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El peor discurso de Trump en el peor momento
Donald Trump se descompone bajo entornos de crisis exógenas. Su exposición la noche del miércoles en la que dio a conocer las medidas para aminorar los efectos del coronavirus fue accidentada, ambigua y mal preparada.
Recuerda el columnista Dan Balz en The Washington Post que “en tiempos de una crisis nacional la gente voltea hacia el presidente para recibir orientación, tranquilidad y confianza”. El presidente de Estados Unidos no mostró ninguna de las tres: desorientó, intranquilizó y generó desconfianza en su persona. Lo peor fue el tufillo xenófobo y nacionalista de sus palabras.
Un error milimétrico del presidente de Estados Unidos tiene el potencial de destruir bolsas financieras y el valor de monedas. Así ocurrió el miércoles por la noche.
Fuentes del diario The Washington Post apuntan a Jared Kushner y Stephen Miller como los redactores del guión que leyó Trump en un teleprompter y en horario prime time.
Miles de ciudadanos estadounidenses llamaron de inmediato a oficinas gubernamentales y aeropuertos para esclarecer dudas, entre ellas si ellos estarían exentos de las medidas.
Carente de una visión de Estado, Trump no anticipó a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre la desconexión de su país con los ciudadanos provenientes del espacio Schengen.
La respuesta desde Bruselas, firmada por Ursula von der Leyen, no se hizo esperar: “El coronavirus es una crisis global, que no se limita a ningún continente y que requiere de cooperación en lugar de una acción unilateral. La UE se opone a la decisión de Estados Unidos de imponer una prohibición de viajes tomada de forma unilateral y sin consultarlo. La UE ha tomado acciones firmes para limitar el impacto del virus”.
Carente de una planeación gubernamental donde las medidas no son sujetas a un proceso gradualista, Trump arrastró bolsas financieras y el valor de monedas por la incertidumbre sin matiz a corto plazo.
Tal parece que la crisis del coronavirus podría arrastrar a Trump. Así lo piensa Ben Rhodes, asesor de Barack Obama en la Casa Blanca, quien comenta que el discurso del miércoles por la noche será “el momento en que la gente vincule a Trump con el peor momento de su Presidencia”. Trump revela peligrosas inconsistencias en sus reacciones frente al coronavirus, y lo peor, ignorancia.
La Organización Mundial de la Salud reveló la semana pasada que la tasa de mortalidad por el coronavirus era de 3.4 %, pero Trump no estuvo de acuerdo. “Bueno, creo que 3.4 % es realmente un número falso. Ahora, esto es sólo mi intuición, pero basada en muchas conversaciones con mucha gente que hace esto, porque mucha gente lo tendrá y es muy leve. Se pondrán mejor muy rápido. Ni siquiera ven a un médico”, dijo Trump el 4 de marzo en una entrevista a la cadena de televisión Fox News. “Personalmente, diría que el número está por debajo de 1 por ciento”.
La intuición como sustituto de la investigación científica. Ayer por la mañana, sabiendo que el jefe de prensa de Bolsonaro había dado positivo en el coronavirus, y habiéndose reunido con ambos el fin de semana en Mar-A-Lago, Trump manifestó que no tenía miedo de un posible contagio. Lo peor fue un comunicado de la Casa Blanca revelando el inexistente examen médico del presidente estadounidense.
Es muy probable que Trump ya se haya examinado frente al virus, pero su comportamiento equivocado le ha impedido aceptarlo. Dan Balz define con precisión a Trump: “es un animador por naturaleza, un presidente que se siente más cómodo tratando con exageraciones que con hechos”.