo la formación de estudiantes que no tendrán la misma oportunidad de colaborar en proyectos de investigación.

Hasta ahora sólo el ITESM tiene un plan emergente de tres meses para compensar en 30%  los estímulos perdidos, las demás instituciones no se han pronunciado. ¿Podrán mantener el compromiso de destinar a becas, asistentes o reducción de carga académica para investigadores el mismo monto que aportaba Conacyt , ya sin convenio con el SNI? Con la pandemia se han reducido sus ingresos pero deberían intentarlo.

Al discriminar con base en el lugar de trabajo,  el Conacyt contraviene la legalidad. Además, pasa por alto  la activa colaboración entre integrantes de instituciones públicas y privadas, impulsada por el propio SNI. Simbólica y materialmente “abandona” a parte de sus integrantes  e incumple sus obligaciones.

Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

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