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El buen tipo de cambio debe aprovecharse ya que no será siempre
Ayer 11 de enero, a las 14:30 horas (Centro), el tipo de cambio peso-dólar estaba en un promedio de 18.85 pesos por dólar, ubicándose por debajo de los 19 pesos por dólar por primera vez desde febrero de 2020.
Y para festejar el hecho muchos echaron las campanas al vuelo, especialmente los voceros y altos jerarcas del gobierno de la 4T y Morena.
Ellos y los demás habitantes del país debemos sentir alegría por el hecho de que un dólar menos caro reduce, mientras dure esta realidad, el costo del servicio de la deuda externa, sea pública o privada, el de las importaciones y de los viajes que los mexicanos realicen al exterior, entre otras cosas. Lo malo es que encarece las exportaciones del país y el de los servicios turísticos nacionales para quienes nos visitan del exterior.
Ahora bien, los morenistas, desde el presidente Andrés Manuel López Obrador hacia abajo, no deben olvidar que esta fortaleza es temporal y resultado, sobre todo, del alza de las tasas de interés hechas por el Banco de México desde mediados de 2021.
Como se anota en tradingeconomics.com, “Ayer el peso mexicano estaba cambiando de manos alrededor de 19 por un dólar, un nivel que no se veía desde febrero de 2020, ya que un endurecimiento agresivo del banco central continuó brindando optimismo a los alcistas. El Banco de México aumentó su tasa de interés de referencia en 50 puntos base para registrar 10.5% en diciembre, lo que se suma a los incrementos de 675 puntos base observados desde que comenzó su senda de ajuste en junio de 2021. El peso mexicano tuvo su mejor desempeño anual desde 2017 y fue una de las monedas de mercados emergentes con mejor rendimiento en 2022. Sin embargo, a medida de que empezó 2023, los analistas se mostraron menos optimistas sobre este rendimiento superior, con un fin esperado del ciclo de aumentos de tasas del Banco de México y una recesión económica en EU —el principal socio comercial del país— que es probable que ejerza presión sobre la moneda”.
O sea, que más temprano que tarde, el tipo de cambio volverá a estar arriba de los 19 y hasta 20 pesos, dependiendo de la severidad de la recesión estadounidense y los efectos que esta tenga sobre la economía mexicana. Y, si la situación global vuelve a complicarse como sucedió en marzo de 2020, aún más arriba.
Mientras tanto debe aprovecharse la nueva realidad cambiaria. El gobierno debe apoyar a la iniciativa privada para que aumente la importación de alimentos para humanos, de forrajes, de combustibles, de materias primas y de productos intermedios o de consumo y, como en los tiempos del antiguo Egipto, almacenar los excedentes para cuando vengan, porque vendrán tipos de cambio más altos que encarecerán las importaciones al país.
El dólar más barato también contribuirá a que sea menor la inflación que el país importa de sus socios comerciales, lo que se traducirá en una desaceleración del aumento de precios de productos y servicios.
Es momento para que empresarios y funcionarios aprovechen la actual coyuntura. Si la dejan pasar, como lo han hecho tantas veces en el pasado, la mayoría de los mexicanos no saldrán beneficiados de esta pasajera fortaleza de nuestra moneda.
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