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El efecto que tiene la desgracia de otros en nuestras decisiones de prevención
Tratándose de productos previsionales, tales como los seguros de vida o los planes de ahorro, buena parte de las decisiones que se toman está condicionada por una percepción del futuro.
No hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderlo. Ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos.
Marie Curie, científica francesa de origen polaco.
En muchos casos, las decisiones de prevención que tomamos, en temas de salud o en la contratación de mecanismos de previsión financiera, están asociadas, más que a una evaluación objetiva y precisa de nuestras necesidades y su potencial efecto de beneficio, con factores de percepción y conducta que limitan la posibilidad de una decisión racional y de una elección adecuada entre alternativas.
Tratándose de productos previsionales, tales como los seguros de vida o los planes de ahorro para el retiro o para la educación de los hijos, buena parte de las decisiones que se toman están condicionadas por una expectativa o una percepción del futuro, a la que se suman factores con la tendencia a la postergación de las decisiones, aunque sepamos que éstas son necesarias y en nuestro mejor interés. Distintos factores de conducta nos impiden realizar el análisis adecuado y sobre todo emprender las acciones necesarias.
Al respecto específicamente de los seguros de vida, se ha encontrado que las personas tienden en muchos casos a evitar la contratación de dichos productos, como resultado, entre otras cosas, de que por un lado se minimiza la posibilidad de ocurrencia en el futuro inmediato de la muerte y, por el otro, a que de manera a veces inconsciente se evita discutir lo relativo a la muerte por el temor al proceso de reflexión personal que ello implica. Por ello, frecuentemente se evita enfrentar la planeación de las decisiones y temas relacionados con el efecto de la muerte en temas familiares o financieros.
En una investigación reciente detallada en el artículo “The effect of experiencing a death on life insurance ownership”, de Song, Park y Heo, publicado recientemente, se trató de explorar los factores psicológicos que determinan la predisposición a la contratación de una póliza de vida, específicamente el impacto que la experiencia de la muerte de un familiar cercano tiene en dicho proceso de decisión.
De acuerdo con la investigación, las personas que han enfrentado una muerte en la familia tienen una probabilidad 1.4 veces mayor de contratar una póliza de seguro de vida que aquellas familias que no tuvieron esa experiencia reciente. La investigación indica que las emociones negativas, el estrés y la ansiedad derivados de la muerte de un familiar generan mecanismos de presión que disminuyen la propensión a postergar las decisiones de esta naturaleza, enfrentando a la persona a una realidad que puede ser internalizada como una potencial experiencia propia que la lleve a tomar mayor conciencia de la importancia de contar con una protección para la familia en caso de fallecimiento.
Este tipo de fenómenos se muestra en otras decisiones que toman las personas en temas como la salud. Muchas mujeres que por su edad o su perfil de riesgo deberían de realizarse una mastografía anual postergan dicha acción de manera innecesaria y riesgosa, siendo hasta que enfrentan la cercanía de un familiar que enfrenta un diagnóstico negativo que perciben un “detonador de urgencia” que acelera la toma de decisión y la realización de la acción concreta de prevención.
La realidad muestra que las personas tendemos en muchos casos a encontrar motivadores más duros para impulsarnos a tomar las decisiones correctas, a partir de escenarios negativos de futuro que nos generan miedo y ansiedad.
Lo ideal sería que pudiéramos evaluar y decidir adoptar los mecanismos de protección (ya sean financieros o de salud) que objetivamente nos convienen más en el momento en que más nos conviene realizarlos, para salvaguardar el interés de nuestras familias, sin esperar a que la tragedia de otros se convierta un recordatorio de nuestra propia fragilidad.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y profesor en la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y presidente del Consejo para el Fomento de Fondo de Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. Síguelo en Twitter: @martinezsolares