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Opinión

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Estados Unidos aún puede entrar en recesión

Entre la inflación subyacente obstinadamente alta, las condiciones financieras que no se están ajustando tanto como la gente supone y las tasas de interés reales relativamente bajas, la Reserva Federal de EU todavía tiene amplias razones para buscar aumentos de tasas adicionales. Si eso sucede, el riesgo de recesión aumentará

WASHINGTON D. C. – Hay un optimismo cada vez mayor sobre la capacidad de Estados Unidos de evitar una recesión: según una encuesta que el Wall Street Journal hizo a economistas en julio, solo el 54 % espera una recesión en los próximos 12 meses, cuando en abril la proporción era del 61 %; y los economistas de Goldman Sachs redujeron al 20% su estimación de la probabilidad de una recesión. Después de la publicación de datos alentadores del Índice de Precios al Consumidor (IPC) el 12 de julio, los inversionistas tienen una mayor confianza en la posibilidad de que se dome a la inflación sin sacrificar crecimiento económico.

Es posible que este nuevo consenso sea acertado. Todos deseamos un aterrizaje suave -que la inflación siga deslizándose hacia la meta de la Reserva Federal de Estados Unidos, del 2%, sin que la economía se contraiga-, pero preocupa que la probabilidad de que haya recesión el año que viene es mayor a que no la haya.

Después de todo, la inflación subyacente sigue duplicando a la meta de la Fed y en lo que va del 2023 no ha habido progresos significativos de la tendencia descendente. Dada esta realidad, resultó muy confuso que, tras la publicación de los últimos datos, muchos comentaristas ya han desenrollado la pancarta con el mensaje de “misión cumplida”.

Es cierto que la caída de 0.2% en la inflación básica mensual según el IPC (sin alimentos ni energía) en junio es una buena noticia (fue del 0.4 % o más en todos los meses anteriores del 2023), pero la Fed debe asegurarse de que la tendencia inflacionaria se encamina hacia la tasa objetivo… y los datos de un mes no constituyen una tendencia. El IPC básico ya experimentó bajas importantes durante un mes (por ejemplo, en julio de 2022) y luego volvió a subir. Aunque el IPC básico creció en junio a la mitad de la tasa tendencial del 2023, aumentó, de todas formas, el 4.8 % -más del doble de la meta de la Fed- en los últimos 12 meses.

Para ser más precisos, el IPC básico no es el indicador que más le interesa a la Fed, que se centra más en el índice de precios básico de gastos en consumo personal, que no mejoró en el 2023. E incluso si mejora en junio, ese también será un punto y no una tendencia.

Aunque la Fed aumentó la tasa de interés de intervención en 500 puntos básicos, es posible que gran parte del efecto de esos aumentos ya haya golpeado a la economía. La política monetaria desacelera a la economía porque restringe las condiciones financieras generales, es decir, reduce el precio de las acciones, y aumenta las tasas de interés de largo plazo y el valor del dólar. Cuando la Fed comenzó a subir las tasas el año pasado, la situación financiera respondió como se esperaría, pero las condiciones no se tornaron más restrictivas durante 2023, lo que sugiere que tal vez se hayan absorbido ya los aumentos previos de las tasas.

A pesar de la rápida alza de tasas que implementó la Fed -desde casi 0 hasta cerca del 5.1 %, sin la esperada alza el miércoles de esta semana- es posible que la política monetaria no sea tan restrictiva. Según mis cálculos, la tasa de interés real (ajustada por inflación) es de aproximadamente el 1.5 %, un punto porcentual por encima de la de la tasa real de intervención neutra estimada (que ni estimula ni reduce la actividad económica). Antes de las recesiones anteriores, la tasa real era mayor.

Aunque los precios de mercado actuales sugieren que la Fed aumentará la tasa de los fondos federales una vez más en este ciclo (lo cual finalmente sucedió esta semana), creo que es una percepción optimista. Entre la inflación subyacente elevada y obstinada, las condiciones financieras que no ajustan y las tasas de interés reales inferiores a lo habitual antes de una desaceleración económica significativa, la Fed tiene abundantes motivos para subir las tasas aún más de lo que parecen esperar actualmente los economistas e inversionistas. Si eso ocurre, aumentará el riesgo de una recesión.

Por otra parte, cuanto menor sea la inflación, más probable es que la tasa de desempleo suba hasta el territorio recesivo. Por ahora la inflación cayó sin que aumente la tasa de desempleo, pero los modelos estándar de la relación entre desempleo e inflación sugieren que el costo de la desinflación aumenta a medida que disminuye la tasa de inflación.

Desde abril de 2021 hasta marzo de este año los precios para los consumidores aumentaron más rápidamente que el salario promedio, lo que implica que las empresas aún eran capaces de subir los precios a una velocidad mayor de la del aumento de sus costos laborales, pero eso ya no es así. Ahora las empresas más expuestas a los costos laborales enfrentarán una presión cada vez mayor para recurrir a los despidos si la inflación de los precios para los consumidores sigue cayendo.

Finalmente, la experiencia histórica se opone a la predicción de un aterrizaje suave: en ese caso, la tasa de desempleo aumentaría a medida que el crecimiento económico caiga por debajo de la tasa potencial, pero seguiría sin entrar en territorio recesivo. En el pasado, sin embargo, cuando la tasa de desempleo comenzó a subir un poco, tendió a aumentar muchísimo. Desde la Segunda Guerra Mundial, cuando la tasa de desempleo aumentó 0.5 puntos porcentuales en un año, subió 2 puntos el año siguiente. Esto podría deberse en gran medida a que las recesiones dependen de la pérdida de confianza de las empresas y los hogares en el futuro cercano: es más probable que cuando los gerentes ven que otras empresas despiden trabajadores se preocupen por mantener los beneficios y hagan lo mismo.

Sin embargo, la probabilidad de un aterrizaje suave ciertamente aumentó en los últimos meses. Las perspectivas de inflación en los precios de la vivienda presionarán a la inflación básica a la baja, y la demanda podría caer con la reducción de los préstamos bancarios y el agotamiento del exceso de ahorro de los hogares. El mercado laboral, está, de hecho, enfriándose. Todos esos factores bien podrían encauzar a la inflación hacia una tendencia descendente. Además, en la medida en que el mercado de trabajo ajuste más a través una elevada oferta de nuevos puestos de trabajo que del empleo, se podría lograr el enfriamiento con aumentos del desempleo relativamente pequeños.

Pero la Fed no debiera dejar de subir las tasas hasta contar con clara evidencia de que la inflación básica se dirige hacia la meta del 2 por ciento. Todavía eso no ha sucedido... y probablemente no sea el caso para cuando la Fed se reúna en septiembre. Cuanto más tarde esa evidencia en materializarse, más subirán las tasas de interés y menor será la probabilidad de un aterrizaje suave.

El autor

Es director de Estudios de Política Económica del American Enterprise Institute. Su último libro es The American Dream Is Not Dead: (But Populism Could Kill It).

Traducción: Esteban Flamin

Copyright: Project Syndicate 1995 - 2023

www.projectsyndicate.org

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