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El riesgo de perderle el miedo a Trump
Donald Trump ha vuelto a la carga. Su discurso en Arizona retoma, en las formas y en el fondo, sus mensajes de campaña. Estuvo lleno de furia anti Nafta, pro Muro y pletórico de agresividad contra los migrantes.
La novedad es que los mercados ya no temblaron ante sus palabras. El tipo de cambio del peso frente al dólar apenas se movió y algo parecido pasó con la Bolsa Mexicana de Valores. El contraste con otros momentos es evidente. Recuerden que el peso perdió 8% el día posterior a las elecciones.
Muchas cosas han cambiado desde la campaña: la popularidad de Trump ha caído, sus principales iniciativas han naufragado en el Congreso y la relación entre la Casa Blanca y los CEO se ha deteriorado. Mientras tanto, el vínculo económico bilateral entre México Estados Unidos ha proseguido con normalidad: las exportaciones mexicanas no petroleras están en máximos, lo mismo que las remesas. La Inversión Extranjera Directa estadounidense ha mostrado resiliencia, a pesar de la retórica y de la publicidad que atrajeron casos como el de Ford o Carrier.
Colorín, colorado... ¿este cuento ha terminado? Es muy pronto para cantar victoria. La debilidad de Trump es relativa. Sigue siendo el presidente de la Nación más poderosa del mundo. Mantiene amplias facultades para poner a México de cabeza: no necesita pasar por el Congreso ni ser popular para dictar directrices en materia comercial, migratoria, fiscal y financiera.
Un aspecto a destacar es que su agenda de nacionalismo económico sigue siendo atractiva para una gran parte de la población de Estados Unidos. El Buy american, Hire american es un slogan que ya encontró su lugar en el mainstream de la política estadounidense. Hace sentido para los legisladores republicanos y demócratas, pero también para las pequeñas y medianas empresas.
El nacionalismo económico puede ser el refugio de un Trump debilitado. Por eso es peligroso para México. Las rondas de negociación del Tratado de Libre Comercio se pueden convertir en un escenario para los desplantes proteccionistas de Trump más que en un espacio para encontrar las oportunidades de modernizar un acuerdo que claramente lo necesita.
Las palabras del negociador Robert Lighthizer al abrir la primera ronda de negociaciones hacen eco de las críticas que Trump ha hecho al TLC. Repiten el argumento de que Estados Unidos ha sido el más perjudicado en las dos décadas de vigencia del acuerdo. ¿Es un bluff para comenzar la negociación? El equipo mexicano de negociación lo piensa así, entre otras cosas porque el caso contrario abre la puerta a una película de terror: una negociación destinada a no llegar a un acuerdo, un diálogo improductivo que se podría prolongar hasta el 2018 y contaminar el escenario político en un año de elecciones presidenciales.
No podemos tomar a la ligera el discurso de Trump en Arizona. El momento está lleno de significados: en la semana posterior a la primera ronda de negociaciones del TLCAN, el presidente dice que no piensa que vaya a haber un acuerdo. Otro aspecto a considerar es que el discurso de Trump se produce unos días después de la salida de su asesor especial, Stephen Bannon. En relación a esto, Donald Trump parece decir que no abandona los temas que ese personaje encarnaba: anti migrantes y anti acuerdos comerciales. Cuidado con ese león, va herido y eso lo hace más peligroso.